Santa Fe, la ciudad "Cordial" para empatar los clásicos
Los usos y costumbres, marcan que siempre le cae mejor el punto al que juega de visitante (Unión); mucho más ahora sólo con hinchas locales (Colón). El punto, que será valorado o no al final, por ahora los hunde más que salvarlos de algo.
Amigos son los amigos. La muy buena onda de Néstor Raúl Gorosito con Cristian Alberto González antes que arranque la edición 98 del clásico ciudadano en el Cementerio de Elefantes. El abrazo de "Pipo" con el "Kily", un telegrama de pre-aviso de lo que luego (no) ocurriría en el verde césped. Crédito: Pablo Aguirre
Si Valdano dijo en España que existía el "miedo escénico", en el clásico de Santa Fe existe "otro miedo". Porque el miedo a perder le gana por goleada a las ganas de ganar. Por eso de los últimos diez, ocho fueron empates. Está claro lo que marcan los usos y costumbres: siempre le cae mejor al que va de visita. Mucho más desde que lo jugamos al derby sólo con hinchas locales. Esta vez, la "conveniencia" para el Tate radica mucho más en cómo llegaba a este clásico que en la condición de visitante en sí. Repasemos:
Venía de perder jugando muy mal contra Platense, un equipo de los de abajo
Era una incógnita saber cómo respondería la rodilla de Enzo Roldán, un jugador que pasó (sin peaje) del quirófano a la cancha
Lo ponía en campo a Kevin Zenón, otro jugador "tocado"
En ofensiva, volvía el pibito Domina, ausente en Vicente López por un golpe en el tobillo
Ponía en el arco, ante la sorpresiva lesión de Moyano, a un arquero como Nicolás Campisi que hacía mucho no atajaba un partido completo en el profesionalismo
Pasando en limpio, desde el armado, el once del "Kily" no dejaba de ser una incógnita: ¿qué Unión se vería en el Brigadier López?. El Unión de los diez sin perder o el Unión vacío de Vicente López. Del otro lado, Colón era Aruba. Había ganado cuatro de seis y había ganado los tres jugando de local. Además, siempre había marcado goles. Sin jugadores suspendidos o lesionados, "Pipo" tenía a todos los soldados a disposición.
Sin dudas, el "Plan Platita" de Vignatti había cambiado la historia en la Copa de la Liga: para tener una idea, el 60 por ciento de los jugadores de campo vinieron de la mano de la dupla Vignatti-Abbondándolo. Seis refuerzos titulares: Espínola, Más, Lucena, Batallini, Botta y Favio Álvarez. O sea, el mercado de invierno floreciendo con todo en el once titular.
Del otro lado, el 60 por ciento de los jugadores de campo de Unión, todos canteranos: Vera, Paz, Calderón, Zenón, Mosqueira y Dómina. De la guardia más vieja (los que pasaran las 100 planillas en Primera) y de la guardia nueva. O sea, poca inyección de dinero en refuerzos; casi todo invertido en semillas.
Un clásico, dos estilos distintos y distantes. Uno dándole mucha bolilla a la materia prima; otro comprando el producto terminado. En el banco, luego del cariñoso saludo de "Pipo" con "Kily", la misma distancia: Néstor Raúl Gorosito llegando a 500 partidos como DT en Argentina; Cristian Alberto González en su segunda experiencia profesional en el banquillo de Unión después de Rosario Central.
"No jugamos bien, imprecisos, en el primer tiempo el arranque fue bueno, nos faltó el último pase, hasta tres cuartos llegábamos bien. El segundo tiempo malo, luchado, sin juego para los lados, no recuerdo situaciones. Partido malo, flojo el nuestro", se sinceró "Pipo".
"Sabíamos que ellos iban, con su gente a favor, a ser intensos. Tuvimos la capacidad de estar bien armados. Ellos tienen gente importante en ataque y les cubrimos los pasillos. Jugamos como lo queríamos hacer, tratando siempre de lastimarlos. Si Morales hacía el gol en la primera, la historia pudo ser otra. Recuperamos la identidad justo en un clásico de visitante. Me voy conforme, pero claramente tenemos que mejorar muchas cosas", dijo "Kily" del otro lado.
Nos ilusionó el ida y vuelta, por pasajes, del primer tiempo; nos aburrimos en el complemento, casi sin llegadas a los arcos. Los rápidos cambios de "Pipo" marcaban necesidad como local con 40.000 almas empujando; los demorados cambios de "Kily" denunciaban conformidad en esa soledad con apenas 44 dirigentes en el palco visitante.
Fue tan aburrido el final que ni siquiera hubo tiempos para polémicas, jugadas de VAR ni trazados de líneas. En el reclamo a Tello, como juez, se puede anotar el manejo político de guardarse un amarilla que hubiera derivado en la expulsión de Paz, que estaba amonestado. Después, no pasó nada.
Cuando pasen las siete fechas finales, que todavía pondrán en juego 21 puntos, cada uno sacará conclusiones al terminar la temporada de este empate: podrá ser punto, puntito o puntazo. No es algo que hoy encuentre etiquetas ni respuestas. Ni siquiera podría "firmarse" a favor de Unión, por ser visitante o por extender la racha de diez partidos sin perder en el derby de la ciudad.
Así como siempre hablamos de "el clásico más lindo y parejo del mundo", habrá que reconocer que nos estamos acostumbrando demasiado en Santa Fe a la igualdad, al empate, al "no ganar". No se trata de miedo escénico en modo Valdano; se trata del "miedo a perder" y de las no ganas por ganar. De los últimos diez cruces, ocho empates.
La fiesta y fiestón de Colónx40.000 en la cancha y muchos bares con la misa tatengue de Unión para alentar con la pantalla de TV. Otro empate más en la ciudad de Garay. Santa Fe, la ciudad "Cordial" para empatar los clásicos. Tanto en una cancha como en la otra. No hay punto, no hay banca. Hay parda. Hay tablas. Se dirá que "salió así", pero más que un clásico de fútbol pareció un pacto de no agresión en la capital de la provincia. Otro empate, para que nadie quede a pata.
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