Como en "Luna de Avellaneda": vecinos de Candioti se movilizan para recuperar un mítico club de barrio
Se trata del Sarmiento, nacido a fines de la década del '30. Luego del proceso normalizador, se movilizaron para que la entidad vuelva a ser "social, deportiva y cultural". Hoy, funciona el patio cervecero. Dos versiones encontradas.
Como en "Luna de Avellaneda": vecinos de Candioti se movilizan para recuperar un mítico club de barrio
Fundado en 1939, el Bochas Club Sarmiento, ubicado en calle Sarmiento 2958, en el corazón de barrio Candioti Sur, hoy pareciera estar viviendo una situación análoga con la ficción cinematográfica. Con el argumento de una comisión directiva actual con problemas, un grupo de vecinos decidió organizarse para "salvar" -tal el eslogan que utilizan- la entidad, devolviéndole su espíritu de club social, deportivo y cultural. Tal como ocurrió en la recordada película argentina "Luna de Avellaneda".
Los antecedentes que derivaron en esta situación vienen de larga data, y son complejos. Hace cinco años, se presentó una denuncia ante la Inspección General de Personas Jurídicas de la Provincia de Santa Fe (IGPJ) por supuestas "irregularidades" en la Comisión Directiva de aquel entonces. En 2018 se realizó la última asamblea.
La foto es de (circa) mediados del siglo pasado. Las familias del barrio se amontonaban -literalmente- en el Club Sarmiento.
Pasaron los años, pandemia mediante, y la Inspección General decretó la normalización de la entidad, en junio de este año. ¿Qué implica un proceso normalizador? La convocatoria a un reempadronamiento de socios. Ahí entran en escena los vecinos, impulsados por su afán de recuperar el club como institución social, deportiva y cultural. Actualmente sólo se da uso al patio cervecero, y hay un profesor que dicta un taller de música.
"Nuestra intención es que el Sarmiento vuelva a ser un club de barrio, como lo fue en sus orígenes: con actividades deportivas y recreativas para adultos mayores, niños, niñas, adolescentes. Aquella última asamblea fue declarada nula, y la anterior Comisión Directiva dejó de funcionar, con sendas irregularidades...", le dijo a El Litoral Betiana Martí, socia del club y una de las referentes de esta "movida" vecinal.
La otra campana
Pero por otro lado, personas allegadas al club -y que pidieron reserva de nombres-, desmintieron la aseveración de Martí. "Hoy está conformada una comisión directiva 'de hecho', que es la última que se constituyó. Por aquella denuncia presentada, no se pudieron presentar más los balances ni realizar asambleas desde 2018". Al mismo tiempo, informaron que el servicio de patio cervecero no está concesionado, porque "todo lo que tenemos acá es propiedad del club".
Antes, la espuma de los lisos se "cortada" con una varilla de madera. Todo un registro de época.
Además, las mismas personas cercanas al club aseguraron a este diario que no hubo ni hay "ninguna irregularidad". "Está todo avalado por la IGPJ. Con la pandemia, la batallamos mucho… Se tomó la medida drástica de no permitir que los comensales se traigan su propia comida, como se hizo históricamente, y todos lo entendieron, dada la situación de crisis. Todos lo entendieron, excepto estos vecinos que iniciaron la movida. Ellos nunca se acercaron a ayudar. No sé desde cuándo quieren tanto el club…", fustigaron. Como se ve, hay conflictos de intereses vecinales donde aparecen claroscuros. Es por eso que El Litoral contó las dos versiones, que evidentemente están enfrentadas.
Reempadronamiento y listas
Ocurrió que durante el reempadronamiento de socios, "nos encontramos con que venían gentes de otros lugares, de otros barrios. Vimos situaciones irregulares, personas desconocidas… Hubo episodios extraños, y esto nos asustó: no sabemos quiénes tiene intereses respecto del club", advirtió Martí. El padrón cerró con 684 socios: muchos anotados son del barrio, y otros tantos son "desconocidos", según su relato.
El próximo paso serán las elecciones para conformar la nueva Comisión Directiva, que tendrá lugar el 1° de octubre próximo. Se presentaron dos listas: una es la Lista Amarilla ("Salvemos al Club Sarmiento"), encabezada en la presidencia por Betiana Martí e integrada por vecinos del barrio. La otra es la Lista Verde ("Sarmiento En Familia"), la cual, según la vecina entrevistada, "lleva gente que no es del barrio… Todo muy extraño", puso un manto de misterio.
Hasta casamientos se celebraban en el club ubicado en el corazón de Candioti Sur.
El Litoral intentó comunicarse con algún referente de la Lista Verde para conocer los objetivos y planes que tiene este sector para el club Sarmiento. De momento, no obtuvo respuesta. En su página de Instagram, están publicadas las propuestas "de reactivación y revitalización" para "volver a tener un Club Social, Cultural y Deportivo".
Las metas de la Lista Verde para el Sarmiento son "volver a tener un club abierto a la comunidad, traer la comida casera y tomar liso en familia; recuperar el espíritu del club con actividades culturales, sociales y deportivas; rechazar cualquier emprendimiento gastronómico que no sea un buffet como siempre tuvo el club; rechazar acciones partidarias dentro de las instalaciones de la entidad, y modernizar la infraestructura y organización del club para favorecer la transparencia".
El club, hoy y ayer
Según el relato de Martí, hoy el club sólo funciona el servicio gastronómico de patio cervecero y "hay un profesor que da un taller de música, nada más". El Sarmiento es una asociación civil sin fines de lucro, tiene personería jurídica y deportiva.
Atrás en el tiempo, la gente se llevaba por las noches la comida que había sobrado del almuerzo del mediodía al club: esto estaba permitido. Es decir que las familias comían sin gastar, sólo consumían los lisos bien fríos y compartían un buen momento con los vecinos de la cuadra. Había en aquello un profundo sentido de solidaridad y comunión social.
El registro gráfico es de enero de 2006. Las mesas estaban llenas.
"En la época en que eso ocurría, mi abuelo fue socio fundador del club e inauguró el primer patio cervecero, en el año '66. La gente se llevaba su propia comida. Esto funcionó hasta hace unos años. El único ingreso era por la venta de lisos, y con eso él y otros vecinos hicieron todo para levantar las paredes. Y aquel sueño es lo que queremos retomar nosotros: engrandecer el espíritu social, y activar la parte deportiva y cultural de la entidad", enfatizó Martí.
Un par de últimas apostillas: en la "época dorada" del Sarmiento, pasaban 40 barriles sin que se cerrara la canilla de las tres choperas que existían. El club tuvo canchas de bochas, equipo de fútbol, se hacían bailes y picnics de carnaval. Bien de barrio. Todo eso es lo que se busca rescatar. "Esperemos que el final de nuestra película no sea como el de Luna de Avellaneda", fue su expresión de deseo final.