El Concejo pidió salvar una de las joyas arquitectónicas de la ciudad de Santa Fe
Declaró de su interés el abrazo simbólico que se realizará en el inmueble el 27 de junio. Su valor, según un especialista.
El inmueble es un imponente “gigante dormido”, que hoy se debate entre el abandono y la desidia. Piden a Nación su recuperación. Crédito: Fernando Nicola
El Concejo de Santa Fe declaró de su interés el abrazo simbólico al edificio del Ex Correo Central, ese “gigante dormido” que se alza, imponente, a un costado de la Av. 27 de febrero. Esa actividad, que es organizada por el Colegio de Arquitectura y Urbanismo -Distrito 1- y entidades de la sociedad civil, tendrá lugar el próximo 27 de junio.
El inmueble es una de las grandes joyas arquitectónicas con que cuenta la ciudad en su extenso listado de edificios patrimoniales. Fue diseñado por los arquitectos J. M. Spencer y W. Finkbeiner e inaugurado en la década de 1950, frente al puerto y escasos metros del microcentro santafesino.
El edificio es patrimonio del Estado nacional. Pero desde hace décadas, ese gobierno central se desentendió de su restauración y recuperación. Con ello, cayó en las últimas décadas en un deterioro alarmante. En la actualidad, funciona en planta baja una sucursal del Correo Argentino.
Un valor incalculable
“En la Argentina, entre 1935 y 1955, se da el ingreso de una corriente arquitectónica moderna, también conocida como racionalismo funcionalista. El edificio del ex Correo es un ejemplo de lo que sería esa arquitectura de la Segunda Post Guerra”, le explicó a El Litoral el Arq. Luis Müller, profesor e investigador (FADU-UNL), Dr. en Arquitectura y experto en patrimonio arquitectónico.
Las formas de esa arquitectura moderna aparecieron tempranamente en la ciudad de Santa Fe. “El edificio del Correo es un tipo arquitectónico de volúmenes muy puros y concretos. Tiene una placa horizontal y luego un cuerpo vertical que juegan en dos volúmenes; su geometría muy estudiada”, agregó el arquitecto.
Un ejemplo de esa funcionalidad que ostenta el inmueble son esos aventanamientos (grandes ventanales) con parasoles (brisse-soleil). Esto se hizo tanto para aprovechar mejor la luz natural, pero también para atenuar la incidencia del sol directo en los espacios interiores.
“Asimismo, el diseño incluye otro tipo de juegos formales, como el tanque de agua en la azotea, el cual tiene formas curvas. Hay un juego entre volúmenes rectos, líneas curvas, y el uso del color, tomando por ejemplo el mural coloreado en la fachada. No es un mural pintado, sino que está hecho con venecitas. Era aquella idea de integrar el arte del edificio con la escena urbana”, precisó Luis Müller.
Venecitas
Las ya famosas venecitas son mosaicos chiquitos de distintos colores que supieron embellecer el edificio en su etapa de esplendor. Hoy se están cayendo, es decir, se van desprendiendo justamente por la falta de mantenimiento. “Todos son materiales muy nobles. El edificio es muy bien pensado y diseñado, proporcionado. Es un elemento en la ciudad que merece la pena revalorizar”, resaltó el especialista.
La invasión de palomas afecta al edificio. Hay materiales que necesitan un mantenimiento que nunca se le hizo. Los paneles de chapa a la vista en la fachada están oxidados. Las venecitas se desprenden. Hay un revestimiento de mármol travertino, juntas de bronce, grandes mosaicos graníticos. El inmueble se debate entre la esperanza de volver a vivir o que el olvido lo haga desaparecer.
“Hay una materialidad muy valiosa en el edificio. Con un adecuado mantenimiento, muchos materiales serían muy durables. La construcción es excelente; pero lamentablemente, hoy está sumida en un profundo abandono”, adujo Müller.
Las venecitas se desprenden. Y la invasión de palomas atenta contra el estado de la fachada. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
Pero también, hay una línea arquitectónica que denota la idea de un plan que ocupó gran parte de las capitales del país. “Esto da la pauta de que había una forma de entender la obra pública estatal. Incluso, cerca del edificio están los silos de los elevadores de granos del Puerto, que son del mismo período”, dio más contexto.
Por último, el inmueble tiene valores arquitectónicos y urbanos en sí mismos, “pero también tiene un valor simbólico e histórico. Es el momento de actuar para restaurarlo, porque está entrando en una etapa de degradación no digo irreversible, pero sí alarmante”, advirtió el especialista.
Hace dos décadas que desde la Facultad de Arquitectura de la UNL, del Colegio de Arquitectos y otras instituciones vienen alertando sobre esta situación. Hasta ahora, no hubo respuestas válidas para la conservación de un edificio que está catalogado como patrimonial por la legislación vigente. “Tiene protección de Monumento, según el catálogo de Bienes de Patrimonios Urbanos”, concluyó Müller.
Abrazo simbólico
“Es necesaria una urgente intervención del Estado nacional para que se preserve el edificio. Celebramos que hace 20 años se realizó el primer abrazo simbólico, actividad que se repetirá en los próximos días. Este nuevo abrazo buscará darle visibilidad al hecho de que es importante la preservación de este inmueble”, declaró Carlos Suárez (UCR-Interbloque “Unidos...”), quien impulsó la declaración junto a su par Silvina Cian.
Así se encuentra el ingreso al edificio del ex Correo Central. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
“Vamos a seguir reclamando que Nación se haga cargo de un inmueble que tiene una relevancia muy particular, por su ubicación y por su historia”, agregó el edil radical.
Para Cian, el edificio es un ejemplo de la mejor arquitectura del siglo XX. “Se utilizaron los mejores materiales constructivos. Pero con el paso del tiempo y los vaivenes políticos, el edificio quedó atrapado en las garras del abandono y la desidia. Las recordadas venecitas, que embellecían su exterior, hoy son un recuerdo”, resaltó.
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