Nicolás Loyarte
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Este domingo comenzó la última semana de campaña electoral en nuestra provincia. En paralelo al proselitismo político algunos santafesinos se siguen matando, y aumenta el dolor, temor e impotencia en la ciudadanía.
Las últimas horas fueron contundentes:
Primero. Al tiempo que continuaban los asesinatos en las calles, se conoció que Santa Fe es la ciudad más violenta del país. “El promedio de homicidios por habitante supera al del conurbano bonaerense y a ciudades como México o Nueva York. Este año ya hubo 78 (79) crímenes, la misma cifra que en todo 2006 e igual cantidad que en Porto Alegre”, dijo Clarín.
Segundo. Durante la última semana –desde el domingo 19 hasta el domingo 26- asesinaron a cuatro personas en nuestra ciudad: Fernando Gonzáles, de 17 años, el domingo 12; Ricardo Ponce, de 40, acribillado el martes 14; Héctor Cantero, de 51 años, el miércoles 15; y Jonatan Mansilla, de 10 años, este domingo. Y ya son 79 los asesinatos cometidos en lo que va del año.
Tercero. Los últimos dos casos muestran que nadie está a salvo de la violencia. Cantero era un comerciante y fue ejecutado frente a sus padres. Y Mansilla un niño que se cubrió de los disparos que atravesaron a su padre y lo mataron. Qué más decir.
Cuarto. Según un relevamiento realizado por El Litoral.com, nuestros lectores respondieron a la encuesta: ¿qué aspecto debería abordar con más urgencia el próximo gobierno provincial?, de la siguiente forma: En primer lugar aparece el reclamo por mayor seguridad y control, con el 58,18 % de los votos (402). Y en segundo lugar, los lectores reclaman mayor inclusión social, con el 12,88 % de los votos (89). Luego le siguen educación y cultura, salud y asistencia social, y economía y producción.
Es por todas estas variables de la realidad que quienes pretenden gobernar esta ciudad, y en el caso la provincia, deberán buscar revertir con urgencia las características de violencia y marginación que dominan la vida cotidiana de los ciudadanos. Ya lo dijeron los lectores: con seguridad, control e inclusión social.