La pasión y la polémica rodearon al artista austríaco, que en su breve vida dejó obras signadas por la introspección, la transgresión y la ruptura de las normas establecidas en la conservadora Viena de principios del siglo XX.
“Muerte y doncella”, de Egon Schiele. Foto: Galería Belvedere Viena
En la brevísima vida del austríaco Egon Schiele, el arte fue un terreno fértil de búsquedas intensas y controversiales. Este pintor y dibujante expresionista, fallecido a los 28 años en 1918 afectado por la epidemia de gripe española, creó pinturas al óleo y obras en papel, todas ellas marcadas por la introspección y la osada representación de la sexualidad.
Schiele nació en Tulln an der Donau, Austria, el 12 de junio de 1890. Desde muy joven idolatró al simbolista Gustav Klimt, figura central del modernismo vienés. La relación entre ambos comenzó en 1907 cuando Klimt se convirtió en mentor de Schiele, influyendo en su estilo con cuerpos alargados y líneas expresivas.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Barneby's
La figura humana fue el tema central de la obra de Schiele. Su serie de autorretratos, creados entre 1910 y 1918, poseen complejidad psicológica y una intensa emocionalidad. En estos autorretratos, Schiele se presenta como una figura demacrada y torturada, huesuda y angulosa, cargada de tensión.
Con ojos oscuros que miran con ferocidad y una pose que sugiere al Cristo crucificado, estos autorretratos son un estudio de su propia psique y una transgresión de las normas artísticas y sociales de su tiempo.
Galería Belvedere Viena
La Viena de principios del siglo XX era mayoritariamente conservadora. Schiele, con su abierta exploración de la sexualidad, fue considerado un provocador. Sus trabajos escandalizaron a la sociedad, llevándolo a enfrentar cargos de “inmoralidad pública” y un breve encarcelamiento en 1912 por exhibir dibujos obscenos.
Rafael Bladé destaca, en un texto escrito para La Vanguardia, cierta paradoja respecto a Schiele. “El artista austríaco, de cortísima carrera, vivió en la Viena de Sigmund Freud, pero las teorías sexuales del psicoanalista eran cosa de una minoría. La mayoría lucía una moral católica casi medieval. Allí un artista no se ganaba la vida con estampas clasificadas X, sino con las efigies de ricos contemporáneos”.
Galería Belvedere Viena
A pesar de estos obstáculos, continuó creando. Según el historiador del arte Albert Elsen, Schiele adoptó una técnica de dibujo inspirada en Auguste Rodin, en la que no despegaba la mirada del modelo, dibujando sin mirar el papel. Este método le permitía capturar la esencia emocional y psicológica de sus sujetos de manera directa y cruda.
La contribución de Schiele no fue plenamente reconocida en vida. Su obra, calificada en numerosas ocasiones como pornográfica, fue marginada y, en algunos casos, destruida. En 1939, bajo el régimen nazi, muchas de sus obras fueron catalogadas como “arte degenerado” y quemadas en Berlín.
Galería Belvedere Viena
A partir de 1911, Schiele también se dedicó a la creación de paisajes urbanos, especialmente de Krumau, la ciudad natal de su madre. Estas obras mostraron una tendencia hacia la simplificación y la abstracción, evidenciando su evolución artística y su capacidad para reinventarse.
Subjetividad y dolor existencial
“Ningún artista estuvo tan obsesionado con su propia imagen como Egon Schiele. A partir de 1910 su narcisismo, o su esquizofrenia, le llevaron a autorretratarse en todo tipo de actitudes, en numerosas posturas y gestos, con un erotismo muy provocador. El artista se representa tanto desnudo -a modo de San Sebastián herido- como vestido con todo un repertorio de disfraces en el papel de actor caricaturesco de una gestualidad cercana a lo grotesco”, señala Paloma Alarcó en un texto que consta en la página del Museo Thyssen Bornemisza.
Museo Leopold
Gisela Asmundo en “El ojo del arte”, agrega que la temática artística de Schiele “se caracterizó por una marcada tensión erótica, casi obsesiva con una sexualidad que no reflejaba ningún aspecto sensible del romanticismo. La línea que utilizaba para dibujar los contornos de los cuerpos es cortante e incisiva expresando la crudeza de la realidad y mostrando impetuosamente la dramática destrucción física y moral del ser humano”.
“Sus intenciones fueron las de expresar con énfasis la subjetividad introspectiva y el dolor existencial. Por eso la utilización de tonos arbitrarios y chocantes que no refieren a la realidad circundante. El color adquiere un valor autónomo, no naturalístico, resultando particularmente eficaz en muchas de sus acuarelas y diseños de alucinada tensión”, sostiene luego.
Guggenheim Bilbao / Met / Museum Vienna
El especialista en arte Miguel Calvo Santos enfatiza en que Schiele tenía verdadero amor por el desnudo. “Eran los suyos desnudos duros y agudos, con líneas cortantes e incisivas, pero no sólo físicos: la profundidad psicológica de los retratados va más allá de cualquier sexualidad. Las figuras son extremadamente delgadas con poses antinaturales, ojos desorbitados y manos deformes, retorciéndose no se sabe si de dolor o de lujuria”.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.