Domingo 6.8.2023
/Última actualización 22:26
Y la semana que se fue comenzó con un audio que se volvió viral por el servicio de mensajería WhatsApp, y que luego se amplificó a través de las redes sociales. Era de una señora que criticaba a la feria popular que se realiza en la explanada de El Molino, en la ciudad capital. "Vengo indignada. La 'negrada' invadió bulevar. Claro, me metí a ver: venden ropa usada, cositas baratas que pueden comprar, accesibles para el bolsillo de los 'morochos'". Así, como se lee, era la palabra de la vecina.
La mujer tuvo la "delicadeza" de aclarar que "no quería pecar de discriminatoria ni de racista", pero siguió sus improperios en ese sentido: "Esa gente no está preparada para estar en bulevar. Yo le pediría al intendente que organice esa feria pero de Aristóbulo del Valle para el norte, si es posible cerca de la Granja La Esmeralda, que es el lugar de ellos, no de bulevar". Y se despachó: "Loco, no traigan la 'negrada' acá adentro, dejala allá, y meteles chamamé, choripán y mucho, mucho tetra brick".
Con "negrada" y "morochos", la vecina hacía alusión coloquial a las personas de los sectores sociales más vulnerables -que padecen la pobreza y la indigencia-, e incluso a los inmigrantes de países limítrofes que llegan al país en busca de oportunidades de vida. Entonces, las expresiones de la ciudadana santafesina son racistas y xenófobas.
Y si "esta gente" no "está preparada" para bulevar -como si la ciudad estuviese "partida" por sectores más o menos pudientes- que "se vayan" donde no estén al alcance de sus ojos: a un sector alejado y aislado. Esto toca el peligroso concepto de "guetización", por el cual se excluye y aparta de un espacio físico-social-urbano a un grupo humano, al que se lo quiere confinar en un "ghetto". El término se utiliza de forma peyorativa, pues habla de exclusión social.
"La ciudad es una sola"
Saltó a "atender" a esta vecina la concejala socialista Laura Mondino, que en un reel de Instagram, declaró: "Las ferias son espacios de encuentro donde la gente va y la pasa bien; va a tomar mates con la familia y los amigos; encuentra cosas hermosas (artesanías) en los puestos y, de paso, ayuda a los emprendedores locales. En Santa Fe hay un montón de ferias distribuidas en la ciudad, y sí, claro que en bulevar también. Porque la ciudad es una sola: no empieza y termina en el centro", dijo la edila.
Pero también habló en la emisora local LT9 Marita Moyano, secretaria general de Mujeres Came, y referente de dicha feria: "El audio al principio me dio mucha bronca, lo tome como un acto de discriminación. Hice algunas consultas para ver si salíamos con una nota de repudio; pero después dije que no, que esto potencia a nuestras ferias (...). Usualmente tenemos 80 puestos (en la feria de la explanada de El Molino) y ahora vamos a tener 100. Así que le agradecemos a la vecina la publicidad", dijo, en tono de humorada.
El Litoral recorrió la feria en cuestión. Es igual a otras tantas que hay en esta capital: hay emprendedores que ofrecen sus productos (de panificaciones, textiles, bijouterie); stands con artesanías, otro con remeras y buzos sublimados; un puesto ofrece ropa usada, otro libros usados, etcétera. A veces se hacen sorteos con los concurrentes (a quienes van, se les entrega un "numerito", y el que gana se lleva un regalo sorpresa), y a veces toca alguna banda.
Sin ninguna intención de emitir juicios de valores éticos, un audio con semejante carga de racismo se conoce porque se reenvía. Sea por WhatsApp o por otro sistema de mensajería, como Telegram. El usuario al que le llega tiene dos opciones: o cuestionar quien lo reenvió, pues le dio circulación a un contenido con conceptos peyorativos y agraviantes hacia un grupo social, o, en el peor de los casos, reenviarlo a otros usuarios y grupos, convalidando así la híper reproducción ad infinitum esos mensajes nocivos.
"Correctivos" institucionales
El segundo caso, quizás más grave, fue el de un local de comidas rápidas de la ciudad de Rafaela. También se conoció por las redes sociales. "Sale una hamburguesa Ana Frank, acompañada de papas fritas Adolf (por Hitler, se infiere)", fue uno de los eslóganes. En el menú aparecen también las papas rústicas "Benito" (por Mussolini, fundador del fascismo), y "Gengis" (por Gengis-Kan, conquistador mongol, figura tristemente célebre por su violencia, crueldad y el terror que sembró).
¿Hubo una estrategia publicitaria por parte del comercio de comidas que se basó en querer reivindicar los totalitarismos e, incluso, de sesgo antisemita? ¿Hubo una búsqueda intencional de generar repercusión a partir de la polémica, para así obtener notoriedad? ¿O bien se quiso ser "ingenioso" y la jugada salió mal? Lo cierto es que como la cuestión tomó relevancia nacional -incluso los portales porteños más vistos publicaron la noticia-, rápidamente se activaron los resortes institucionales, que actuaron como un "correctivo" de estas estrategias.
"La propaganda de una hamburguesa que se llama 'Ana Frank' y unas papas fritas de nombre 'Adolf', no sólo no son graciosas ni mucho menos, sino que son agraviantes, insultantes y repugnantes. Ese 'pinceladita' nazi no sólo que es ofensiva hacia las víctimas de genocidio, sino que ofende la dignidad humana", fue el comunicado de la Asociación Cultural y Deportiva Israelita Argentina "I. L. Peretz".
La entidad judía santafesina lamentó "profundamente" este tipo de publicidades, repudiando "su presentación y difusión", al tiempo que solicitó a las autoridades pertinentes (nacionales, provinciales, municipales, políticas, judiciales, legislativas) "obren en función de la legislación vigente".
El antes y el después. A la izquierda, el polémico menú del local de comidas rápidas rafaelino. A la derecha, y luego de haber pedido disculpas públicas, el nuevo menú "de la paz".También vino el repudio de la ONG "Espacios Educativos", dirigida por Leonardo Simoniello, la cual lleva adelante desde hace años la reivindicación de la vida, obra, legado y mensaje de paz de Ana Frank. "La utilización comercial, marketinera del nombre de Ana Frank de esta forma, banaliza el Holocausto y agrede la memoria de millones de personas víctimas de este hecho de la historia", dijo la entidad en un comunicado de prensa.
Desde Espacios Educativos, "sostenemos la pedagogía de la memoria y encontramos en la vida de Ana una forma de acercarnos a los jóvenes de hoy, que también sienten la existencia de cosas que les duelen, que los discriminan o que muchas veces padecen situaciones de acoso".
"Es por ello que esto nos importa y mucho, porque además este comercio seguramente trabaje con este sector (etario)", manifestó por su parte Simoniello. E invitó a los dueños del local fast food a reunirse para charlar sobre Ana Frank y "de cómo se construyó el nazismo, que provocó el asesinato de millones de personas".
Menú "de la paz"
Estos resortes de contención ante esta desafortunada campaña publicitaria existen y están alertas. Los repudios llegaron a los medios de comunicación. Y ante tanta presión, el emprendimiento gastronómico pidió disculpas por "la ofensa y la falta de sentido de la responsabilidad con el uso indebido de nombres que remiten a heridas abiertas en la humanidad en su conjunto".
"Las críticas recibidas nos ayudaron a reflexionar en profundidad sobre la inaceptable banalización del dolor inenarrable de millones de personas víctimas de una maquinaria de muerte y exterminio como lo fueron los totalitarismos (…). La ironía y el cinismo no caben cuando se trata de comprender que existen límites, que no todo es lo mismo, y que el pedido de perdón debe ser acompañado de una enmienda para sanar el daño causado", posteó el local de fast food en su cuenta de Instagram.
Y como "reparación", dispuso un "cambio urgente" de los nombres de los productos del menú del local: las hamburguesas y las papas fritas pasaron a llamarse Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Dalai Lama, Barack Obama, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela y Juan Pablo II, entre otros. Todos referentes de la paz mundial.
La sociedad, ¿está al límite? ¿Admite y acaso naturaliza estos mensajes ideológicamente peligrosos? Es imposible de responder en términos absolutos la pregunta. Lo que sí es cierto es que hay límites, y que cruzarlos tiene sus consecuencias. Lo dicho: reenviar un audio o mensaje escrito con contenido agraviante o discriminatorio es una conducta individual que puede generar consecuencias públicas, retomando el ejemplo de la señora enojada con la feria.
En todos los casos, las entidades que operan como vallas de contención (Defensoría del Pueblo, INADI, secretaría de los Derechos de la Niñez y Adolescencias, Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad, Mesa Interreligiosa por la Paz de Santa Fe, organizaciones de la sociedad civil) están activas, afortunadamente.