El genio puertorriqueño que revolucionó el impresionismo en el Caribe
Nacido en Puerto Rico el 17 de junio de 1833, combinó elementos del realismo y el impresionismo en sus obras. Educado en Europa pero comprometido con su tierra natal, su pieza más emblemática es “El velorio”. Lo recordamos en el aniversario de su natalicio.
“El velorio”, una de las piezas más conocidas de Oller. Foto: Museo de Historia Antropología y Arte en la Universidad de Puerto Rico
Francisco Oller y Cestero fue un pionero del impresionismo y el realismo en América Latina. Nacido en Puerto Rico el 17 de junio de 1833, provenía de una familia acomodada. A los once años comenzó sus estudios con el pintor Juan Cleto Noa, pintor que tenía una academia en San Juan y a los catorce años ya había demostrado su habilidad al reproducir un retrato de su abuelo realizado por José Campeche, quien fuera el primer artista conocido del país caribeño.
Musée d'Orsay
A pesar de recibir una beca para estudiar en Roma, su familia no permitió que partiera debido a su juventud. Sin embargo, a los dieciocho años, pudo irse a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando bajo la dirección de Federico Madrazo. Así, se convirtió en el primer pintor puertorriqueño que se educó en Europa.
Además de España, también pasó tiempo en Francia. Fue en París donde conoció a figuras del movimiento impresionista, incluyendo a Gustave Courbet (máximo representante del realismo) y Camille Pissarro (impresionista franco-danés, maestro de Paul Cézanne y Paul Gauguin). Esta experiencia enriqueció su estilo y su perspectiva artística, permitiéndole mezclar técnicas europeas con temas puertorriqueños.
Museo Arte de Ponce
En 1865, Oller regresó a Puerto Rico y estableció su Academia de Dibujo y Pintura en San Juan en 1870. Su objetivo era democratizar el acceso al arte, ofreciendo clases sin costo alguno y publicando “Conocimientos necesarios para dibujar de la naturaleza y elementos de perspectiva al alcance de todos”. Tres años más tarde, fue nombrado Pintor de la Real Cámara de Madrid, un honor que reflejaba su talento y dedicación.
Oller es valorado por sus trabajos que reflejan tanto la belleza natural de Puerto Rico como su realidad social. Su pintura más conocida, “El velorio”, es una escena del funeral de un niño en una casa campestre, con una combinación de duelo y celebración que muestra con claridad lo complejo de las costumbres locales. Esta obra se expone en el Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. El artista también destacó por su postura crítica ante las injusticias sociales, incluido su rechazo a la esclavitud.
Museo Arte de Ponce
En su discurso en la Escuela Normal de la Universidad de Puerto Rico, donde enseñó entre 1903 y 1904, Oller expresó su filosofía artística: “El arte de nuestra época debe representar, o criticar, mejor dicho, nuestros propios actos para que su fin sea provechoso. Este es el arte único que debe ser admitido y propagado (...) Nuestro arte no es una alegría, ni un placer, ni una diversión. El arte es más serio y más difícil de lo que era entonces”.
Mirada de especialistas
Richard Aste, curador de Arte Europeo del Brooklyn Museum: señala que Oller “fue uno de los pintores más célebres que surgieron del Caribe en el siglo XIX. Su talento artístico se hizo evidente desde joven, cuando vivía en San Juan, Puerto Rico, y se fue desarrollando durante cuatro estadías en Europa. Allí absorbió y reconfiguró los estilos radicales del realismo, con su enfoque democrático de los temas cotidianos, y del impresionismo, con su énfasis en la sensación de los efectos espontáneos y pasajeros de la luz y la atmósfera. Ambos movimientos ayudaron a Oller a formarse una visión artística única de su natal Puerto Rico”.
Musée d'Orsay
José Ángel González, en un artículo publicado en 2015 en 20 Minutos lo describe como “camarada de aquellos rupturistas que preconizaban la necesidad de plasmar la luz sin que importara demasiado la forma o identidad del tema o motivo”. Según González, Oller se convirtió en el único impresionista hispanoamericano de la primera hornada. “Aunque el suyo era un estilo que se balanceaba entre la impresión y el realismo -no era tan radical como Renoir o Cézanne, pero intentaba adoptar siempre el placer hedonista ante la vida que definía filosóficamente al movimiento-, fue considerado impresionista de pleno derecho e invitado a participar en exposiciones colectivas, como la del Salon des Refusés (Salón de los rechazados), montada por los creadores no admitidos por la ortodoxia académica”, agrega.
Laura Feinsilber, en un artículo sobre Oller publicado en Ámbito en 2016 explica por su parte que “entre el siglo XVIII y comienzos del XX, artistas europeos y estadounidenses visitaron el Caribe interactuando con sus colegas locales, proliferaron academias y escuelas de arte lo que inspiró a Oller y otros artistas caribeños a viajar a Europa. A través de bodegones, retratos y pinturas históricas, desarrolló su propio estilo expresivo”.
Brooklyn Museum
Oller murió en su país natal en 1917. Pero, debido a su interés por los paisajes, la gente y la cultura de Centro América, hay pinturas con su firma en museos de todo el mundo.
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