Sábado 25.12.2021
/Última actualización 20:05
La edición de 1925 fue la novena del Campeonato Sudamericano de Selecciones, competición que posteriormente sería denominada Copa América. Contó solamente con las participaciones de Argentina, Brasil y Paraguay. Chile se ausentó por problemas futbolísticos (malos resultados en la edición de 1924, en donde cosechó tres derrotas, con un gol a favor y 10 en contra), mientras que Uruguay faltó porque se encontraba envuelto en un conflicto derivado por la creación de una liga paralela (venía de conseguir la medalla dorada olímpica de París 1924, en aquel entonces considerado el máximo galardón a falta de la Copa del Mundo, recién disputada a partir de 1930). Es por esto que se decidió jugar el torneo con el formato triangular a dos ruedas, es decir, seis partidos en 27 días en las antiguas canchas de Sportivo Barracas y Boca.
Gentileza D.REl plantel argentino estaba conformado por 14 jugadores, ocho de ellos de Boca, que pocos meses antes había completado una exitosa gira por varios países de Europa: Ludovico Bidoglio, Antonio Cerrotti, Mario Fortunato, Ramón Muttis, Alfredo Garassini, Ángel Médici, Domingo Tarasconi y Américo Tesoriere, quién también hacía las veces de entrenador en una época del fútbol donde tal figura todavía no tenía demasiada trascendencia, sino que se dedicaba más a mantener la capacidad física del equipo.
Completaban la nómina Alejandro De Los Santos, Manuel Seoane (El Porvenir, ídolo de Independiente), Juan Bianchi (Progresista), Juan Carlos Irurieta (Argentino de Quilmes), Luis Vaccaro (Argentinos) y Martín Sánchez (Colón), el representante del Interior.
El camino argentino fue contundente: venció por 2-0 a Paraguay, goleó a Brasil por 4-1 con un hat-trick de Seoane -goleador del torneo con seis- y repitió victoria sobre los guaraníes (3-1). Llegaba el partido definitorio: un empate consagraba campeón a la Argentina, un triunfo brasileño llevaría todo a un último partido. Finalmente, 30000 espectadores fueron testigos del segundo título de la historia para el seleccionado albiceleste en la competición.
Las formaciones de ambos equipos:
Gentileza D.RA. Tesoriere (Boca Juniors); L. Bidoglio (Boca Juniors) y R. Muttis (Boca Juniors); S. Médici (Boca Juniors), L. Vaccaro (Argentinos Juniors) y M. Fortunato (Boca Juniors); D. Tarasconi (Boca Juniors), A. Cerrotti (Boca Juniors), M. Seoane (El Porvenir), A. De los Santos (El Porvenir) y J. Bianchi (Progresista).
Gentileza D.RTuffy (Sirio Libanes); Hélcio (Flamengo) y Pennaforte (Flamengo); Nascimento (Fluminense), Rueda (Corinthians) y Pamplona ((Botafogo); Filó (Paulistano), Lagarto (Fluminense), Friedenreich (Paulistano), Nilo (Fluminense) y Moderato (Flamengo).
A los 27 minutos Lagarto cortó un rechazo de Bidoglio y pasó la pelota a Friendenreich, quien venció a Tesoriere con un fuerte remate. Tres minutos más tarde, Nilo marcó el segundo para los brasileños. La concurrencia quedó atónita, pues de mantenerse esta victoria brasileña se tenía que jugar un partido de desempate.
Antes de completar el primer tiempo, un peligroso ataque de los visitantes fue detenido por Muttis con una fuerte falta a “El Tigre” Friedenreich, quien a su vez reaccionó con un puntapié. El argentino respondió con una trompada y el incidente desencadenó en golpes entre varios jugadores (y algunos espectadores que invadieron el campo de juego). El juego se suspendió, y sólo se reanudó —sin expulsados— después de un abrazo entre Friedenreich y Muttis que selló una tregua.
Gentileza D.RSin embargo, el incidente hizo mella en los jugadores brasileros y el partido cambió de rumbo. Sobre el final del primer tiempo “Carburín” Cerrotti marcó el descuento argentino y abrió el camino de la recuperación. El empate llegó a los diez minutos del segundo tiempo por intermedio “La Chancha” Seoane (quien con 6 tantos fue el goleador del certamen). El partido termino empatado y Argentina obtuvo por segunda vez la Copa América.
Los incidentes no pasaron desapercibidos en Brasil y algunos diarios locales se refirieron al partido como “La Guerra de Barracas”. Incluso hinchas indignados organizaron marchas de protesta en la Av. Rio Branco en Río de Janeiro. Este accidentado desarrollo tuvo consecuencias: Argentina y Brasil no volvieron a jugar oficialmente durante los siguientes 11 años, cuando volvieron a encontrarse en otra accidentada final sudamericana también en Buenos Aires.