Sábado 1.7.2023
/Última actualización 17:22
Cielo Razzo vuelve a Santa Fe en el marco de la gira por sus 30 años de trayectoria y los 20 años de un disco que fue bisagra en su carrera, “Código de barras”. Mientras, el grupo prepara la salida de su nuevo material de estudio, el octavo de su carrera, en un 2023 que los tendrá tocando en el mítico Luna Park el sábado 9 de septiembre.
La banda rosarina vuelve al escenario de Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) este sábado 8 desde las 21, después de la exitosa fecha de marzo, para brindar un show intenso en el que no faltarán los clásicos de su discografía. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de miércoles a domingo, de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
El festejo por las tres décadas los llevará además por distintos puntos del país para poder compartir este año tan especial de junto a todos sus seguidores. De este viaje en el tiempo y de lo que se viene hacia adelante conversó El Litoral con Pablo Pino, vocalista y frontman de una formación que se completa con Diego “Pájaro” Almirón en guitarra y coros, Fernando “Nano” Aime en guitarra, Cristian Narváez en bajo, Marcelo Vizzarri en teclados y Javier Robledo en batería y coros.
Recuerdos
-Este año celebran dos aniversarios clave: los 30 desde el comienzo y los 20 de “Código de barras”, que fue un punto de quiebre. ¿Cómo es el viaje de la memoria a esos dos momentos de la banda, separados por una década?
-Son momentos que un poco están comandado por la noche: una situación que por supuesto que se repiensa, se vuelve a esa época; pero eso lo siento mucho en el vivo, cuando se tocan esas canciones y estamos en esa celebración; en la de “Código”, particularmente. Nos retrotrae a esa época, la del Flaco y Claudio (Pablo “Largo” Caruso, baterista, y Claudio Crispín, escenógrafo, fallecidos en un accidente automovilístico), antes de sacar el disco: fue quizás la situación más bisagra de la banda. Así que tiene su cosa sentimental y emocional que es bastante fuerte.
-Fue algo muy trágico, y en un momento que era bueno para la banda.
-La banda estaba en una situación de crecimiento total: estaba viniendo mucha gente, se estaba corriendo mucho la bola; era el primer momento de notar que se estaba avanzando mucho, se podría decir. Y la pérdida del Flaco y Claudio... con el tiempo uno va a resignificando lo que pasó, lo que uno sentía. Para nosotros fue siempre como una especie de precio: cuando uno lo ve un poco como si fuera un cuento, medio trágico; cuando uno lo quiere ver un poco romántico, es como que todo tiene su costo en la vida.
Fue muy fuerte, porque también nos transformó como banda: por eso digo que fue el elemento más bisagra: con esas partidas, con la del Flaco particularmente, que era el integrante de la banda, fue como que la familia que éramos en ese momento, sin darnos cuenta, se terminó de concretar por un dolor en común.
Es un aprendizaje, cambia después la sensación: en aquel momento por supuesto fue una tragedia negra, oscurísima; siempre pensando también que éramos pibes muy jóvenes, no teníamos ni 30 años. La muerte de gente joven fue muy fuerte para nosotros y para todo el entorno: para los padres, por supuesto; el llanto de la familia, de la novia de aquel momento.
Uno lo ve ahora desde otro lado, con otra perspectiva: aflojó el dolor, se convirtió en otra cosa, en una cuestión de memoria y de nostalgia. Tiene eso cuando uno se enfoca, pero ese enfoque y esa situación de conexión la terminamos logrando cuando estamos con el elemento que falta que es el público: ahí es cuando brota de vuelta todo.
-Cuando se conectan todos los cables.
El salto
-Esos dos aniversarios son dos épocas del mundo y el país, muy antagónicas: son dos épocas distintas del mundo y el país: 1993 era una cosa, y 2003 ya era otro mundo.
-Totalmente: era otro mundo, éramos otros pibitos también, con otras energías; había una energía muy fuerte, en 2003 cuando la muerte del Flaco. Perdón, fue antes: la parte de la partida de los pibes la tengo medio borrada en la cabeza. Fue muy fuerte, estábamos montados en una energía que era que era arrolladora: yo lo sentí así, por lo menos.
-¿En qué momento se dieron cuenta de que esto era un oficio que había venido para quedarse, y no era solamente esa pasión o esa leche de unos pibes que querían hacer la suya?
-Creo que fue cuando empezamos a ver que algo estaba pasando fuera de lo normal; eso fue lo notorio, fue el primer quiebre, cuando sacamos “Buenas”. Y entre “Buenas” y “Código de barras” empezamos a ver que se estaba acercando mucha gente que no conocíamos. En los primeros años decís: “Va a venir tal o cual, tal club, me llamaron de Pérez que van a venir; gente de Santa Fe: me acuerdo que con “Buenas” empezaron a viajar.
Ahí yo por lo menos empecé a notar, y empecé a entender, que me tenía que dedicar a esto: que no podía perder tiempo en otro trabajo, se podría decir. Fue cuando tomé la decisión: a finales de los 90, en la época en que no había laburo, el uno a uno, la caída de De la Rúa más adelante. Fue una época muy dura para tomar ese tipo de decisiones, pero había que tomarlas: no había posibilidades tampoco. Hablo por mi lado: después los muchachos tuvieron cada uno su historia y cada uno fue haciendo de ese crecimiento un camino y una toma de decisiones particulares.
Empecé a aflojar con los laburos, tenía changas chiquitas, ya era papá en el momento de crecimiento de Cielo. Recuerdo eso como una decisión así: “Me parece que ya está”; pero fue cuando empezó a crecer el grupo, que empezaban a pasar cosas, que venía mucha gente. Tocamos la última vez en García, que fue el último bar en el que tocamos en Rosario; explotó el lugar, estaba estallado, quedó gente afuera: ahí se empezó a visualizar que estaba viniendo lo que pasó después, poder dedicarnos a la música por completo.
-Una época en la que no había mucho para perder: no te la garantizaba ni los otros trabajos ni la música.
-Ahí nace la canción “Qué se yo”, que es un fiel reflejo de la época: recuerdo estar sentado con amigos, mirando los diarios buscando laburo, y que no había. No estoy exagerando: en los clasificados había media página, o una página nada más. Era una época difícil, y nosotros estábamos tomando esas decisiones; de qué iba a pasar en nuestro futuro, si íbamos a ser una banda profesional u otra cosa.
Pero igualmente no estaba tan claro, había unas situaciones que uno no entendía; yo por lo menos no entendía bien lo que era el circuito musical. Ya tocábamos, éramos súper under, tocábamos en todos lados; pero no estaba el mainstream como está ahora. Después sí vino la época del rock barrial, donde el rock se posiciona fuerte y medio que se empieza a entender; pero eso fue cuando ya estábamos con “Buenas”: se empezó a ver que se estaba gestando un movimiento, pero estuvimos afuera hasta que pudimos entrar.
Ciclos
-Hablabas del momento cuando empezó a aparecer un público más numeroso, al que no conocías. ¿Cómo se vive el hecho de que ese público siguió creciendo, y que además se va renovando? Porque empieza a ir otra gente, empiezan a ir los hijos de los que los iban a ver al principio.
-En la vida cotidiana de cada uno, cuando uno frena un poco y mira, tenés que ponerte de frente y seguir caminando, porque termina siendo una locura, una nostalgia gigante, un viaje hermoso. Soy de los tipos que pasan mucho (risas), y freno y miro; intento tener conciencia de dónde estoy, qué es lo que está pasando, cuánto tiempo pasó. Y cuando uno lo ve de esa manera, con esa visión, es mágico todo: no puedo tener un balance, ni entender mucho. Es como decir: “Bueno, amigo, ya no tenés 20 años, tenés casi 50; y estás acá haciendo lo mismo, seguís cantando; y los compañeros que antes eran aquellos pibitos ya son chabones que son tus hermanos de la vida”.
Pasó mucho, entonces para mí termina siendo un viaje alucinante: en un momento termine dentro de una banda que se convirtió en la vida, en la nave.
-En ese cambio de etapas hoy les toca a ustedes ser los referentes de artistas que los toman como tales, de la misma forma en que ustedes habrán tomado a otros en su momento.
-Es una locura, como decía antes, es medio inexplicable. Lo que uno termina de entender es que si hay alguien que está escuchando, alguien que está prestando atención, el aprendizaje para mí y creo que para muchos de los compañeros) es tener una idea, pensar: “¿Qué vamos a decir? Mirá que estás diciendo algo, sos parte de un elemento que es mucho más grande que nosotros, que es la música; de una historia de miles de bandas que han pasado; y de alguna u otra manera formamos parte de eso. ¿Qué lugar querés ocupar? ¿Cuál querés que sea el lugar donde te van a recordar?”.
Ahí está qué es lo que vamos a hacer, que decimos para que se continúe; cuál va a ser la semilla que vamos a aportar a este campo.
-Hay gente que dice: “No te hagas cargo de tantas cosas”, pero creo que nos tenemos que hacer cargo. Todo el mundo se tiene que hacer cargo de lo que hace y de esa responsabilidad hacia el resto del mundo. Es lo que intentamos.
Con el Pájaro siempre fuimos los compositores de la banda, los que llevamos las canciones. En un momento, hace un tiempo atrás, nos sentamos y dijimos: “¿De qué vamos a hablar los dos? Apuntemos los dos juntos: dejemos de ser dos compositores y convirtámonos en la voz de algo”, que en este caso sería Cielo, intentando sintetizar un poco la idea. Y bueno, también tiene que ver con el tiempo: de decirle al Pájaro hace mucho tiempo “no te metas” en una composición a sentarnos los dos a hablar y decir: “¿Qué vamos a escribir entre los dos?”.
Ahora trabajamos juntos: él trae una canción, me la da, “chequeala, cambiale algo, lo que te parezca”; y ya el derecho adquirido (por cariño, por amor, por respeto) de poder decirle si me parece que hay que cambiar algo, modificar algo. Y viceversa: el Pájaro es el único tipo que me puede decir una barbaridad que la voy a aceptar, porque sé de dónde viene; y tengo mucho amor por él. En el trabajo que es la composición (que para mí es sagrado, y es lo más bonito que aprendí a hacer en esto) encontrar un hermano, un socio, alguien en el cual uno pueda confiar que la devolución que está haciendo es desde el corazón, y con una energía positiva siempre, es alucinante. Esos son los aprendizajes.
Mercadería fresca
-Está en proceso de salir el disco que se habían empezado a publicar con aquellos primeros sencillos. Hay una fecha de presentación en el Luna Park el 9 de septiembre. ¿Cómo fue el proceso de agarrar el envión para terminarlo?
-Nos obligamos. Veníamos dando vueltas con el disco hace va mucho tiempo y yo siempre le dije a los pibes: “Muchachos, estoy contando que estamos por sacar el disco y no sale”. Se trababa por una cosa o por otra; vino la pandemia y nos frenó; pudimos sacar esas tres canciones que son los adelantos del disco.
Por suerte se podría decir como primicia que estamos a diez días de entrar a grabar. Así que si tenemos suerte vamos a tener una canción para antes del Luna; y después va a haber otro puñado que van a salir todas juntas para completar el disco, ya pasando el Luna Park: noviembre, diciembre, seguramente a esa altura ya va a estar completo el disco con las tres primeras, y esta que vamos a sacar ahora. Ayer (por el miércoles 28) se reservó el estudio, así que es un hecho.
-Ya hay una grilla de trabajo.
-Exactamente: pudimos enderezar, pudimos armar la grilla de laburo. Estamos trabajando para el Luna a full: se sumó gente a acompañar, gente amiga que laburó con nosotros toda la vida, que siguieron laburando a otros lados en producción y demás, y los convocamos para que vuelvan a su escuela a ayudar a hacer el show.
Por otro lado, el trabajo paralelo de empezar a grabar, a trabajar en las canciones. Es un año con mucho laburo, así que “a concentrarnos” sería el tema.
-En una entrevista anterior comentaste que estaban pensando en el álbum siguiente, que es otro concepto. ¿Sigue estando ahí esa idea, esperando?
-Lo que hicimos fue un poco bajar a la tierra: “Concentrémonos en esto que tenemos acá, laburemos con esto: las canciones que van a venir ahora tienen un potencial, hay un par de canciones que tienen una data hermosa, distinta. Pero un poco olvidamos esa situación, la dejamos un poco de lado, y nos concentramos en esto que va a venir ahora. Así que está todo puesto acá: lo que teníamos, lo que somos, lo que vamos a ser está puesto todo en lo que va a salir ahora. Después veremos.