(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Culpó a la prensa y hasta deslizó un inexistente “interés” porque gane Paises Bajos, todo porque alguien, seguramente de adentro, dijo lo que no debía decir.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
A las 22 de este viernes, acá en Qatar (o un rato antes) se develará la incógnita y sabremos si lo de Rodrigo De Paul terminó siendo una fake news (noticia falsa) o si terminó convirtiéndose en una verdad que alguien se animó –equivocadamente- a ventilar.
Lionel Scaloni se enojó con la prensa y la acusó de brindar información calificada que puede beneficiar al rival. Creo que equivoca la lectura: la misión de la prensa es la de informar, no la de esconder. Obviamente que esa información debe ser certera, veraz, porque ese es el precepto básico del periodismo. Pero Scaloni confunde el supuesto “enemigo”. Si se supo y trascendió públicamente que De Paul estaba lesionado (sea cuál fuere el grado de la lesión), fue porque alguien de adentro lo dijo.
Suele pasar en estos tiempos en los que parece que hay que esconder y mentir para despistar a la prensa y para sacar una supuesta ventaja sobre el rival, sin mostrar las cartas antes de tiempo o tirando “carne podrida” para que el técnico rival muerda el anzuelo. Antes, se lo tomaba como una picardía. Ahora es un acto permanente, casi obligatorio, autoimpuesto por entrenadores, dirigentes y hasta jugadores. Todos entran en la misma. Y cuando el “tiro sale por la culata”, aparecen los enojos y las acusaciones, como que existe un supuesto complot para ir en contra de la selección. Nada tan irreal, equivocado como absurdo.
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