Gonzalo Zentner
El rosarino levantó bien alto la bandera del fútbol argentino. Fue la figura y goleador del equipo, pero otra vez se quedó en las puertas del título.
Gonzalo Zentner
gzentner@ellitoral.com
Ni Superman, ni Batman, ni SpiderMan, ni Flash, menos el Capitán América. Lionel Messi es el superhéroe argentino que desparramó su talento en suelo “yanqui”. Pero no alcanzó. Por tercera vez consecutiva, la Selección Argentina se quedó en las puertas de un título con el rosarino como máxima figura, pero sin una compañía que le ayude a levantar una copa.
Hubo quienes le reclamaron personalidad, fiereza y conducción. Messi respondió con goles, asistencias y gambeta. Llevó al equipo albiceleste a la tercera final internacional en los últimos dos años (Mundial 2014 y Copa América 2015). Se enfrentó a decenas de villanos, muchos ajenos pero principalmente propios.
Esquivó cada patada con simpleza y elegancia. Puso en consideración que el “firulete” argento está más vivo que nunca y que todavía se puede jugar a la pelota, como en el potrero, como en el campito del barrio entre amigos. En el partido definitorio recibió un sinfín de infracciones pero siempre la pidió. Fue, junto a Éver Banega, quien llevó la bandera del ataque argentino. Pero no alcanzó.
Messi es un superhéroe que no usa capa, ni espada, ni muchos menos poderes divinos. O mejor dicho, sí: corre mejor con la pelota que sin ella, elude rivales a toda velocidad como si no existiesen y le pega al balón con una calidad única, tal vez ésta sea su mayor virtud. El claro ejemplo fue cuando “clavó” uno de los mejores goles de la copa, de tiro libre y ante el anfitrión.
Tuvo tiempo de superar el récord de goles que tenía el inolvidable Gabriel Omar Batistuta y se convirtió en el máximo artillero de la Selección Argentina, título que ostentaba el “Bati” hace más de una década. Como si fuese poco, la “pulga” no fue egoísta; también le “sirvió” muchos goles (y otros tantos que no fueron, no por su culpa) a sus compañeros. Finalizó la Copa América como goleador del equipo (cinco conquistas) y máximo asistidor del torneo, con cuatro pases gol.
Como en los comics norteamericanos, Messi también tiene amigos y aliados. Sería demasiado hablar de la “Liga de la Justicia”, pero sí son compañeros que, por sus características, le cubrieron las espaldas al crack rosarino. Podría nombrarse a “La Roca” Mascherano, por su firmeza y solidez es el mejor defensor argentino de los últimos tiempos; “El Gigante” Romero que con sus estiradas salvó infinidad de veces la valla argentina; “El mago” Banega, capaz de devolverle el “bolo” redondo a la “pulga”. No sería justo dejar fuera al “Joker” Lavezzi, que además de buen juego le aporta esa pizca de carisma tan necesaria en un grupo.
Retumba más que nunca aquel grito de guerra de un conocido relator “¡densela a Messi!”. Por momentos, parecía que el rosarino no estaba en la cancha, no por impericias propias sino por el juego de un equipo que poco lo abasteció, sobre todo en la final ante Chile. Pese a esta escasez de juego, Lio se las arregló para tener sus momentos de explosión y generar peligro en la defensa trasandina.
La falta de un título a nivel Selección no deja consagrar a este superhéroe argentino. Tras la penosa derrota ante los chilenos (la segunda en un año), Lio anunció su alejamiento. Una triste noticia para los amantes de sus poderes para tratar la pelota y jugar al fútbol. Messi no debería ser quien pague por los innumerables errores de una dirigencia que hizo mucho para que esto suceda.
El tiempo decidirá si el rosarino revierte o no su postura. Por el momento, solo cabe decir que Messi es el “único superhéroe en este lío”.