Martes 24.11.2020
/Última actualización 7:00
"Me emociona decirlo. En la época de inferiores en River, un día me llaman desde la oficina de Rubén Rossi. Me acuerdo ese momento como si fuera hoy. Iba caminando a la sala que tenía Rubén y me imaginaba lo que podía pasar. Había jugado poco en octava, el técnico no confiaba en mi, decía que era flaquito y no sé cuántas cosas más. Rubén era el responsable de las inferiores de River en ese momento. Golpeo la puerta y entro. Yo pensaba que Rubén me iba a decir que busque otra salida. La verdad es que fui abatido ese día. Cuando entro a la sala, estaba entregado. Entonces, me siento y Rubén me habla. Cuando empezó la charla, arrancó como para confirmar mis presunciones. Me dije: 'ya está, me tengo que ir'. Y por ahí, Rubén me dice: "Usted va a seguir en séptima división, porque a pesar de que no lo haya puesto el entrenador, yo confío en usted y estoy seguro de que va a jugar en la Primera de River. La verdad es que si quedaba afuera de esa división no sé si hubiese jugado al fútbol, lo digo sinceramente. El -Rubén Rossi- fue el que confió ciento por ciento creyendo en mis capacidades técnicas y físicas. Es que Rubén es una persona que no mira la altura o la contextura y la fuerza física., El valora otras cosas, como la capacidad humana. Hoy, con casi 33 años, todavía me acuerdo de esto que pasó hace más de 15 años. A esas palabras las tengo en mi cabeza y a esa situación en mis retinas. Son las palabras más importante que tuve en el fútbol y en mi crecimiento como jugador".
El que lo dijo es, ni más ni menos, que el "Pipita" Higuaín. Fue en el marco de un zoom que organizaron en las inferiores de River en el comienzo de la pandemia. Hernán Díaz fue el encargado de comentárselo al santafesino, cuyo paso por las inferiores de Unión primero y Colón después dejó huellas muy profundas.
Todo lo que vino después, a partir de aquélla decisión que tranquilamente podría haber truncado la carrera del "Pipita", es conocido: su paso casi fugaz por la primera de River, con apenas 41 partidos y 15 goles, su venta al Real Madrid donde marcó 121 goles y su paso también exitoso por el fútbol italiano, donde gritó goles por doquier en Nápoli, Juventus y Milan, antes de pasar al Chelsea y ahora este presente en la MLS de Estados Unidos. El "Pipita", además, ha tenido un muy buen promedio en la selección, donde jugó 75 partidos y marcó 31 goles, jugando tres mundiales. Todo eso a partir de aquélla anécdota que él mismo contó y que valora de manera suprema lo que Rubén Rossi hizo por él.
Hace poco, Rossi presentó "Con el fútbol no se juega", su nuevo libro. Y reparte sus actividades entre el asesoramiento deportivo que realiza en Ben Hur y en la UNL, como su labor, también de asesoría, para la Conmebol. "Estoy preparando cursos que comenzaré a dictar a partir del 30 de noviembre para Chile, Colombia y Uruguay", cuenta el santafesino.
En una charla que mantuvo con el programa "Toco y me voy", Rossi refrescó conceptos que mantiene inalterables a través del tiempo:
"Menotti es un entrenador de artes olvidadas y me dio los fundamentos que en el fútbol se van perdiendo, estoy en la escuela de entrenadores que él lidera y es un orgullo para mí que pueda pertenecer a su grupo de trabajo. En nuestro afán del modernismo, hemos dejado de lado las raíces del fútbol argentino. El fútbol tiene que ver con las artes y no con las ciencias. Las artes se enseñan como hace 3.000 años y lamentablemente los entrenadores nos volcamos a una serie de palabreríos, como alguna vez lo dijo Peucelle, cuando señaló que los europeos nos vendieron un montón de conceptos, de enseñanzas y de doctrina, pero a los jugadores los vienen a buscar por acá".
"Los padres tienen que saber que no se puede ser papá y entrenador a la vez".
"Resultado y formación no van, definitivamente, de la mano".
"La dirigencia del fútbol argentino, en un 95 por ciento, son analfabetos futbolísticos. Pueden ser brillantes empresarios pero no saben de fútbol. Si las inferiores ganan, dicen '¡qué bien que estamos trabajando en inferiores!'. Si pierden, '¡qué mal que estamos en inferiores!'. Nunca hay que dejar de lado el aspecto humano, porque los futbolistas, antes que futbolistas, son seres humanos. En un proyecto serio, se crea un estilo y cuando los jugadores crecen se trae un técnico que se amolde a ese estilo. Acá se hace al revés, quieren que las inferiores jueguen igual que la primera y así vamos mutando de acuerdo al paladar futbolístico del técnico que se trae para que dirija a la primera".
"Tengo una relación cordial con Pablo Aimar, tanto él como Placente tienen muy en claro los conceptos, transmiten valores y se fijan mucho en el aspecto humano. Ganar cómo sea es un invento, ¿qué significa que hay que ganar cómo sea?, que alguien me explique cómo es el 'cómo sea'. Es como cuando escucho: 'El partido que viene hay que ganar!. Me pregunto: ¿y el otro?, ¿el que sigue?, ¿ese no hay que ganarlo?, ¿hay que perderlo?".
"¿Cómo puede ser que un pibe de un barrio humilde, que jamás jugó en inferiores, llegó a jugar en la selección y fue campeón mundial juvenil? Es mi caso. Y estoy convencido de que el gran desafío es aprender a jugar a la pelota primero y luego al fútbol. Es mi utopía y la voy a llevar hasta el último día".
"Lo primero que ví en usted es esa relación que el jugador tiene con la pelota", fue lo que me dijo el Flaco Menotti cuando hacía unas pocas horas que habíamos salido campeones del mundo en Japón y le pregunté por qué me llevó a ese equipo si me había visto jugar una sola vez. 'He visto centrales que hacían que el equipo jugara con 10 porque no le servían al equipo cuando tenía la pelota', me dijo. Ese equipo fue inolvidable pero no es sólo porque ganó, sino por cómo ganó. Yo me sentía jugando como en la canchita del puente, en Barranquitas, donde jugaba de niño. Me sentí representando a los amigos míos del barrio, que a veces no tenían ni siquiera para zapatillas y que me enseñaron cosas fundamentales para jugar al fútbol, como que de espaldas hay que jugar a un toque. Eso me lo enseñaron y lo aprendí en el potrero, en ningún otro lado".