La campaña maicera se desarrolla bajo una alta presión de este insecto, vector de un complejo de enfermedades que ha generado enormes pérdidas en la producción de choclo de la costa. Si bien las genéticas destinadas a grano o silo, que son las utilizadas por agricultores y tamberos, demostraron ser menos susceptibles al "achaparramiento" que causa la bacteria Spiroplasma kunkelii Whitcomb.
Hay gran preocupación por el daño que pueda causar.
Los productores de maíz en el centro santafesino se encontraron este año con la inusual presencia de una minúscula chicharrita (Dalbulus maidis) en los cultivos, por lo que desde muy temprano en la campaña se multiplicaron las consultas y las aplicaciones de fitosanitarios para intentar su control.
La preocupación es justificada, ya que este pequeño insecto es el vector de enfermedades que en los últimos años generaron enormes pérdidas entre los productores de choclo de la costa santafesina. La plaga desembarcó en la zona en 2021 y, por efecto del achaparramiento del maíz o corn stunt disease, enfermedad causada por la bacteria Spiroplasma kunkelii Whitcomb que transmite la chicharrita, se perdió el 40% de la producción. Desde entonces los productores costeros tienen serias dificultades con este cultivo.
Sin embargo, en la zona agrícola la sola presencia del vector no implica que exista la enfermedad ni que vaya a generar un perjuicio a los productores. Principalmente porque las características genéticas de los maíces para grano o silo son diferentes de la que se destina a choclos frescos y tendrían mayor resistencia.
De todas formas tampoco está descartada la posibilidad de que haya daños y por eso los monitoreos, tanto de técnicos de INTA como de los semilleros, están a la orden del día en toda la región. Mientras, los productores y contratistas tratan infructuosamente de erradicar al pequeño insecto, de muy difícil control debido a las características de su comportamiento.
INTA en alerta
En este contexto, y ante la gran cantidad de consultas recibidas en las últimas semanas, desde la EEA Rafaela del INTA el Licenciado Federico Massoni y el ingeniero agrónomo Germán Schlie, integrantes del grupo de protección vegetal, elaboraron un informe en el que se explican aspectos del vector, su posible control y características de las enfermedades que puede causar.
El trabajo indica que, como resultado de un amplio monitoreo, se confirmó la presencia de Dalbulus maidis en la mayoría de los lotes monitoreados en los departamentos San Jerónimo, San Martín, Castellanos, San Cristóbal, San Justo y las Colonias.
Presencia de adultos de D. maidis en el cultivo de maíz tardío.
Ante la consulta de Campolitoral, Schlie señaló que si bien todos los años se encuentra la chicharrita, este año se observó claramente que hay un aumento poblacional, en maíces para grano y silo. "Eso puede estar asociado, según los entomólogos, a inviernos más benignos o sea con temperaturas más elevadas", sostuvo. Y añadió que es una especie que tiene altas densidades poblacionales, sobre todo en el norte del país.
"Lo que hay que tener presente es que una alta densidad poblacional no indica la presencia de la enfermedad; es un vector, y para transmitir la enfermedad necesita alimentarse de una planta enferma", aclaró.
Incluso puede transmitir más de una enfermedad. "No sólo puede ser spiroplasma, que es una bacteria; también puede ser fitoplasma o una virosis", sostuvo el técnico. Por ello es también difícil un diagnóstico certero. "Los síntomas pueden ser muy variables y están muy asociados a las condiciones ambientales", añadió.
Semilleros también
En este sentido, técnicos de una semillera líder que recorrieron la zona concluyeron que "no hay nada certero", puesto que si bien se detectaron anomalías en los lotes no se corresponden en tu totalidad con un diagnóstico de spiroplasma. Por ejemplo detectaron virus del rayado fino del maíz (MRFV), pero es algo que "está todos los años", dijeron. También encontraron 3 espigas por planta (lo normal es una, a lo sumo dos en ciertos materiales), un probable indicio de achaparramiento; sin embargo cuando es por esta enfermedad todas parten del mismo nudo, y en este caso están una encima de otra. "Lo vimos en el 3 o el 4% de todo los lotes; posiblemente sea por un carry over de fitosanitarios", confió la fuente, que por cuestiones de confidencialidad no puede hacer declaraciones públicas. Tampoco vieron acortamiento entre nudos, otro síntoma del corn stunt disease.
El técnico reportó que en maíces de primera "no hay daño"; y que para saber si se afectarán los tardíos, se debe esperar a que entren en estado reproductivo a partir de la segunda quincena de febrero. De todas formas, consideró que "se va a necesitar un análisis por PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para confirmar si hay o no enfermedad".
Por el momento, indicó que "hay mucha chicharrita pero no plantas enfermas". Y atribuyó la superpoblación a un invierno cálido y a una siembra continua, que se produjo por razones climáticas. A diferencia de años normales, cuando las siembras se dan entre agosto y principios de septiembre y en diciembre/enero, esta campaña se siguió implantando durante octubre y noviembre, dándole al vector un hospedero permanente, ya que la chicharrita se reproduce en estadios tempranos del maíz.
Cuestión genética
Schlie explicó que recién en estado reproductivo es cuando se evidencian más los síntomas para evaluar severidad en un lote. Sobre el aumento de la enfermedad en el norte del país, comentó que está asociado a la siembra de materiales con mayor genética templada, propensos a enfermarse, por lo que esa susceptibilidad hizo que aumenten los casos. Pero luego hubo un recambio de materiales que frenó la propagación, que sin embargo "está presente todos los años".
Sobre el achaparramiento en maíces para grano, explicó que -en el área de recorridas de INTA Rafaela, hasta Ceres en el norte- "nunca encontramos incidencias altas". Siempre se trató de "plantas puntuales, con incidencia baja en los lotes" y "nunca encontrarnos un lote completamente afectado".
En este sentido, el ingeniero agrónomo Juan Carlos Favaro, docente y productor de hortalizas, indicó: "siempre en los maíces para grano hubo chicharrita, lo que pasa es que la genética de ese maíz es distinta a la del choclo para consumo humano". Al respecto, relató que él, que también es productor de granos, ha observado "plantas enanizadas por la enfermedad que transmite la chicharrita" pero "hay una tolerancia, casi una resistencia, que hace que sea menos atacado; se pueden perder algunas plantas, pero sin la incidencia que tiene en maíz para choclo, no tiene nada que ver".
Sobre esto, remarcó que hace muchos años que en zonas como Santiago del Estero o Chaco los agricultores conviven con la chicharrita: "vos ves plantas más bajitas y se ponen de un color amarillo-rojizo, o sea el síntoma es igual que en el choclo". Y precisó que "los cultivares de tipo templado se afectan mucho", mientras que "para choclo lo que se ha encontrado es resistencias en maíces de tipo tropical, que son seleccionados por su tolerancia en centro américa o Brasil, donde siempre han tenido la chicharrita".
Otro técnico de una semillera, que trabaja en Ceres y alrededores, confirmó la afectación por spiroplasma tres o cuatro años atrás. "Algunos años se ve y otros no". Pero este año la chicharrita "apareció mucho antes", dijo, en todos los maíces entre V1 y V6.
También destacó que lo más importante es la tolerancia genética. "Todos los híbridos que tengan un chorrito de sangre tropical se la van a aguantar mejor que los templados", consideró. De igual modo, evaluó que el mayor daño se genera entre V1 y V4; y hasta V8, inclusive.
Difícil control
Mientras tanto, productores y contratistas tratan de controlar sin mucho éxito el insecto. La principal dificultad, explicó Schlie, radica en el lugar donde se aloja, que es en el cogollo de la planta. También la movilidad que tiene lo hace más escurridizo. Incluso los estadíos de susceptibilidad, que son los iniciales, "muchas veces dificultan la persistencia del producto", porque todavía tiene por delante un largo período del ciclo y "siempre nos queda algo sin cubrir".
Otro aspecto clave es que los productos utilizados son de contacto, pero en verdad son para otras especies de chicharritas, ya que "hoy en Argentina no tenemos productos registrados para el control de Dalbulus maidis".
Por ello, el técnico de INTA consideró: "estamos muy acotados". Aunque de todas formas dijo que hay resultados promisorios con tratamiento de semillas, que brinden "algún tipo de protección durante los primeros estadíos". Sin embargo, hoy todo el maíz ya está sembrado y esta opción ya no es posible.
También recomendó estudiar la genética del material está sembrado. "Consultar con las empresas semilleras, para saber a ciencia cierta cual es la tolerancia de los materiales y el comportamiento".
Schlie aclaró también: "las aplicaciones foliares, claramente no nos aseguran efectividad en el control del vector para una buena eficiencia en el control de la enfermedad". En definitiva, se estaría ante una posible "campaña bisagra" para determinar si se instalan o no las patologías asociadas con la chicharrita. "Estamos llevando varios estudios regionales para saber qué pasa y recién se podrá ver en estadíos más avanzados", aclaró. Mientras tanto, los maíces tardíos, que hoy se encuentran en estados reproductivos, son los que parecen más amenazados, pero es muy temprano para saber si hay incidencia de la enfermedad.
Sin embargo, el técnico de Ceres comentó que, ante las presiones de plaga que hay, en materiales templados recomiendan aplicar insecticidas. "Mayormente mezclas de neonicotinoides con piretroide", dijo. Aunque aclaró: "tampoco es que estás salvado, bajás la población 3 o 4 días". Esto, porque -explicó- el maíz saca una hoja cada 3 días hasta V6, durante 20/25 días. "Para tenerlo limpio siempre serían como 4 o 5 aplicaciones", estimó. "Y después rezar que no aparezca spiroplasma". En 2021, en Chaco, comentó que un grupo de productores midieron una pérdida de hasta 50% de rinde, "incluso con dos aplicaciones de insecticidas en materiales templados".
Cambio de dinámica para los choclos de la costa
El Ing. Agr. Marcelo Soressi, extensionista de la Oficina de Información técnica de INTA en Santa Rosa de Calchines, confirmó a Campolitoral la alta incidencia de chicharrita y de todo el complejo de virus que redundan en el achaparramiento del maíz en los lotes de choclo de la zona.
El problema, que apareció en el 2021, "en el 2022 causó la pérdida de prácticamente todos los lotes sembrados a principio de año", dijo. Mientras que el problema continuó presente en 2023 y aún persiste.
"Ya está la enfermedad y está el vector, que es la chicharrita, que vino bajando del norte", sentenció. En el departamento Garay, donde se siembra choclo, los materiales "son muy sensibles, entonces el daño es muchísimo". Y agregó: "en este momento todos los lotes, que son pocos, de algunos productores que se jugaron pensando que no les iba a afectar, están afectados".
El resto de los productores -explicó- "se juega a sembrar a la salida del invierno, cuando la chicharrita todavía tiene una población muy baja". Aunque es variable hasta qué época de año alcanza nivel poblacional como para hacer daño, porque depende de temperatura y humedad, entre otros factores.
"Esto ha cambiado completamente la dinámica de siembra que se tenía de los choclos, que se hacía antes o después de la zanahoria (se siembra de marzo a junio y cosecha desde fines de mayo hasta principio de diciembre); ahora ya no se se hace más y sólo se puede hacer a la salida del invierno", concluyó.
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