Enrique Cruz (h)
Cuando Marito Sciacqua lo vio, no dudó. “Tengo un pibe que apunta para crack”, les dijo a los dirigentes. Y se lo trajo de su pueblo natal, San José de la Esquina, donde Facundo Bertoglio vuelve cada vez que puede para ver a los suyos y disfrutar de este presente que es muy bueno, pero que desnuda un porvenir asombroso.
Hacía mucho tiempo que en el fútbol de Santa Fe no salía un jugador con tanta pasta y futuro. “Es Aimar”, me dijo ayer un altísimo dirigente sabalero. Y es cierto. Sobre todo por esa forma tan simple de sacarse rivales de encima.
Contra Racing hizo un partido estupendo. La jugada que hizo en el primer gol fue tremenda, lo dejó “girando como un trompo” al rival, hamacándose de un lado para el otro. Y en el segundo -jugada preparada del Turco Mohamed en un saque lateral-, puso un centro magnífico para la llegada de Lucero por el segundo palo. La empujaba Lucero, la empujaba Fuertes o Nieto. Cualquiera de los tres la metía.
Se lo ve más armado físicamente al pibe. No se cae con tanta facilidad. Y aprendió que no siempre es bueno andar tirándose por el piso. Tiene 19 años y tiempo para seguir aprendiendo. Pero hoy mismo me comentaba un ex dirigente de Colón: “Es la primera vez que salta a la vista con tanta facilidad un jugador que es seguro que Colón venderá en varios millones de dólares”.
Esto es lo notable de Bertoglio. Es lo que es, por actualidad, pero uno no sabe cuál es su techo, su futuro. Hoy es capaz de romperla como lo hizo ante Racing o de meter un golazo como el que le hizo a la Católica o de cambiar la historia de un partido (junto a Coudet) como lo consiguió con Vélez, pero se advierte que el crecimiento es progresivo y que este chico está en condiciones técnicas de seguir dando más y de continuar sorprendiendo a todos.
El Turco lo deja libre en la cancha, pero tiene una variante que a él le cae bien: la de colocarlo por derecha, obviamente que con obligaciones ofensivas más que defensivas. Por ese costado armó las jugadas de los dos goles contra Racing. Tiene buen manejo de piernas, pero lo que sorprende es la habilidad y la enorme capacidad para sacarse rivales de encima con simpleza.
Alguna vez, el Turco me dijo que a él le gustan los jugadores que desequilibran en el mano a mano. Es obvio: cuando un futbolista pasa a otro, genera inmediatamente un dilema táctico para el rival, sobre todo cuando esto se produce de mitad de cancha para arriba, que es el lugar por el que juega Bertoglio. En él, Mohamed tiene un fiel exponente de sus pretensiones. Como también lo es, en menor escala y futuro, Juan Manuel Lucero.