El muralista vasco que retrató el dolor y la esperanza
Los detalles de la vida y obra de un pintor español que, a pesar de su exilio en Argentina, dejó un legado artístico atravesado por su representación del sufrimiento humano. Sus murales icónicos, su influencia en el arte religioso y el recuerdo de una muestra de su autoría en el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe.
“Retrato de dama”, óleo sobre lienzo. Foto: Arte Subastas Bilbao
Juan de Aranoa nació en Bilbao en 1901. En 1920, recibió una beca que le brindó la posibilidad de estudiar en París, donde pudo ampliar sus conocimientos artísticos en la época posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando la ciudad francesa era una especie de “capital” de las artes y punto de encuentro de artistas e intelectuales. A su regreso, expuso en la Asociación de Artistas Vascos en 1925, obteniendo éxito tanto de crítica como de público.
Foto: Museo de Arte Moderno de Bilbao
Aranoa se destacó como muralista al crear los murales de la capilla de los Trinitarios de Algorta y el Hospital de Zaldíbar hacia fines de los años 20. En 1934 decoró, juntamente con Urrutia y Martínez Ortiz, el popular restaurante bilbaíno Luciano. En 1937, debido a su postura política, debió marchar al exilio. Eran los tiempos de la Guerra Civil Española. Se radicó así en Argentina, desde donde participó en la embajada cultural vasca Eresoinka que pretendió la difusión de la cultura vasca entre 1937 y 1939.
Durante sus años de exilio, Aranoa viajó por varios países de América y expuso en Estados Unidos. Regresó a Bilbao en 1949 e instaló su estudio en la Torre Ertzilla de Bermeo. A lo largo de su carrera, expuso en diversas galerías y museos de Bilbao, como el Museo de Arte Moderno y la Galería Miqueldi. En 1958 ejecutó los murales del Palacio de la Diputación de Bizkaia.
Foto: Museo de Arte Moderno de Bilbao
En 1972, llevó a cabo su última exposición en la Sala Arte. A pesar de una hemiplejía que le afectó el brazo izquierdo en 1962, siguió trabajando y realizó murales en la Iglesia de Las Mercedes de Las Arenas y en el Palacio de la Diputación de Bizkaia. En sus últimos años, Aranoa trabajó en Mundaka y alterna su residencia entre Olivos (Buenos Aires, Argentina) y Algorta. Falleció en Olivos el 3 de junio de 1973.
Un dato de color: Aranoa concibió una obra titulada “Gernika”, un óleo inspirado en la destrucción de la localidad de Gernica durante la guerra, los mismos hechos que inspiraron a Pablo Picasso para su famoso mural, del cual hablamos en este mismo espacio hace algunas semanas.
Foto: Mutual Art
“Juan de Aranoa y Carredano es hoy un autor poco conocido pese a que la crítica lo considera uno de los más importantes pintores vascos de todos los tiempos. Salvo una calle y la escuela artística municipal de Amurrio poco recuerda al artista”, indicó Mikel Rodríguez en su artículo “El pintor Juan de Aranoa, República, guerra y exilio”.
Sin embargo, su huella es profunda. Las propias palabras de Aranoa (citadas en un texto firmado por Jon Mujika) dan cuenta de algunas claves para entender su vigencia. “No sé por qué lo que pinto con más frecuencia es el dolor, o motivos emparentados con él, o elementos simbólicos con escenas de enmascarados. Tal vez eso sea lo que me emociona: el dolor acumulado del oriente extremo al lejano occidente; la gente que lucha trabajando en los mares y en las tierras por su diario sustento y el de los suyos. Ellos, con sus preocupaciones, sus enfermedades, sus cárceles, sus lamentos y las guerras que desgarran los cuerpos y las almas”.
Foto: Karen Amaia
El pintor en Santa Fe
En noviembre de 1944, el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez dedicó una muestra al artista plástico vasco Juan de Aranoa, quien estuvo presente. El entonces director del Museo, Horacio Caillet-Bois, al inaugurar la muestra, pronunció un discurso en el cual se refirió “al arte religioso, a la artesanía y a las tendencias geométricas de un arte que llamó deshumanizado”.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Al referirse al pintor español en el cual estaba centrada la muestra, afirmó: “de la capacidad artística de Aranoa es buena muestra todo lo que ha realizado en España para los Trinitarios de Algorta, para los Franciscanos de San Sebastián para la Iglesia de Alava, de Zaldivar, etc. y en otra zona de su versatilidad creadora, las importantes decoraciones murales y de grandes dimensiones, como la que le fuera encomendada por la Diputación de Guipúzcoa, la que realizó en Bilbao para el Palacio de una Casa de Seguros y la que hizo en 1936, por encargo del Jefe de Arquitectura del Estado, don Secundino Zuazo, para el Nuevo Frontón de Recoletos”.
“Estaba por empezar, ese mismo año, las pinturas murales al fresco de los nuevos ministerios cuando la Guerra Civil interrumpió todos sus trabajos y tuvo que emigrar a París. Aquí realizó, desde 1937 hasta 1940, numerosos trabajos pictóricos en asuntos religiosos, en retratos y en paisajes”, agregó.
Foto: Archivo El Orden / Hemeroteca Digital Castañeda
“Juan de Aranoa se encuentra en la Argentina desde el año 1941. En Buenos Aires recibió de la Compañía de Jesús el encargo de pintar este Vía Crucis para la Iglesia del Salvador. En eso ha estado trabajando todos estos años infatigablemente. Porque Aranoa es un artista probo que sabe que el genio es una larga paciencia y sobre todo, que el arte religioso es una artesanía humilde inspirada por la fe que depende, de consiguiente, del trabajo y la oración. Su técnica de pintor consiste en pintar sobre fondos de oro en masas de color en que dominan grises y azules, que comunican a sus tablas una tonalidad sombría que transmite hondamente el acento místico, en este caso el drama de la Pasión”, añadió.
Foto: Gentileza
Y finalizó: “agradezco a Juan de Aranoa su colaboración para que esta gran obra pudiera exhibirse en Santa Fe, como un ejemplo magnífico de lo que puede realizar la inteligencia aliada con la fe. Felicito también a los jesuitas por la incorporación al culto en su Iglesia del Salvador de Buenos Aires de una obra que señalará una época en la pintura religiosa en el país”.
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