Desde hace al menos cuatro años, el cielo santafesino recibía miles y miles de golondrinas que llegaban en vertiginosa migración desde la región del norte continental, aleteando más de 7 mil kilómetros, escapándole al frío y en busca de calor.
Todos los veranos estas aves llegan en forma masiva. Pero todavía no aparecen en grandes bandadas. La explicación.
Desde hace al menos cuatro años, el cielo santafesino recibía miles y miles de golondrinas que llegaban en vertiginosa migración desde la región del norte continental, aleteando más de 7 mil kilómetros, escapándole al frío y en busca de calor.
Pero curiosamente, durante este enero no se vieron las increíbles bandadas de estas aves en plazas como la Constituyentes y la España, además de la zonas del Puerto, lugares “fijos” para disfrutar del espectáculo natural.
Las que llegaron -golondrinas especies doméstica, parda y también la negra- están en pleno proceso de anidación. Y cuidándose de las aves predadoras de sus huevos, que son muchas, las más comunes para esta región del litoral.
¿Hay algún factor biológico climático que está haciendo “demorar” el multitudinario peregrinar de las golondrinas hasta esta ciudad, que es de sus predilectas por las condiciones naturales?
“Quizás esté ciertamente alterado el ciclo biológico de estas aves. Creo que se van a empezar a ‘amontonar’ más adelante, a finales de febrero o principios de marzo. La causa de esto podría ser el fenómeno de El Niño y el cambio climático”, le explicó a El Litoral Pablo Capovilla, experto en aves, quien junto a Eduardo Beltrocco son guías intérpretes de naturaleza tanto de la Reserva Natural Urbana del Oeste como del Jardín Botánico.
Lo que se debe aclarar es que la migración empezó. “Las aves están en la ciudad, pero nidificando en otros lugares no tan visibles. Es llamativo el proceso de las golondrinas, porque migran hasta aquí medio dispersas, pero emigran todas juntas, con la llegada del frío. Cuando termine la etapa reproductiva, poco antes de partir hacia el Norte, se verán en la ciudad enormes grupos de golondrinas”, amplía Capovilla.
Entonces, las golondrinas están en la ciudad y en pleno ciclo reproductivo, pero no se dejan ver tanto. “Estas aves ponen huevos más de una vez; si esos huevos son depredados, vuelven a dar huevos. Seguramente ya hay una tanda de pichones, y por eso esta población se verá de forma masiva a finales de mes”, agrega.
Es muy probable que esta “demora” de la presencia de miles y miles de golondrinas en los cielos santafesinos se deba al fenómeno de El Niño. “Pensemos que volvió el agua a muchos ambientes en los cuales hacía mucho tiempo que no tenía agua. Aquella larga sequía, donde faltaba alimento para estas especies de aves, con la bajante de los ríos, seguramente alteró todos los ciclos”.
El especialista confía en que ahora estos pájaros se irán adaptando a los ambientes de la ciudad y zona de influencia, es decir, a una región húmeda, con lluvias propias de El Niño y temperaturas altas. Y no descarta que se vean cambios en los comportamientos de las aves, justamente porque cambió el ambiente con relación a cuatro años atrás.
La Reserva Natural Urbana del Oeste (ubicada en Gorostiaga 4659) es una de esas “joyas medioambientales” que merecen ser conocidas por los santafesinos. Allí trabaja Capovilla todos los días cómo guía e intérprete de la naturaleza. La novedad es que en el predio se terminó de construir un mirador: esto fue posible gracias a un premio otorgado por una ONG ambientalista y la UNL.
Esa distinción sirvió para levantar un mirador inclusivo para personas con discapacidades motrices. “Son tres paredes con un techo lleno de enredaderas, que ya están creciendo; y el techo está hecho con tablas de plástico reciclado. Recordemos que este predio antes era un basural; hoy es una reserva natural inclusiva, sustentable y abierta para toda la ciudadanía”, dice Capovilla con orgullo.
La Reserva ya cuenta con un sendero completo de 800 metros, es decir, 1.600 metros de ida y vuelta para pasear y observar los pájaros y plantas autóctonas. Además, se colocó cartelería informativa.
“Un visitante puede recorrer el lugar sin guías (también hay visitas guiadas, claro) y tener información sobre la flora y la fauna de nuestra región. Hay varios códigos QR para escanear y descargar la guía de las aves, las plantas y hasta los insectos que tenemos registrados aquí”, indica.
Para febrero está en carpeta hacer los ‘miércoles de humedales’, es decir, salidas a diferentes humedales de la ciudad. “La idea que se maneja es ‘movernos’ y ‘mover’ a la gente hacia la naturaleza, y también volver a realizar las visitas guiadas del Jardín Botánico”, se entusiasma el especialista.
Los guías e intérpretes están en la Reserva Natural urbana del Oeste de lunes a viernes de 7.30 hasta las 12 horas. Aquellos que quieran recorrer el predio sin visita guiada, lo pueden hacer de forma gratuita. Y quienes quieran el acompañamiento y la explicación de los guías, deben mandar un correo electrónico a [email protected] para coordinar día y hora.
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