Fundada en 1573 y trasladada en 1661, la ciudad aún atesora en cada rincón vestigios de su rico pasado.
Al momento de su primera fundación, allá por 1573, la ciudad tenía 80 habitantes. La mayor parte de las casas eran de barro y paja, de tapias, de cueros con tirantes de cañas, techo de paja y una abertura sin puerta alguna. Se repartieron los solares o terrenos en un sector que se consideraba con inmejorables condiciones naturales para la cría de ganado y numerosos cursos de agua.
Luego, en 1661 se mudó al lugar que ocupa actualmente, donde la actividad pastoril constituyó la principal posta de intercambios mecantiles y aparecieron los primeros comerciantes, en muchos casos, dueños de la tierra.
La actividad política pasaba por el Cabildo, donde los actores eran los vecinos de mejor posición. Comenzaron a establecerse en la ciudad inmigrantes de regiones vecinas y foráneas, por el interés comercial que comenzaba a desplegarse en la zona de la mano del puerto, según información brindada por Prensa Municipalidad de Santa Fe.
Algunos hitos
Son muchos los capítulos de nuestra ciudad que merecen ser recordados. El 31 de diciembre de 1662, por ejemplo, se le otorga a Santa Fe el privilegio de “puerto preciso” que conserva hasta 1780.
Por supuesto, otra de sus fechas históricas es el 1º de mayo de 1853, cuando se jura la Constitución Nacional en el Cabildo de nuestra ciudad, que también será sede de sus reformas.
En 1861, asumió la gobernación de la Ciudad el primer intendente de Santa Fe: Dr. Simón de Iriondo, y en 1889 nace la Universidad Provincial de Santa Fe, creada y presidida por el Gobernador José Gálvez. La casa de Altos Estudios, fue un espacio de discusión y debate de ideas que tiempo más tarde, serían el punto de partida para pensar la nueva Universidad Nacional del Litoral.
Otros momentos para recordar: el 10 de octubre de 1904, se colocó la Piedra Fundamental del Puerto de Santa Fe; y el 8 de junio de 1928, con el nombre de su propulsor “Ingeniero Rafael Marcial Candioti”, se habilita al público el Puente Colgante, que se había comenzado a construir cuatro años antes. El mismo se derrumbó en 1983 y fue reconstruido en el 2002.
El 19 de septiembre de 1942 se inaugura la primer parte del edificio de la Municipalidad de Santa Fe, y en 1949, se descubren las Ruinas de Cayastá, en el marco de un proyecto encarado por Zapata Gollán.
Historia en el presente
¿Cuánto de lo que conmemoramos es todavía visible? Hay señales de la historia, en cada lugar de la ciudad.
El Casco histórico, es tal vez el mejor ejemplo, ya que es una réplica del siglo XVII de la ciudad original del siglo anterior, donde hay rastros del origen aún vigentes. En primer lugar, su espacialidad típica de ciudad fundada por españoles: la Plaza Mayor (hoy 25 de Mayo) rodeada de los edificios que administran el poder temporal y espiritual; la cercanía a ella de los vecinos respetables, como se ve hoy en el Paseo Sur; la cercanía al río y la traza en cuadrícula o damero.
Santa Fe fue fundada para abrir puertas a la tierra y conformó un corredor estratégico para el tráfico comercial altoperuano hacia el puerto de Buenos Aires. Esto también es visible hoy en la posición estratégica que ocupa esta ciudad respecto del Mercosur y de la Hidrovía Paraná-Paraguay.
¿Por qué ‘Santa Fe de la Vera Cruz’?
Existen distintas versiones con respecto al nombre “Santa Fe de la Vera Cruz”. Según la profesora Catalina Pistone, “Santa Fe” fue el nombre pensado por su fundador Juan de Garay “en recuerdo, tal vez, de los Reyes Católicos, quienes al dar nombre a la villa que levantaron frente a Granada gobernada por Boabdil -el último de los musulmanes en España, en la época del asedio y próximo a su conquista-, quisieron exaltar su Santa Fe Católica frente a los adoradores de la Media Luna”.
Otra versión sostuvo el historiador Agustín Zapata Gollán, quien atribuyó el nombre a una santa francesa, llamada Foy (Fe). Con respecto al significado “De la Vera Cruz”, también existen distintas explicaciones sobre su origen, aunque en todas se coincide en que “Vera” equivale a “Verdadera”. Una de ellas cuenta que estando Juan de Garay empadronando nativos, halló en un carbol “un frasquillo y un Cruz”, que es custodiada hasta hoy por el Arzobispado santafesino.