Graciela Prieto Rey
Graciela Prieto Rey
“El poema es un hecho político” – Fabián Casas
Suele ocurrir que la poesía contenga un retazo del universo de quien la escribe. Un universo que puede revelar temáticas constantes, obsesiones, que van mutando a través del tiempo y de obra en obra pero que son identificables. No me refiero a una repetición, sino a un hilo conector que permite encontrarse con la búsqueda del autor. Personalmente creo que esto es claro en la escritura de Alicia Vincenzini y que en “Verticales de la desdicha” hay una confirmación de esta búsqueda. Alicia pone en relieve los contrastes sociales y sus diferencias, desde distintas perspectivas, en toda su historia poética, como en una provocadora invitación a mirar para ese lado. Hay, en esa “obsesión” de Alicia, la permanente búsqueda de un espacio para el otro, para el hermano, el prójimo, el otro ser, que trasciende cualquiera de sus libros, y se proyecta hacia ese horizonte constante, en un salto que podemos reconocer en este su último libro.
En sus tres libros anteriores fuimos testigos de un camino que es claro y preciso, de un proceso evolutivo del lenguaje poético siempre entramado con los aspectos sociales. La niña que observa desde “Escondida”, su primer poemario, inaugura un espacio. En su segundo libro, “En el péndulo”, ese espacio es un oscilar en el tiempo, un tiempo vivo y reflexivo. Pero es en “No sé qué hay” cuando la puerta del lenguaje se abre como una invitación rica en simbologías y conjuros donde "la búsqueda" es protagonista. Una obra coherente, delicada y profunda, que recorre un cauce como un río, que fluye, y se vuelca, en lógica consecuencia, en éste que nos trae ahora: “Verticales de la desdicha”.
De clara voz testimonial, recuerda la posición crítica en la obra de Eduardo Galeano contra la faceta deshumanizadora del capitalismo y los gobiernos de derecha.
Una aclaración temporal de la autora y palabras de contratapa de Nicolás Antonioli, editor de Editorial Baldíos en la Lengua, pone en contexto al lector y muestra el territorio que deberá recorrer. Este libro fue escrito “en la oscura y larga noche” dice la poeta, “entre 2016 y 2019”; “‘Verticales de la desdicha’ incomoda tanto como reconforta, pulveriza a la vez que esgrime un haz de certera esperanza y, además, aporta significantes a la ardua batalla cultural que nos depara el futuro”, escribe Antonioli.
Con una cita de Leopoldo Marechal: “Lo esencial es romper el silencio, y el agua de los grandes mutismos”, Vincenzini da pie a comenzar la lectura de este libro. Dividido en 6 temas como 6 puertas que abrimos para entrar a un desasosiego distinto pero, también, que se erigen (verticalmente) como la columna vertebral del poemario y, construyen, a la vez, un poema: el poema vertebral.
Empuje
sin anestesia
la tristeza que pregunta
gira la calesita
páramo
transversal
Un tajo que descubre la honda sensación de desamparo e impotencia vividos durante el gobierno macrista.
El recorrido comienza con cuerpos que resisten, sueños que se quiebran, vigilias y coraje; palabras para decir ajuste y desigualdad. La historia destapa peregrinos sin techo, injusticias y el poder de los falsos dueños de la tierra. Las consecuencias más desoladoras y trágicas: la intemperie y el hambre, la muerte en las veredas. Marginados y victimarios giran en el mismo escenario. Cicatrices, bruma sobre los cuerpos hermanos, escapando de la aniquilación, con la esperanza de la resurrección de la aldea cuando se vuelve a soñar la primavera, en un canto que no suena a victoria pero llama a sostenernos para no caer.
Esta obra nos sitúa en la realidad sociopolítica argentina y latinoamericana contemporánea, y el poema en sí se construye con un sentido, con ese sentido. El de mostrar esta realidad más profunda y compleja. El poema no es solo la búsqueda, es, en este caso, el factor principal, la herramienta para la denuncia. La obra de Alicia Vincenzini se caracteriza por la ética de su discurso y esa ética se convierte en un estilo propio, maduro ya, en este libro.
Alicia Vincenzini (1967), es santafesina, poeta y bioquímica, con posgrados en Ciencias y Tecnologías de Alimentos (UNL) y en Comunicación Científica, Médica y Ambiental (Pompeu Fabra). Fue docente universitaria. Publicó los libros “Escondida” (Editorial De l’aire, 2017), “En el péndulo” (Alción Editora, 2019), “No sé qué hay” (Alción Editora, 2020). Fue parte de los grupos de escritura Quo Vadis, Traza, y PalabravaS. Participó en las antologías “Escritos cercanos II” (Ladran Sancho, 2013), “Escritos cercanos III” (Ladran Sancho, 2014), “4 poetas al Oeste” (Editorial 3+1, 2014), “Mundo de Haikus” (Niña pez ediciones, 2020), “Quedarse acá” (Traza, 2020) y “Pido la luna brillante” (Traza, 2020). Tiene cuentos y poemas premiados y publicados en antologías nacionales e internacionales. Participó en programas de mediación de lectura. Ensaya el “Laboratorio de palabras”.