Viernes 24.4.2020
/Última actualización 19:29
Ya no es necesaria tanta presentación para Agustín Pichot. Quien fuera capitán de “Los Pumas de Bronce” en 2007, es el actual vicepresidente de World Rugby, el ente que nuclea al deporte de la ovalada alrededor del mundo. Pero “Ficha” (como lo conocen desde chico por su “adicción” a los jueguitos electrónicos), aspira al puesto mayor, hoy ocupado por el inglés Bill Beaumont, con quien empezó a tener diferencias desde hace un tiempo.
Pichot hoy, como todos en Argentina, se encuentra realizando el aislamiento preventivo debido a la pandemia generada por el Covid-19. En su casa en el barrio porteño de San Fernando, junto a sus hijas (Joaquina y Valentina) y su mujer (Florencia).
Realiza algunas tareas domésticas (aunque no es su fuerte), y sobretodo, una gran cantidad de comunicaciones y entrevistas para todo el mundo, lo que lo obligan, en muchas oportunidades a estar despierto a horas inusuales.
—¿Cómo estás, a pocos días de la votación: nervioso, ansioso?
—Es un proceso difícil, largo, porque la votación arranca el domingo 26 y termina el jueves 30. Son 51 votos, no es tanto, ya se sabe más o menos cómo está el panorama y algunos se terminan de definir sobre el final. Hasta el 12 de mayo no se sabrán los resultados. No se por qué tanto tiempo, creo que es más que nada para darle transparencia. Yo prefería que se haga voto a mano alzada, el mismo día, el 12, a través de una video conferencia. La elección es vía correo electrónico, y los mails llegan a una empresa auditora que está en Suiza.
—¿Qué te faltaría para convencer a estos indecisos? (serían Fiji, Samoa, EE. UU., Canadá, Japón, Georgia, Rumania, la Unión de Norteamérica)
—Es bastante más complejo. Cómo está tan dividido todo, hay presiones, del Hemisferio Norte sobre todo. Nosotros a los países o regiones donde nos apoyan, les presentamos una visión general para llevar adelante. No vamos con el “apoyanos y vos ganas esto”. Algunos países aprovechan para negociar un puesto en tal lugar, o un fixture mejor para el país que representa. Que en realidad es todo a corto plazo, porque si una persona se acomoda un puesto, pero después tu nación no tiene calendario, no se invierte en el rugby femenino o no se tiene una gobernancia más democrática, no sirve para nada. No obstante, cada país tiene su dinámica y elige políticamente.
Estados Unidos y Norteamérica, son tal vez los votos que más están en juego hoy. Porque Estados Unidos es el que está con un tema financiero difícil y necesita la ayuda de World Rugby.
—Si no ganas, ¿largas todo? ¿Seguirías trabajando para intentarlo nuevamente en 4 años? ¿Volverías al sistema UAR, al CASI?
—No lo pensé, tampoco tengo ningún apuro. Ya hice muchas cosas: fui parte de una transformación muy grande del rugby argentino y de América. Obvio que seguiré apoyando a mi club (CASI), desde la infraestructura que hicimos, o como cuando estuve hace muchos años en la comisión de rugby, o dando una mano a alguna división juvenil, como hago hoy cuando puedo con la M 17. O sea, no va a cambiar mi vida en ese aspecto. Lo mismo que ayudar si la UAR me pide o consulta algo.
El tema es que World Rugby tiene una política y un tiempo que me saca de mis hijas, que si no vale la pena estar, prefiero quedarme con ellas en casa. Y haciendo cosas que realmente sienta que tienen un peso específico para la transformación y modernización que yo busco, para que el rugby sea más inclusivo. Si no estuviese en un lugar así, por el cual estoy luchando, no tengo porque estar. No necesito estar viajando por el mundo yendo a eventos. No es mi forma, no me interesa. Ya tuve la suerte de hacerlo cuando jugaba con Los Pumas, en los mejores estadios del mundo.
—¿Cuándo hiciste el click dirigencial?
—Me tocó ser dirigente jugando, cuando el “Gringo” Perasso era presidente de la UAR. Había toda una parte del rugby profesional iba para un lado y acá todavía, de una forma amateur, tratando de manejarse a una velocidad que no era buena. De hecho, termina en convocatoria de acreedores porque no podían pagar las cuentas. Y esto debido a que había que bancar un sistema profesional, del cual yo era parte de ese equipo que jugaba contra los mejores del mundo y había que tener entrenamientos y concentraciones acorde. Y ahí me tocó empezar a pedirle eso a los dirigentes. Y ellos a su vez me pedían que los ayude a pensar. De esa manera empecé a darme cuenta que no era “dame”, sino “miremos para ver de qué manera podemos sacar más”.
Creamos el “Fondo Puma”, donde usábamos los recursos que sacábamos de imagen, para el equipo. Muchas cosas que fueron pasando y que me fueron dando la pauta que el click como dirigente comenzaba a gestionarse por coyuntura.
Después me tocó dejar de jugar y en vez de entrenar, como me ofrecieron, me pidió Porfirio (Carreras), que era el presidente en ese momento de la UAR, que lo ayude a instalar a Los Pumas y a mejorar la situación en rojo en la cual se estaba. Hicimos un plan, y fue donde me puse más el traje de dirigente, por más que no lo era. Sólo hacía las veces de consultor, porque tenía mis negocios y mis empresas.
Así fue como arrancó el camino que terminó en World Rugby y hoy me lleva a pelear por la presidencia. Porque la evolución y la transformación en mí necesitan estar todo el tiempo. Sino, prefiero ocupar el tiempo en otra cosa.
—Corriendo el riesgo en ese proceso, de tener mucha gente que te banca, pero muchos otros que no. Es una delgada línea...
—No es delgada. Te recontra putean. Lo hablaba el otro día con la “Brujita” Verón, y siempre decimos lo mismo. El deportista tiene cosas en la carrera que son durísimas. Aquel que tuvo la oportunidad de representar a su club, o seleccionado, como a mí a Los Pumas, decir “ya no más”, es muy difícil. Es morir en vida, mates una parte tuya, pero cada uno tiene que tomar la decisión.
Lo otro muy complicado, para aquellos que nos alineamos con la parte dirigencial, es bajarte del pedestal. Porque eras ídolo de mucha gente, poco criticado, etc. Y pensé mucho lo que iba a hacer, me decía a mi mismo “mirá que ahora vas al barro”. Se acaba el ídolo, a partir de ahí las decisiones que se toman, son tipo de estado. Habrá gente contenta, y otro tanto enojada. Un lugar donde hay intereses de por medio, poder, negocios, etc. Entonces efectivamente tenes que estar bien parado, porque salís de ese mundo ideal donde todo está bien, y te metes en otro totalmente distinto.
—¿Qué puede analizar World Rugby para mejorar la continuidad del juego propiamente dicho?
—Hay algunas cosas como las líneas de ataque y defensa, los espacios para el break down, lo relacionado al ruck. Son todas cosas que hay que trabajar, no es fácil. Las reglas del ruck son complicadas, hay infracciones por todos lados cada vez que hay una formación dinámica. Y para esto, lo mejor es contar con los jugadores y entrenadores para hacerlo.
Hace poco estuve con Joe Schmidt (entrenador durante 8 años de Irlanda y antes en Clermont) , Mario Ledesma (entrenador de Los Pumas y antes colaborador de scrum con Autralia) y Ian Foster (actual entrenador de los All Blacks). Quién mejor que ellos, los jugadores y los árbitros para hablar de la fluidez del juego. Los réferis son fundamentales, porque sino se toman decisiones que después son inviables de hacer en la cancha. Lo que les dije fue: “Ustedes deberían decirle a la estructura de World Rugby cómo tendría que ser el juego”. Para después bajarlo. Y además, por otro lado, convocar a entrenadores de rugby juvenil y amateur, para saber cómo aplicarlo cada uno en sus clubes, porque el impacto no es el mismo. Todo eso es algo que hay que trabajar.
—Ganando las elecciones, ¿cómo imaginás el rugby en general (competencias, calendarios, etc.) de acá a dos años, dónde hay un tiempo corto de trabajo, y de acá a cinco o seis, dónde se puede llevar a cabo un plan de una mejor manera?
—Lo primero para decir respecto a eso, es que estamos en el medio de una pandemia que no sabemos dónde va a terminar. Sin saber cómo va a impactar en el juego, en un calendario...nadie sabe. Todavía se tiene que definir qué se hace con la ventana de julio. Que si bien todavía no se oficializó, creemos que no se va a jugar porque claramente no se puede pensar en viajes (acá en Argentina estaban previstos test de Los Pumas con Francia e Italia). Incluso, en caso de viajar, no se si se podría jugar a puertas cerradas. O sea, lo primero es analizar el 2020.
Al tener una visión estratégica, es que se empieza a trabajar con calendarios factibles luego de la pandemia, para ver como se puede traer una Nations Cup, tal como estaba hablado, si se pueden llevar a cabo otras ideas; si Sanzaar va a quedar igual, con el mismo formato, o se suma a Fiji y Japón, algo que también se viene gestionando hace unos meses. Todas esas son las primeras discusiones que deberíamos tener, una vez que sepamos fehacientemente cómo será lo que queda de este año.
Seguir jugando amistosos en julio y noviembre no tiene sentido, en unos años a la gente no le va a interesar.
—¿Un mundial de clubes es posible?
—Todavía la estructura de clubes no está desarrollada a nivel mundial como en el fútbol. Sí, se puede hacer, pero en realidad te vas a encontrar con tres grandes ligas: la inglesa, la francesa y el Súper Rugby. O sea, eso de mundial no tiene nada; más allá que puedas llamar de invitado a la liga de Japón, la de Estados Unidos o la suadamericana, pero no tienen una competitividad. Sería más marketing que otra cosa, por eso me parece que eso habría que evaluarlo más adelante. Pero todavía tienen que crecer las regiones con sus campeonatos domésticos.
Es casi un hecho que la votación para saber cuáles serán las sedes de los mundiales en 2027 y en 2031 (en 2023 es en Francia), se haga de manera conjunta. Australia es quien “pica en punta” para el ‘27, y como la cita ecuménica debería volver al norte en el ‘31, Estados Unidos es un gran candidato.
—¿Qué le faltaría a Argentina para ser sede de acá a varios años?
—Primero tener sentido común de no tomar una decisión que pueda costar mucha plata. Y lo que nos falta es estabilidad política y económica. Particularmente tuve reuniones durante el gobierno de Cristina y también con el de Macri. Y ambos estaban a favor. Pero la economía en 2017 voló por el aire, con una devaluación gigante. Seguir con un esfuerzo, que implicaba poner aún más en riesgo al país, no era lógico. Argentina tiene que tener cierta estabilidad financiera en la economía real, como para que la gente apoye un mundial y se pueda realizar. Argentina hoy está muy lejos de hacerlo.
“La relación con mi viejo (Enrique, un histórico del CASI, que falleció meses antes del mundial de 1999) era muy linda, él era un fanático del rugby. Me hace falta todos los días, pasaron muchos años y lo sigo extrañando. Él era dirigente amateur de raza, revisor de cuentas de la comisión del club, por ende creo que también fue quién me enseñó esa vocación por el otro. Darle al club constantemente. Me hubiesen venido muy bien sus consejos, como también cuando jugaba. En esa parte de explosión mía, o cuando fui capitán. Uno aprende a vivir con el dolor. Sin dudas que me hubiera retado por tomar tal o cual decisión, era su forma de ser. Era ácido, al igual que mi hermano Enrique, pero los dos con un corazón enorme. Joaquín y Bárbara, mis otros hermanos, son un poco más tranquilos, pero todos tenemos una parte de él que llevamos con mucho orgullo”.
AFP Pichot y el scrum. Una tradicional formación argentina.Pichot y el scrum. Una tradicional formación argentina. Foto: AFP
El scrum fue siempre parte del ADN de Los Pumas. Una formación que en los últimos años tuvo sus vaivenes, y que ahora parece estar retomando el rumbo. No obstante, en el país se sigue jugando un scrum “controlado”, debido a las decisiones preventivas que se tomaron en su momento.
Pichot dio su parecer al ser consultado si no se daban ventajas entrenando esta formación fija de esa manera.
“No soy un gran conocedor del scrum y no me gusta hablar por hablar. En un momento dije en World Rugby que tendríamos que tener primeras líneas entrando para referear el scrum, y me sacaron volando. Entrené con ellos, les pegaba en la espalda para que se formen derechos sin saber por qué, y en realidad era para que empujen más fuerte.
La primera línea es una raza bastante especial, les gusta entrenar de una forma determinada, entienden sus mañas, si se cruzan, si se mueven...Tienen otra forma de ver el juego y entienden el scrum a la perfección. Cosa que yo no miro nunca si se cuelga, se agarra. Es muy complejo.
Tuve grandes discusiones con Diego Cash que me decía ‘vos tenés que ser el que más sepa de scrum’. Y a mi era algo que me aburría mirar sus explicaciones, las cuales las hacía con una pasión increíble en cada detalle. A la larga terminé entendiendo que es muy importante poner el derecho adelante, que desde lo psicológico influye. Pero todo eso, para analizarlo, los únicos que lo entienden son los primeras líneas”.
“El tackle, el scrum, la pasión y la disciplina, son cosas que no se negocian nunca en la vida. Es cierto que cuando se dio la inserción en el sur, se necesitaba más traslado y movilidad de los cinco de adelante. Y entonces pareció que no se le prestaba tanta atención a la formación fija. La UAR se dio cuenta que había que volver a las bases y designó al “Gordo” Fernández Gil, otro apasionado, como Director de Scrum, y anda por todo el país enseñando. Antes Emiliano Bergamascchi también trabajó, lo mismo que Mario (Ledesma) ahora con Los Pumas o Andrés Bordoy en Jaguares. Esa locura hay que saber usarla. Sin ninguna duda que es una plataforma fundamental de ataque psicológico y del juego”, agregó el ex 9 del CASI.