Nuevo humedal en la Setúbal de Santa Fe: ¿un yuyal o la oportunidad de conocer la naturaleza?
Desde el INALI (CONICET-UNL), se están monitoreando los cambios que ocurren en el humedal de la laguna. Se trata de un ecosistema que cumple funciones relevantes para la ciudad: reservorio de especies vegetales y animales nativas, es una barrera natural contra inundaciones y un área de retención de contaminantes.
Identidad. La Setúbal es símbolo de la ciudad, junto al puente Colgante. Y ahora, además de ser laguna, es identificada como un humedal natural. Crédito: Fernando Nicola.
Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI, CONICET-UNL), se están monitoreando los cambios que ocurren en el humedal de la laguna Setúbal de la ciudad de Santa Fe, un ecosistema formado en la ribera oeste de la laguna que cumple funciones relevantes para la ciudad, por al menos tres razones. Es un reservorio de especies vegetales y animales nativas, es una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de las aguas y se constituye además como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes.
Desde julio del año pasado, cuando se registraron los valores más bajos en el nivel de agua del río Paraná de los últimos 78 años, rige en toda su cuenca una emergencia hídrica. El sistema de la laguna Setúbal forma parte de la cuenca de drenaje del Paraná y no escapa a esta realidad. Este cuerpo de agua, que más que una laguna ya es un río, es alimentado por el oeste por el sistema de arroyos Los Saladillos y por el este, por la descarga del arroyo Leyes. Su breve recorrido concluye en la confluencia con el riacho Santa Fe para formar el río Santa Fe.
Con la bajante extraordinaria, grandes extensiones de terreno de la margen oeste de la Setúbal quedaron descubiertas de agua. Los sedimentos de la laguna están formados por una mezcla de arena y limos ricos en nutrientes que son arrastrados por los arroyos que la alimentan, y son, por lo tanto, el sustrato ideal para el asentamiento de vegetación que conocemos como “vegetación de ribera”.
Lo que estudian desde que comenzó la bajante, es aquello que los biólogos llaman “sucesión ecológica”. Este proceso no es más que el reemplazo de especies vegetales y animales (conocidas como especies colonizadoras) que van preparando el terreno para que diversas comunidades de organismos vivos, cada vez más complejas, puedan asentarse. Quien se acerque a las orillas de este bosque de ribera en formación, habrá notado que algunas partes del suelo están encharcadas y hay una gran variedad de vegetación. Esto es lo que los investigadores llaman un “humedal”.
El humedal de la Setúbal
Un humedal es un ecosistema acuático de transición entre uno completamente acuático (como es la laguna Setúbal) y uno completamente terrestre (en este caso la playa oeste de la ciudad de Santa Fe). En los últimos años los humedales vinculados al río Paraná adquirieron gran relevancia en los medios de comunicación por los recurrentes incendios que se estuvieron produciendo, y aún continúan, en estos ecosistemas de elevada importancia social, económica y ambiental.
Este nuevo humedal de la laguna Setúbal cumple muchas funciones que son relevantes para la ciudad. En primer lugar, es un reservorio de especies nativas, y algunas exóticas, que son propias del ecosistema urbano de la ciudad y del sistema del río Paraná. Esto implica que se constituya además como una oportunidad de recreación para los habitantes sin alejarse de la ciudad donde pueden apreciar la vegetación, sus formas, olores y flores, el canto de las aves, y, si vas más a la tardecita, el canto de las ranas y de los murciélagos que salen a cazar insectos.
Este humedal es además una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de la laguna, reteniendo el flujo de agua y disminuyendo los efectos negativos que pudiera tener sobre la costanera. Por otro lado, este ambiente también se constituye como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes que de otra forma entrarían a las aguas de la laguna.
La vegetación de la Setúbal
El humedal que se formó en la margen oeste de la Setúbal tiene varias características que lo definen. Particularmente la más notable es el gradiente de vegetación. Hacia el borde de la laguna, se puede encontrar vegetación de tipo palustre (adaptada a soportar suelos inundados) como son chilillos, juncos y totoras, o incluso en aquellas zonas cubiertas por agua, vegetación acuática flotante y arraigada como son helechitos y redonditas de agua, camalotes y cola de zorro. Hacia el otro extremo (hacia la avenida Almirante Brown) se observan algunos árboles típicos de las riberas de cauces fluviales como son sauces, alisos y ceibos.
Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI) están monitoreando los cambios que van ocurriendo en este humedal, con especial interés en la diversidad biológica. Es así como, a pesar de estar en invierno, lo que naturalmente implica que haya menor cantidad de especies, ya pudieron registrar más de veintitrés especies de plantas, que incluyen los árboles antes mencionados, arbustos de chilca, cortadera y herbáceas como son la menta, salvia, el falso duraznillo, o la campanilla azul. La presencia de vegetación atrae a una gran cantidad de animales, desde insectos hasta micromamíferos, aves y anfibios que usan esta área como refugio, zonas de alimentación o incluso reproducción.
Especies. Algunos árboles típicos de las riberas de cauces fluviales como este son los sauces, alisos y ceibos. Crédito: Fernando Nicola.
Las especies animales: Micromamíferos, anfibios y aves
Entre los micromamíferos los investigadores han registrado ocho especies de roedores, entre los que se destacan la falsa nutria o coipo y el cuis, por lo menos tres especies de murciélagos y dos especies de las muy conocidas comadrejas. Entre los anfibios, se destaca la presencia de nueve especies, la mayoría de ellas ranas, como son la ranita del zarzal, la rana punteada, la rana enana y dos sapos: el sapo común y el sapo panza amarilla.
Aves. Algunas de las especies que se observan en la Setúbal son las pollonas, el macá, el biguá, las garzas, y, además, aves típicas de los pajonales como son la interesante variedad de tordos. Crédito: Fernando Nicola.
Sin duda, la diversidad más grande la constituyen las aves con más de sesenta especies registradas hasta ahora. Algunas de ellas se pueden ver también en la ciudad, como los benteveos, cardenales, calandrias, carpinteros, palomas, golondrinas y zorzales. Hay otras acuáticas como las pollonas, el macá, el biguá, las garzas, y, además, aves típicas de los pajonales como son la interesante variedad de tordos que se han registrado allí.
Todas estas aves pueden verse en este humedal, aunque su frecuencia y abundancia depende mucho de la época del año. Por ejemplo, especies migradoras como la tijereta y el sirirí real han sido observadas allí en primavera y verano cuando llegan para reproducirse, mientras que hay especies que lo habitan en invierno como la calandria real y los flamencos australes. La presencia de estas especies en este humedal le da aún más importancia para su conservación y valorización.