Osvaldo Aymo: “Lo que demuestran las estadísticas es que la alcoholemia cero no sirve de nada”
El especialista explica que “lo que se necesita son más controles”. Y dice que la solución estructural del problema se logra con una mejor infraestructura vial y un transporte público eficiente. “En Suecia a nadie se le ocurre tener un auto”, dice en ese sentido.
Osvaldo Aymo: “Lo que demuestran las estadísticas es que la alcoholemia cero no sirve de nada”
Por estos días la Municipalidad de Santa Fe dio a conocer las estadísticas anuales en materia de seguridad vial en la ciudad de Santa Fe, de las cuales se desprende que la principal infracción cometida está relacionada con el consumo de alcohol. Del total de 5.292 vehículos retenidos, 639 fueron por alcoholemia positiva, entre otras cifras que siguen preocupando.
“Es importante remarcar a los conductores de vehículos y motos que deben hacerlo con responsabilidad y tomando los recaudos necesarios: si va a tomar, no manejar; elegir el transporte público y planificar el viaje”, se insiste desde el gobierno local. Una conducción adecuada “requiere lucidez y capacidad de reacción, el consumo de alcohol y otras sustancias aumenta el riesgo de siniestros viales y la gravedad de las lesiones, ya que afectan la capacidad para conducir disminuyendo los reflejos, la atención y la coordinación”. Cabe recordar que la ordenanza N° 10.017 del Reglamento General de Tránsito establece en la ciudad de Santa Fe, tolerancia cero para conductores.
En la provincia de Santa Fe hay un muerto por día por siniestros viales, según las estadísticas oficiales de la Agencia Provincial de Seguridad Vial. Mientras se aguardan las cifras fatales de este año que termina, en 2023 murieron 376 personas en accidentes en rutas y calles. Además, más de 10 mil personas terminan lesionadas o con una discapacidad. Estos números ubican a Santa Fe tercera en el ranking del país, por debajo de Buenos aires y Córdoba. Así las cosas, las muertes por siniestros viales son la décima causa de muerte en personas de todas las edades y la primera en jóvenes de 15 a 29 años.
Con estas estadísticas en la mano, El Litoral consultó a un especialista en seguridad vial, para saber qué puede hacer en este caso el Municipio santafesino para tratar de revertir esta preocupante situación al volante.
“Lo que demuestran estas estadísticas es que la alcoholemia cero como normativa no sirve de nada”, advirtió el doctor Osvaldo Aymo, médico pediatra y experto en dirección y gestión de la seguridad vial. “Lo que falla es que no hay la cantidad suficiente de controles”, agregó el ex subsecretario de la Agencia Provincial de Seguridad Vial de la Provincia de Santa Fe.
De leyes y realidades
“Lo digo con conocimiento de causa, porque en 1995, cuando apareció la Ley 24.449, que dispuso por primera vez en Argentina la alcoholemia cero para conductores profesionales, 0,2 para motociclistas y 0,5 para conductores particulares, yo estaba becado en Alemania, a donde los particulares tenían permitido hasta 0,8. Entonces cuando regresé a Argentina y me encontré con esa normativa me dije ‘¡estamos más estrictos que los alemanes!’, pero ¿quién te controlaba? -se preguntó- Nadie”, se contestó Aymo.
Cinco años más tarde de sancionada aquella ley, “en el año 2000 pude capacitar a todos los grupos de padres autoconvocados con los que hicimos los primeros controles de alcoholemia, porque el Estado no estaba presente”, continuó el experto. En relación a ello se preguntó el experto: “¿Qué cantidad de controles tuvo por entonces la ciudad de Santa Fe de alcohol cero? Nada. Entonces, evidentemente no podés enfrentar un problema tan complejo como es la accidentología vial sólo con una norma”.
“Los países más desarrollados del mundo que lograron bajar la siniestralidad vial, ¿qué hicieron? Millones de controles. 200 controles de alcoholemia cada mil habitantes. En Argentina no tenemos estadísticas serias. Y si no tenés controles, la normativa no sirve”.
-¿Debería haber más operativos en la calle?
-Claro, pero ahí tenés otro problema. ¿Qué cantidad de alcoholímetros vigentes tiene la capital de la provincia? Y otro problema más: a los alcoholímetros tenés que calibrarlos cada seis meses. Para una ciudad como Rosario -ejemplificó- se necesitan 30 alcoholímetros funcionando, y cuando sancionaron la ordenanza de alcohol cero tenían 6. Es un chiste.
Alcoholímetros y calibraciones
Más adelante, Aymo criticó además que la norma local imponga la presencia de un médico en los controles. “Yo soy médico, pero ¿para qué querés un médico en los operativos?”, se preguntó. “Yo te mido a vos y te da 0,7 de alcohol. ¿Qué expertise tiene un médico para decir que está bien o mal? Lo tenés ahí al médico al ‘cuete’”, se quejó.
“Cuando fui subsecretario de Seguridad Vial, la Municipalidad de Santa Fe me pidió que capacite a los inspectores para usar el alcoholímetro. Cuando fuimos a capacitarlos detectamos que no se calibraban hacía un año y medio”, contó el ex funcionario, “así que es todo un chiste”.
Otras estadísticas
Si bien los incumplimientos más frecuentes en este 2024 reportados por el Municipio fueron por SEOM y Estacionamiento antirreglamentario, el exceso de velocidad ocupa el tercer lugar y se labraron 64.459 (18,09%) actas, indicó el Municipio. Mientras que cruzar el semáforo en rojo encabeza la lista de las infracciones por faltas en la circulación, con 6.426 multas. Y en motos, no contar con el casco exigido para circular ocupa el cuarto lugar en la lista de infracciones y se confeccionaron 801 actas.
-Le pido que me de tres medidas que se podrían tomar para revertir estas estadísticas de seguridad vial en Santa Fe.
-Hay un artículo bibliográfico retrospectivo mundial que apareció en 2009 y tiene que ver con las tres medidas que me pedís -dijo Aymo-. “Prevención de Accidentes basado en la evidencia científica” es un artículo sobre medidas de seguridad vial que hicieron impacto para bajar la cantidad de muertes y heridos graves en el mundo. Demostró tres cosas: primero, que las medidas de seguridad vial que hicieron impacto fueron el diseño y la innovación tecnológica de la vía (calle) y del vehículo. ¿Por qué? Porque no depende de la voluntad del conductor. En segundo lugar, efectiva pero no tanto, la legislación, el control y la sanción. Vos dependés de que el factor humano cumpla y el día que no lo hizo, produjo un desastre. Y tercero, la menos efectiva de todas, la educación vial.
-Exactamente. Pongamos de ejemplo el accidente fatal con dos víctimas ocurrido sobre la Costanera santafesina días atrás. Se discute un paso peatonal sobreelevado. ¿Eso que es? Infraestructura. Vos no podés dejarle al factor humano que haga lo que pensaba hacer. La seguridad vial es algo demasiado importante para dejarla solamente en manos de la voluntad del factor humano.
“Países como Suecia, líder mundial en seguridad vial, con 70 años de políticas de Estado sobre el tema, hicieron todo. Pero se dieron cuenta de que no les alcanzó porque trabajaron sesgadamente sobre el factor humano tratando de educar, capacitar y concientizar; y luego sancionar a un factor humano imperfecto. Hasta que se preguntaron qué pueden hacer el diseño y la innovación tecnológica de la vía para que cuando el factor humano cometa un error no lo pague con la vida o con discapacidad.
En el país se registraron 3.675 siniestros fatales durante el año 2023, con un saldo de 4.403 vidas perdidas, lo que hace un promedio de 12 personas muertas por día.
-¿Alguna ciudad argentina pudo revertir esta situación?
-No, ninguna. Cuando en 1995 estuve becado en Alemania en una escuela de educación vial para niños aprendí que el planeamiento urbano, pensar las ciudades para el futuro, es parte de la seguridad vial. Acá hacemos nuevos grandes conglomerados urbanos y nadie se pone a pensar cómo va a salir y llegar la gente a ese lugar. Entonces después tenemos las rutas colapsadas. Pensar en el futuro en Argentina no existe.
“Te hago otra pregunta -dijo Aymo-: ¿que sistema alternativo de traslado tenés vos para no usar tu auto? No tenemos un sistema de transporte de pasajeros de calidad, puntual, eficiente. Entonces cada uno va con su auto y es un caos”.
“En 2019 estuve en Madrid haciendo un curso de expertos en seguridad vial. Ese año por primera vez en la historia de España no se había llegado a cubrir el cupo de adolescentes que pugnaban por su primera licencia de conducir. Preferían un celular de última generación antes que un auto. ¿Por qué? Porque tienen un sistema de transporte tan espectacular que no lo necesitan”, dijo Aymo, y remató: “En Suecia a nadie se le ocurre tener un auto”.