Por estas semanas el Río Paraná atraviesa un proceso de bajante que los especialistas acuerdan en llamar “histórica”. Los bajos niveles en los principales puertos de la región dan muestra de ello.
Las crónicas de la época hablaban de la Laguna Setúbal “seca”, de los problemas de la navegación y de inconvenientes en la distribución de agua potable. El recuerdo con fotos y datos de aquellos tiempos.
Por estas semanas el Río Paraná atraviesa un proceso de bajante que los especialistas acuerdan en llamar “histórica”. Los bajos niveles en los principales puertos de la región dan muestra de ello.
En la ciudad de Santa Fe, en la madrugada de este miércoles midió 37 cm en el hidrómetro de la Prefectura Naval Argentina. En este sentido, los expertos reiteran que el fenómeno de estos días será peor a lo que ocurrió en 2020 y que se asemejaría a lo acontecido 1944. Según los informes históricos, el mínimo alcanzado ese año fue de 1.03 metros por debajo del cero.
¿Cómo impactó esa bajante considerada una de las peores del Siglo XX en la ciudad capital?
El 13 de julio de 1944, Diario El Litoral publicó entre sus páginas que a raíz de la bajante comenzaban los problemas en la captación de agua en San José del Rincón. Ante esa situación, explicaba este diario hace 77 años, Obras Sanitarias de la Nación tuvo que activar un plan de emergencia para la provisión del recurso en la capital santafesina.
“....excavando un pequeño canal, obra que debe hacerse a mano pues dada la escasa profundidad del río no podría efectuarse con draga. Se ocupa en la construcción del canal una cuadrilla de peones”, detallaba el vespertino.
Al día siguiente, es decir el 14 de julio del citado año, se contaba a la población que había sectores de la periferia de la ciudad que presentaban problemas con la provisión de agua a través de pozos de balde y semisurgentes. “Han quedado secos en muchos puntos, viéndose obligados los dueños a profundizarlos”, destacaba el diario.
Además, se exponían los reclamos de vecinos de calles San Juan, San José y Amenábar. “No tienen agua para asearse y lavar la ropa. Acostumbran a recoger en recipientes agua de lluvias, pero esta vez hace casi dos meses que no se producen precipitaciones. Sólo les queda el recurso de comprar el elemento a los aguateros que cobran hasta 40 centavos por un barril de agua”, remarcó El Litoral.
Otra complicación derivada de la extraordinaria bajante del Río Paraná, fueron los problemas en la navegación en la región y para transitar al puerto santafesino. “Aumentan día a día las dificultades para la navegación de los buques de cabotaje mayor. Los vapores, pontones, lanchas, etc de mayor calado, sólo transportan cargamentos parciales a fin de no varar”, contaba este diario el 15 de julio de 1944.
Lejos de menguar, el proceso de bajante se acentuó en septiembre de 1944. El Litoral en sus páginas dio cuenta que para el día 14 del noveno mes del año el nivel del río en el puerto santafesino era de 80 cm por debajo del cero.
Con la altura tan baja, la Laguna Setúbal se mostraba a los santafesinos en su mínima expresión. “Actualmente sólo queda un pequeño canal o lecho que termina a la altura de los pilares de lo que fue el puente del F.C.S.F y las aguas se encuentran estancadas, y se corrompen por efecto de los desperdicios de descomposición. De ahí emanan malos olores que molestan a vecinos de la Avenida Siete Jefes y sus inmediaciones, sobre todo los días con viento Noreste”, detalló el vespertino el 19 de septiembre de 1944.
Con ese panorama, los pescadores que habitualmente se congregaban a la altura de Monte Chañar para descargar el recurso en camiones, veían caer estrepitosamente las ventas.
Como se dijo, la extraordinaria bajante del río Paraná impactó de lleno en la Laguna Setúbal. En septiembre de ese 1944, Diario “El Orden” tituló entre sus páginas que el espejo de agua de la ciudad de Santa Fe había “desaparecido”.
El recurso literario no hacía otra cosa que pintar la cruda realidad que atravesaba la laguna. “Hemos comprobado que la laguna ¡ya no existe! Un inmenso prado, un arenal con fajas de verdes gramíneas o plantas silvestres es lo único que se ve...Parece increíble pero es la verdad: ¡la laguna ya no existe!”, contó el antiguo diario santafesino.
En esa misma crónica, desde El Orden se reclamaba algo que ocurre cada vez que las aguas se retiran: limpieza. “Se presenta una oportunidad única para limpiarla: en la zona de la playa es fácil encontrar latas, piedras, vidrios, etc, que causan en época de veraneo verdaderas molestias para los bañistas”, instaba el periódico santafesino.
El 29 de octubre de 1944, un informe del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, que reprodujo El Litoral daba cuenta de lo extraordinario de la bajante. El reporte, con datos de altura de años anteriores indicaba: “En el desarrollo del fenómeno durante la segunda quincena de septiembre y en lo que de este octubre no se ha producido el repunte que suele presentarse durante el desarrollo de los estiajes de carácter extraordinario”.
Además. el artículo hacía referencia a los escasos valores que se registraron en los “repuntes” de los citados meses de 1944, característica que tildaba de extraordinaria. “Es este un nuevo elemento (N. del R: el poco crecimiento del río antes citado) de juicio para definir la actual bajante del Río Paraná, como de caracteres verdaderamente excepcionales”, aseguraba.