De un bombeador. El agua que consumen varias familias del barrio es de pozo. El reclamo por la extensión de la red es unánime, y de larga data también.
Un barrio sin seguridad, sin gas natural, sin agua potable y con calles destrozadas. Una vecina cuenta cómo sobrevivir cuando lo disponible es tan poco.
De un bombeador. El agua que consumen varias familias del barrio es de pozo. El reclamo por la extensión de la red es unánime, y de larga data también.
Estela Maris vive sobre calle Viña, en pleno barrio Santa Marta, desde hace más de treinta años. Sin embargo, y a pesar de que trabaja todos los días y ha criado a sus hijos en esta ciudad, siente que la zona que eligió para habitar no forma parte de Santa Fe.
“Realmente pareciera que no somos de esta ciudad. En Santa Marta no hay mejoras de ningún tipo: ni servicios municipales básicos, ni cloacas y ni siquiera agua potable en todo el barrio. Un reducido sector es el que tiene, pero la gran mayoría no”.
El mal estado de las calles es otro de los problemas que pueden verse en el barrio. Esto es confirmado por Estela que nos cuenta que siendo Viña una calle muy transitada, “está destrozada e incluso los mismos vecinos tenemos que rellenar muchas veces con escombros los pozos para que pueda circularse al menos con un poco más de seguridad”.
Como en la Edad Media
Otro de los graves problemas en Santa Marta es la falta de servicio de agua potable. Algo que para muchos santafesinos es habitual al abrir la canilla, en Santa Marta es tan sólo un histórico reclamo. “En mi casa para abastecernos de agua tenemos que usar un bombeador. También hay muchas conexiones clandestinas que se han hecho en el barrio, pero básicamente la mayoría de los vecinos usamos agua del pozo”, comenta Estela.
No es un tema menor, ya que el acceso al agua potable está íntimamente relacionado con una cuestión de higiene y salubridad. Y cuando se tienen hijos pequeños la preocupación es aún mucho mayor. Por ello, Estela no abandona su reclamo.
“Tengo un trámite presentado en la Municipalidad desde el año 2000 solicitando una expansión de la red de agua potable, pero todavía sigo esperando. Tengo el expediente en mi poder, sigo el trámite y no pasa nada. Nos dicen que hay que continuar esperando que la Nación mande fondos para hacer las obras”, lamenta.
De todas formas, Santa Marta tiene inconvenientes aún más profundos según Estela. “No hay cloacas y gas natural ni hablar. Esas son palabras mayores”, cuenta.
En los relatos de los vecinos, pareciera que el desánimo ha ganado en el barrio. El sentimiento generalizado es el de invisibilidad y abandono.
“Yo vivo acá desde hace más de 30 años. Hay vecinos que están desde hace más de 50 años y aún no cuentan con los servicios básicos” cuenta Estela, quien concluye: “Estamos desamparados. Ni poda de árboles hay. La Municipalidad sólo trabaja alrededor de la vecinal, pero el resto del barrio parece no existir, y eso que Santa Marta es grande”.
voces de afuera/
Gustavo Ceppi,
vecino de Santa Rita.
Francisco Sosa,
vecino de Yapeyú.
POSTALES
Desagües tapados. Los días de lluvia suelen ser complicados en Santa Marta. Una de las razones es el estado en el que se encuentran los desagües pluviales a cielo abierto que aún existen en el barrio.
Recuperar la tranquilidad. El mayor deseo de los vecinos, y utopía al mismo tiempo, es que el barrio vuelva a ser el de 20 años atrás: cuando todos salían a la veredas para tomar mates. Hoy, las calles están en soledad.
Juventud que preocupa. En Santa Marta no hay lugares donde los adolescentes y jóvenes puedan, por ejemplo, practicar deportes. Su lugar es la calle, y eso preocupa a la población adulta.
Calles sin mantenimiento. Cuando hay piquetes en Blas Parera, los desvíos se hacen por las calles internas de Santa Marta. Ello incidió en que se hicieran pozos. Hoy, uno de los pedidos de los vecinos es el arreglo de las calles.