En una velada histórica celebrada hace 46 años, el 30 de julio de 1977, que conmocionó al mundo pugilístico, Carlos Monzón, el pupilo de don Amílcar Oreste Brusa, se despidió de los rings, con un invicto en los últimos 80 encuentros.
El 30 de julio se cumplió un aniversario de la última pelea de Carlos Monzón, quien el próximo 7 de agosto estaría cumpliendo 81 años de vida. Por una bolsa de medio millón de dólares, venció a Rodrigo Valdez por segunda vez.
En una velada histórica celebrada hace 46 años, el 30 de julio de 1977, que conmocionó al mundo pugilístico, Carlos Monzón, el pupilo de don Amílcar Oreste Brusa, se despidió de los rings, con un invicto en los últimos 80 encuentros.
La grandeza de Carlos Monzón, el campeón mundial de peso medio que anunció su retiro al término del extraordinario combate librado frente al prestigioso colombiano Rodrigo Valdez, a quien venció por decisión unánime tuvo por escenario el Estadio "Louis II", en el Principado de Mónaco, hace 46 años.
El país se paralizó para ver en acción al titán santafesino como ocurriera cada vez que exponía su cinturón a partir del 7 de noviembre de 1970 cuando lograra una espectacular victoria por nocaut en el décimosegundo asalto sobre el titular de la corona, Giovanni "Nino" Benvenutti, en el Palacio de los Deportes de Roma, a quien despojó de la corona.
El monarca estuvo un año sin pelear (26 de julio de 1976), cuando se unificó el titulo del CMB y AMB ante el mismo oponente, viviendo civilmente, lejos del gimnasio, de un ring y del cuidado. El adiestrador Amilcar Brusa dijo entonces que se entrenó intensamente durante tres meses para este compromiso, el 7 de agosto el sanjavierino iba a cumplir 35 años.
En ese lapso filmó dos películas: "Soñar, soñar", de Leonardo Favio, donde compartió cartel con Gian Franco Pagliaro e interpreta a un empleado municipal de un pueblo que se une a un artista transhumante y en 1977 voló a Roma donde filmó su tercera película: "El Macho", una producción italo-argentino, doblada al idioma inglés; además lejos de los cuadriláteros fumaba más de 40 cigarrillos diarios.
Todo ello se presentaba como dramáticamente deteriorante, y, ¿qué puede esperarse de un hombre en esas condiciones? Sin embargo, por primera vez soportó un corte en la nariz y por el título mundial tocó la lona por única vez; empezó perdiendo y replanteó todo: definiendo el encuentro en el momento en que triunfan los elegidos, cuando hacía falta, mostrando toda su jerarquía y calidad indiscutida de un notable campeón.
En el aspecto deportivo, Monzón fue irreprochable; no fue obcecado a la hora del retiro y así consiguió irse con el título mundial de peso medio bajo el brazo.
En el orden económico, existe un cono de sombras bastante difícil de alumbrar; "Escopeta" Monzón supo reinvertir lo que ganó en el cuadrilátero; el manejo que hayan realizado sus representantes es bastante difícil de rastrear. Hubo problemas públicos y la certeza de que la figura del representante deportivo es polémica desde hace mucho.
En el plano amoroso, Monzón fue uno de los pioneros en el oficio de "farandulizar" su vida; su romance con la modelo y actriz Susana Giménez, promocionado hasta el hartazgo y sus rutilantes relaciones con modelos y actrices locales, nacionales y del extranjero (entre ellas, Graciela Borges, Perla Caron, Susana Traverso, Melisa Longo, Gilda Arancio, María Amelia Ramírez, Ursula Andress, Thelma Stefani, Lynn Allison, Noemí Alan, Mónica Brando) abarcan una etapa importante, en la que aprovechó su relación con el actor, productor y director cinematográfico, Alain Delon.
Participaba en avisos junto a Jerry Hall, entonces de 18 años y luego esposa de Mick Jagger, aparecía en fotos con Ursula Andress y era el blanco de numerosas versiones sobre romances; además en 1974 se daba el lujo de perder 2.000 dólares en un casino de Bahamas, cuando le decía a sus asistentes y amigos que pensaba en el retiro.
"Nadie en el mundo le puede ganar"
Al concluir el combate central, en el ring-side, aplaudiendo y con una gran sonrisa en sus labios, el gran actor francés Jean Paul Belmondo, reveló que "Carlos Monzón es un campeón de boxeo incomparable. Les ganó a los mejores de su división y todos ellos ahora los admiran, por eso somos testigo de un campeón incomparable".
"Carlos tuvo una noche con altibajos, por momentos se notó cierta falta de entrenamiento, pero nadie en el mundo le puede ganar a Monzón. Campeonísimo", agregó. La actriz Nathalie Delón, con alegría y entusiasmo aseguró que "es una pena que Carlos se retire como boxeador, siempre me pareció que era un campeón para no acabarse nunca. Inigualable".
Sostuvo Jean Claude Bouttier que "no hay palabras para calificar al Rey de los medianos de todos los tiempos; a mí me venció dos veces en forma incuestionable. Monzón es el más inteligente de todos nosotros, sus rivales de turno, cuando iba camino al ring tenía una banderita argentina, la besó y al obsequiármela dijo que hoy peleaba por la gente de su país y el triunfo será para todos los argentinos, especialmente para los más humildes que tanto me quieren".
Entre los futbolistas fueron reconocidos el italo-argentino Delio Onnis (Mónaco de Francia), Héctor Casimiro "Chirola" Yazalde (Sporting de Lisboa), Heriberto Correa (Vélez Sarsfield) y Raúl José Nogués (Lille de Francia), entre otros.
Cuando regresó el campeón mundial al Hotel Hermitage de Montecarlo, acompañado por su segundo hijo varón, Abel Ricardo Monzón, además de su adiestrador Amilcar Oreste Brusa, asistentes, colaboradores y periodistas, se entabló en voz baja una conversación entre padre e hijo.
Abel Ricardo le comentó a su progenitor: "como me hiciste llorar papá, cuando caíste en la segunda vuelta…", respondiéndole el pugilista santafesino: "caer no es nada m'hijo, lo importante es saber levantarse en la vida. Yo te pido que te quedes tranquilo, a partir de ahora nunca más vas a ver a tu padre subir a un ring para pelear por una bolsa de dinero para contener a su familia".
Finalmente el más grande pugilista argentino de todos los tiempos le indicó a Abel Ricardo: "haceme caso m'hijo, vos nunca te pongas un guante, vos tenés la suerte de no necesitarlo", concluyó Carlos Monzón.
El sábado 30 de julio de 1977, se midieron a 15 asaltos, por el campeonato mundial de boxeo de la categoría mediano, reconocido por la Asociación (AMB) y el Consejo (CMB), en el estadio "Louis II", Principado de Mónaco (Francia), el campeón universal Carlos Monzón, de Argentina y el retador Rodrigo Valdez, de Colombia, venciendo el monarca por decisión unánime.
La recaudación superó los 380.000 dólares, el aporte de la Top Rank por los derechos de televisión fue de 500.000 dólares, la bolsa de Carlos Monzón fue de 500.000 dólares y la de Rodrigo Valdez de 150.000 dólares.
En la primera pelea de la jornada, el argentino Norberto Rufino Cabrera venció por K.O. Técnico en el cuarto capítulo al puertorriqueño Alí Pérez, sparring de Valdez, recibiendo el conteo de pie.
En el combate que cerró la velada, el argentino Daniel Aldo González derrotó por nocaut en el séptimo capítulo a John Waith.
Eufórico, con gran alegría, en el camerino, tras el éxito de su pupilo, al ser requerida su palabra por los medios argentinos, latinoamericanos y europeos, Amílcar Brusa aseguró que "Carlos Monzón fue el más grande campeón de la categoría mediano, es una leyenda y un mito vigente. Incomparable, 14 defensas universales y al término de los combates, los árbitros le levantaron la mano como vencedor de cada encuentro".
La mole humana que era Brusa, sufrió, gritó, padeció momentos de gran tensión y después transformó su rostro en una gran sonrisa, en forma insólita, sorprendió a los hombres de prensa al decidirse a bailar y estrechó mil manos y no se cansó de decirle a quien quisiera escucharlo que: "Monzón es el más grande boxeador de todos los tiempos en las distintas categorías".
Luego tomó asiento y aseguró con algunas lágrimas que no pudo contener: "ahora, a nadie le va a quedar otro remedio que reconocer que Monzón es el mejor de todos. Decían que no tenía cintura, que era flaco, que era bajo, que se yo, todo lo que hablaban, ahora tienen la oportunidad de decir que es único e incomparable".
El Maestro Brusa fue el único límite de un personaje sin límites, el gestor y autor de un hombre, de un boxeador irrepetible. Si el "Grandote", por ejemplo le decía que "una concentración para un combate por el título empezaba un domingo a las 22,30, Monzón llegaba media hora antes, aunque estuviera haciendo las eses con las piernas".
Mientras celebraba con un brindis en un antiguo salón del hotel L'Hermitage de Mónaco, ante un centenar de periodistas de todo el mundo, asistentes, amigos y colaboradores, Carlos Monzón reveló que "en el décimo asalto me lesioné la mano derecha y peleé las últimas cinco vueltas con un dolor terrible".
Acompañado por el segundo hijo varón, Abel Ricardo y su amigo Daniel González, el poseedor del cinturón de peso medio, agregó que "esta herida en la nariz, profunda y de un centímetro de longitud, me preocupa mucho; pienso que lo mejor sería hacerme una cirugía plástica, porque tengo un montón de proyectos cinematográficos. Realmente no quisiera ninguna marca en la cara y menos ahora".
Al respecto, aseguró que "ha sido mi última pelea y por más que alguien lo dude o crea que no es así, está equivocado. No pelearé nunca más, lo dije y lo cumpliré, ya lo verán".
También se refirió a lo acontecido en la segunda vuelta: "Mi caída fue por un golpe de Valdez, me tomó yendo adelante y mal parado, pero no sentí nada, mejor dicho, sentí la mano pero en ningún momento estuve inconsciente", concluyó el pugilista sanjavierino.
Momentos emotivos se vivieron en la sede del "Bochas Club Los 40", ubicado en Arroyo Pavón 5338, en el norte de esta capital, al que concurría regularmente Carlos Monzón para jugar al truco y a las bochas con sus amigos de siempre, compartiendo luego con ellos el tradicional asado.
Se habían reunido en la oportunidad para observar los detalles de la pelea donde Carlos se despedía de los cuadriláteros para el resto de su vida, Gerónimo "Gringo" Mottura, Juan Venenzia, Hugo Cagnelli, Hugo Agüero, José Beretta, "Hormiga" Gómez (cuñado de Monzón) y otros que compartían también "picados" durante muchos años en la cancha abierta de Independiente de Piquete Las Flores.
Lo inesperado, insólito, aconteció en la segunda vuelta cuando en forma inesperada, Monzón cayó al tapiz, observando con angustia el conteo de protección del árbitro inglés Roland Daking. Cuando finalizó el asalto, todos posaron su mirada en el rincón y el trabajo de Brusa y sus asistentes.
A partir del décimo capítulo llegó la tranquilidad para los amigos del campeón, al verlo recuperado y el castigo que aplicó al valiente oponente, con gritos de aliento, pensando que el combate podía concluir en cualquier momento, aunque en cada descanso reconocían los esfuerzos del retador para llegar al final del desigual encuentro.
Cuando concluyó el combate y al ser declarado vencedor Monzón, los abrazos, las sonrisas, la alegría y algunas lágrimas entre los amigos de quien se retiró invicto como campeón mundial, al alcanzar definitivamente la gloria y la leyenda se expandió definitivamente a todos los continentes.
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