Jueves 23.11.2023
/Última actualización 21:29
Hay dos hechos culturales de los últimos meses que parecen a simple vista muy diferentes entre sí tanto en sus formatos como en sus derivaciones, pero que tienen una vinculación. El primero es el estreno en la plataforma Netflix de la miniserie de ocho capítulos “La caída de la casa Usher”. El otro, la publicación póstuma que hizo la editorial Seix Barral de la obra dramatúrgica del argentino Abelardo Castillo, bajo el título teatro reunido, que incluye como texto núcleo “Israfel”. El nexo entre ambos productos, tan distantes, es la figura del escritor maldito por excelencia del siglo XIX, Edgar Allan Poe.
En el primer caso, el trabajo audiovisual generado para la plataforma de streaming por el director Mike Flanagan, es una mirada actualizada sobre los temas que rondan la literatura de Poe, pero trasladada a la actualidad y, en concreto, al complejo universo de la industria farmacéutica. Los relatos de Poe, en especial los que están contenidos en aquel volumen central “Narraciones extraordinarias” y parte de sus poemas otorgan al mismo tiempo el título y la dinámica de los capítulos. Hay, por ejemplo, uno titulado “La máscara de la Muerte Roja” que remite al célebre cuento, pero de él toma apenas los rasgos centrales que estructuran la trama. Algo parecido ocurre en “El gato negro” y “El corazón delator”.
"La caída de la casa Usher". Foto: NetflixUn poeta maldito que interpela
La pieza teatral concebida por Abelardo Castillo, en tanto, también tiene como centro gravitacional a Poe, pero ya no desde la arcilla de sus relatos, sino con la propia y compleja historia del escritor y poeta estadounidense como base.“Israfel, drama en dos actos y dos tabernas”, tal como la denominó el propio Castillo fue publicada por primera vez en 1964 y se estrenó en 1966 con Alfredo Alcón en el papel de Poe.
No es, como decía el propio Castillo, una texto con intenciones biográficas, sino más bien una alegoría sobre el artista, que utiliza como instrumentos la figura del “poeta maldito” y la existencia tumultuosa de Poe. Es, en síntesis, una descripción sobre la colisión entre el individuo que ha elegido el camino del arte frente a una sociedad poco receptiva a estos perfiles.
Daniel Marcove, que en 2022 dirigió una versión de la obra, afirmó en una entrevista concedida a Cecilia Hopkins, de Página 12, que en Israfel Castillo crea “un universo nuevo, totalmente diferente al teatro que se hacía entonces, con personajes hablando en un living. Abelardo se identificaba con Poe. Hasta era dipsómano, como él, es decir, era un bebedor que puede dejar de serlo si se lo propone pero cuando vuelve a caer, lo hace con gran intensidad”.
Mauricio Kartun, en un texto escrito para esta nueva edición de Seix Barral, señala que en 1964, “mientras en homogéneo costumbrismo una generación de dramaturgos se preocupa por la alienación de la clase media, un veinteañero no alineado ensueña a Edgar Allan Poe tambaleante de taberna en taberna, y pone parlamento a sus visiones. Se desmarca. Escribiendo a contrapelo creaba un clásico”.
Seix BarralPoe dialoga con el presente
Más allá de las particularidades de ambos textos (“La caída de la Casa Usher” e “Israfel”) lo que parecen demostrar es la intemporal vigencia de Poe, quien introdujo el estilo gótico en la literatura estadounidense y abordó como pocos lo sobrenatural y lo macabro. Esto puede tener relación con los temas que suelen aparecer en su narrativa: la locura, la muerte, la decadencia, el misterio, la melancolía, la tristeza y la introspección. Además, fue uno de los primeros escritores en profundizar en los aspectos psicológicos y emocionales de sus personajes, lo cual deriva en una interpelación al lector que siempre va más allá de la coyuntura. Redescubrir a Poe y enlazar su poesía, su prosa y su propia historia de vida parece una recomendación siempre válida.