Enrique Sobisch: la revolución artística de un mendocino universal
Desde sus raíces en la provincia cuyana hasta su consagración en Europa, el pintor reivindicó la luz y el color como elementos centrales en su obra. Se vinculó a movimientos como el expresionismo y el surrealismo.
Dos obras de Sobisch que dan cuenta de su estilo: “Damas” y “Homenaje a Chagall”. Foto: Colección particular / Arte de la Argentina
“Rescatamos la dignidad del oficio, el respeto por las leyes armónicas y el concepto impresionista de la luz y la atmósfera. El color como mayor atributo de la luz. Reivindicar la luz y el color en el contexto de la revolución impresionista, actualizando su forma y contenido, enriquecido por las sucesivas aportaciones hechas por la figuración y el realismo en lo que va del siglo. Obras fuertemente intelectualizadas, a la vez que profundamente sentidas, que no quieren perder el sentido de la grandeza a favor de pequeños apetitos de éxito circunstancial”.
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Esas palabras, según indica el diario Los Andes en el artículo “Enrique Sobisch: obras profundamente sentidas”, publicado en 2015, fueron escritas por el pintor mendocino poco antes de su fallecimiento, acaecido en Madrid el 12 de diciembre de 1989. Y son una buena síntesis de la búsqueda artística que generó a lo largo de su vida este creador, declarado fanático de las obras de Goya y admirador de Marc Chagall, que recorrió a lo largo de su vida diversos movimientos y tendencias, a través de los cuales pudo configurar una obra con ribetes únicos.
Sobisch nació el 31 de diciembre de 1929, hace justo 95 años, en San Rafael, Mendoza. Desde joven mostró un talento que lo llevó a estudiar en la Academia Provincial de Bellas Artes y en el Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, donde compartió aulas con artistas como Carlos Alonso, uno de los grandes pintores argentinos del siglo XX. Su formación estuvo marcada por grandes maestros, entre ellos Lino Eneas Spilimbergo, Roberto Azzoni y Sergio Sergi.
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En sus primeros años, se destacó como dibujante: cultivó una línea vigorosa que lo posicionó como exponente del expresionismo. A través de temas y personajes reales o literarios, construyó una narrativa visual de mucha potencia. Durante esta etapa inicial, su obra se nutrió de movimientos como el cubismo, el tachismo y el fauvismo.
El traslado a Buenos Aires en 1968 fue un punto de inflexión. Allí, Sobisch exploró nuevos lenguajes plásticos mientras trabajaba como escenógrafo y director de arte en Canal 9 y en las fiestas de la Vendimia. Además, su estancia en México entre 1959 y 1961 le permitió perfeccionarse en técnicas de muralismo, influido por artistas como Claudio Esteva Fabregat y Jiménez Botey. Su vínculo con el arte precolombino y la pintura mural consolidaron su perspectiva estética.
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El rojo y el negro
Sobisch fue un artista que abordó la figuración a lo largo de diferentes corrientes, desde el expresionismo hasta el surrealismo. Sus obras, marcadas por el predominio del rojo y el negro, combinan trazos sueltos y espontáneos con una armonía compositiva que evoca una fuerte carga emocional.
A lo largo de su carrera, obtuvo importantes premios, como el Primer Premio del Salón Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires (1957) y la Medalla de Oro en el Salón Anual de Santa Fe. Sus exposiciones recorrieron América Latina, Estados Unidos y Europa, destacándose en ciudades como Hamburgo, París y Venecia. En Madrid, donde se estableció en 1979, formó grupos artísticos que promovieron la figuración contemporánea junto a otros artistas argentinos, como el mentado Carlos Alonso.
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Aunque era reacio a emparentar su arte con la literatura, sus obras tienen una poética visual que trasciende estilos y escuelas. Sobisch apeló a temas humanos con una profundidad que lo llevó a incursionar en el realismo mágico, el hiperrealismo y la nueva figuración.
Tras su fallecimiento en Madrid el 12 de diciembre de 1989, Sobisch fue celebrado con exposiciones póstumas, como la organizada en 1991 en la Galería Centoira de Buenos Aires, donde participaron colegas y admiradores de su obra.
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Este artista, que supo reinventarse y liderar las vanguardias durante cuatro décadas, continúa siendo una referencia en el arte argentino y mundial.
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