La pérdida de calidad alimentaria para los beneficiarios de planes sociales o trabajadores, a manos de un menor consumo por efecto de la inflación, tiene por contracara el reclamo sindical para restablecer la universalidad de asignaciones por hijo.
Pero los sectores que están en la base de la pirámide no son los únicos complicados con el problema que el gobierno niega en el relato o minimiza desde el Indec. Para los asalariados de la escala superior, la falta de actualización por inflación del mínimo no imponible de Ganancias significa que los aumentos de paritarias sean más plata para la Casa Rosada que para los trabajadores.
Algo similar pasa con las ganancias de las empresas: la presión fiscal crece por falta de actualización por inflación de los balances, y el gobierno se convierte en un socio cada vez más pesado, aún cuando la renta empresaria no evolucione.
A la hora de exportar, el problema también se hace presente. Con el tipo de cambio actualizado a un ritmo menor que la inflación, el costo de producción (en pesos) crece, pero el precio de venta (en dólares) no puede encarecerse. El país pierde así competitividad.