Bajante del Paraná: por la desconexión de afluentes peligra la supervivencia de peces
Con las lagunas casi secas y desconectadas de los principales afluentes, la fauna ictícola tiene menos opciones para desovar. El repunte del río en verano permitió una producción de sábalos juveniles, pero aún se desconoce su supervivencia. Resaltan la importancia de proteger los cardúmenes migratorios.
El listado de consecuencias que apareja la bajante pronunciada y prolongada del río Paraná incluye al recurso ictícola y sus posibilidades de supervivencia en un escenario desfavorable. Con las lagunas secas y desconectadas de los grandes afluentes del río, los lugares para que los peces desoven y se reproduzcan, se reducen.
A pesar del extenso estiaje del Paraná hubo un período de un leve repunte durante el verano que fue aprovechado por las especies. "Durante este 2021 hubo un pico de creciente, si bien fue bajo, llegó a 3,40 metros en Santa Fe (a mediados de febrero) y eso parece haber generado una pequeña producción de juveniles de sábalos, según los datos del monitoreo que tiene la Provincia y el proyecto de evaluación biológica y pesquera que coordinan desde Nación con las provincias de Santa Fe y Entre Ríos", mencionó el Dr. en Biología, Pablo Scarabotti, investigador del Conicet y especialista en ecología de peces, en una entrevista con El Litoral.
"En el monitoreo aparecieron especies migratorias como el sábalo, que dan cuenta que hubo una pequeña reproducción durante este año. Es decir que, a pesar de la bajante extraordinaria los peces tuvieron un breve episodio de desove, que probablemente se vea complicado en cuanto a la supervivencia porque después de esa creciente el río volvió a bajar y todos los hábitats de cría quedaron desconectados o se secaron", indicó el especialista.
El sábalo, es un pez que tiene una estrategia reproductiva denominada "periódica", en la cual los peces coordinan su ciclo reproductivo con las fluctuaciones del ambiente, principalmente con los pulsos de bajantes y crecientes del río. El sábalo, que es la especie que más se ha estudiado en Argentina, desova aproximadamente un millón de huevos en ríos y arroyos de la llanura del Paraná.
Saber si las nuevas camadas de sábalo sobrevivieron a las condiciones requiere un monitoreo continuo. "Recién después de un año uno puede saber cuál es el éxito que tuvo la cohorte que se reprodujo este año. A veces incluso es difícil con un solo muestreo tener un panorama general porque los peces cambian mucho de hábitat y se mueven tanto longitudinalmente, río arriba y río abajo, como transversalmente", comentó Scarabotti.
Respecto a la situación que atraviesa la laguna Setúbal, que por el momento sigue conectada con el afluente del Paraná, como lo es el riacho Santa Fe, "es una laguna muy grande, como la laguna de Coronda, son sitios de cría como también las innumerables lagunas que hay en el Paraná. Las especies generalmente se benefician de hábitat recientemente inundados que antes eran ambientes terrestres, y al inundarse se genera la descomposición de toda la materia vegetal genera un pico de reproductividad, y eso favorece mucho en cuanto a la alimentación y al hábitat de estas especies migratorias".
Para el especialista en ecología de peces, lo que ocurrió este año y también en el 2020, es que "esos hábitats estuvieron mucho menos accesibles que en años habituales. También hay que decir que estas especies tienen estrategias para sobrevivir a estos episodios, el problema es que si estos episodios se agudizan en el tiempo, probablemente las poblaciones vayan declinando".
Gentileza Leo Bayol Un cardumen migratorio de sábalos en cercanías a Corrientes, fácil de observar por los amplios bancos de arena que deja la actual bajante del río Paraná.
Un cardumen migratorio de sábalos en cercanías a Corrientes, fácil de observar por los amplios bancos de arena que deja la actual bajante del río Paraná. Foto: Gentileza Leo Bayol
Mantener el ecosistema
El ciclo de vida del sábalo, en promedio, es de 15 años. "Hay una reserva poblacional que le permite a los peces, cuando llega un episodio favorable, recuperarse en términos poblacionales", señaló Scarabotti.
"Es importante que se mantenga el funcionamiento del ecosistema, más allá de la bajante ante la que no podemos hacer nada porque es una cuestión climática. No se deben empezar a construir diques ni represas internas como está ocurriendo en el Delta, que se está privando a los peces el acceso a los sitios de reproducción; incluso el tema de las quemas es algo que destruye parte del conjunto de vegetación que termina favoreciendo a la producción acuática, si eso se quema y se va a la atmósfera es energía que se le está restando al río", explicó el Dr. en Biología.
-¿La situación de los peces en algún momento puede ser crítica?
-Si esto se prolonga, en algún momento puede ser crítico. En este momento tiene un impacto negativo y se están tomando cartas en el asunto al reducir gradualmente el esfuerzo de pesca.
Para mí, el tema de la veda pesquera no es algo que sea coherente con la dinámica poblacional de estas especies, en el sentido que son especies de vida larga y que tienen ciclo productivos de varios años. Hoy, esta bajante del 2020/21 tendrá incidencia de acá a dos años, por eso reducir la presión pesquera durante tres meses no tiene ningún efecto porque después de ese período la pesca continúa como de costumbre, tiene que ser un proceso gradual y continuo.
Es importante tener en cuenta la protección de los cardúmenes migratorios, eso sí es central y se puede pensar en una especie de veda si se identifican cardúmenes migratorios. Tampoco es una cuestión de eliminar por completo la pesca, sino de regularla y controlarla.