Viernes 7.7.2023
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“Si no hubiese sido tan rico, habría llegado a ser un gran hombre”. La afirmación que realiza Charles Foster Kane, el magnate que crearon Orson Welles y el guionista Herman J. Mankiewicz para “El ciudadano” (Citizen Kane, 1941) es una especie de síntesis de la trama de una de las películas más influyentes de la historia del cine, en especial luego de la revalorización que hicieron de ella los referentes de la nouvelle vague francesa. Es que Kane, como todo personaje que se precie, está lleno de contradicciones y ahí radica su atractivo.
Foto: RKOEste filme, que se podrá ver el próximo miércoles a las 18 en Cine América (25 de Mayo 3075) en el marco de un tour de clásicos organizado por Cine Club Santa Fe modificó de un modo sustancial la forma en que se narraban las historias en la pantalla e introdujo innovaciones técnicas. Es que Welles (que llegó a Hollywood y encontró, en sus propios términos, el “tren eléctrico más maravilloso jamás creado”) experimentó con ángulos de cámara inusuales, juegos de luces y sombras, profundidad de campo y montaje. De esta forma, del mismo modo que había hecho en el teatro, rompió las convenciones cinematográficas de principios de los 40.
“El ciudadano”, y esto es más bien mérito de Mankiewicz tal como revela el reciente film “Mank” de David Fincher, fue pionero en jugar con una estructura narrativa no lineal. En efecto, a partir de la investigación de un periodista, el espectador ingresa a la vida de Kane desde las diferentes ópticas de las personas que lo conocieron. Inclusive, hay varios hechos que están vistos desde puntos de vista diferentes. En este sentido, hay una apelación al que mira para que sea capaz de interpretar la información y obtener sus propias conclusiones.
Foto: RKOEntre las secuencias icónicas de la película, figuran la del picnic en la mansión de Xanadú, donde los lujos y la extravagancia representan la decadencia y aislamiento de Kane. La del espejo roto, también en el palacio del avejentado Kane. Este elemento sirve para mostrar el quiebre emocional de Kane, incapaz de retener a su lado a su joven esposa Susan Alexander. Y la famosa escena final, donde se revela ante los ojos de la audiencia el enigma de “Rosebud”, el último pensamiento de Kane antes de morir, y el punto de partida de la investigación que reconstruye la película.
Foto: RKOSi en términos formales “El ciudadano” resultó un trabajo paradigmático, Welles y Mankiewicz no se abstrajeron del contexto social: la concentración de poder por parte de los medios de comunicación, los juegos sucios de la política, la crisis económica de 1929, el auge de los totalitarismos en Europa y los claroscuros del capitalismo también aparecen como notas al pie dentro de la trama.
El impacto que tuvo “Citizen Kane” en las décadas siguientes a su estreno es inconmensurable. Podría decirse que prácticamente todo cineasta posterior a Welles le debe algo. Un ejemplo concreto: Quentin Tarantino y sus estructuras narrativas plagadas de idas y vueltas, son herencia directa de Welles. Sin embargo, hay algunas películas puntuales donde el influjo de la ópera prima de Welles es más ostensible, como “Rashomon” (1950), que utiliza una estructura narrativa no lineal y varias perspectivas sobre una misma historia. O “La dolce vita” (1960) de Federico Fellini, en su estudio sobre la fama y la decadencia moral.
Además de la posibilidad de ver “El ciudadano” en pantalla grande, Cine Club Santa Fe también incluyó en su tour de clásicos otros filmes que vale la pena revisar. “Get Out” de Jordan Peele, con pase previsto para el sábado a las 23.10, “Con ánimo de amar” de Wong Kar-Wai, el domingo a las 21.30, “Apocalipsis Now” de Francis Ford Coppola, cuya proyección está prevista para el lunes a las 22. Y “Dogville” de Lars Von Trier, que estará disponible el martes a las 21.