En su último libro “Algunas familias normales”, la escritora Mariana Sández posa la mirada sobre situaciones en apariencia simples, que al profundizar se vuelven extrañas. El interés de la autora por la filosofía que se esconde “en lo aparentemente trivial”.
Alejandro Guyot Soy muy constante para escribir pero nada organizada para trazar planes en la escritura , sostuvo la escritora en una entrevista.
“En estos agudos cuentos confirmo que, mientras la normalidad es cómica, la anomalía es elegante, sugerente, turbadora: tiende, igual que la hiedra, a leer la realidad como un constante cambio de cuerpo, de textura”. Con esas palabras se refiere el escritor español Enrique Vila-Matas al último libro de Mariana Sández, que lleva por título “Algunas familias normales”. Cuyos personajes son vecinos de un consorcio, compañeras de oficina, dos hermanas ancianas inseparables, un directivo desempleado y un remisero que no ha logrado formar familia. “Estas historias y otras que no se incluyeron en el libro, fueron surgiendo entre 2011 y 2014, en distintos momentos y sin conexión entre sí. Fue mi primer intento de escribir con intención de dar forma a un libro de ficción que en algún momento pudiera publicarse”, explicó la autora a este medio.
-¿Qué tienen como nexo común para reunirlas en el libro?
-Creo que todos muestran escenas cotidianas con diferentes conformaciones familiares, que a veces es por lazos de sangre y otras no, son lazos creados, como las amistades o los vecinos. A priori parecen situaciones simples pero todas tienen un tema por resolver, afectos por acomodar, situaciones que buscan una solución diferente a la que venían probando. En ese sentido son escenarios “normales”, con todo lo que desapruebo y utilizo cínicamente esa palabra, en los que se presenta algún elemento desajustado o algún personaje externo que viene a mostrar el desajuste. Como si de algún modo se mezclaran, confluyeran, “lo normal” y lo inesperado.
Cía. Naviera Ilimitada
Cía. Naviera IlimitadaFoto:
La psicología de la vida ordinaria
-Ya habías puesto el foco en la familia y la convivencia con los vecinos en “Una casa llena de gente”. Ahora, de algún modo, regresás a esos tópicos. ¿Podría ser como un sello de tu producción literaria?
-Sí, creo que es pronto para decirlo porque uno va cambiando y nunca sabe qué caminos va a tomar, pero es posible. Lo que observo con especial atención y me interesa transcurre en espacios públicos o privados en los que se pone de manifiesto la cuestión relacional, la psicología de la vida ordinaria. Lo que llamo la pequeña intimidad cotidiana. Y la filosofía que se esconde en lo aparentemente trivial.
Imanes
-Señalaste que te importa “la filosofía que se esconde en lo aparentemente trivial”. ¿Cómo es el proceso de empezar a construir piezas literarias a partir de allí?
-Por lo general una frase dicha o un gesto hecho por cualquier persona en cualquier circunstancia funciona como disparador. Algo que detecto en las noticias de los diarios. Un detalle siempre muy minúsculo que va expandiéndose en mi cabeza como cuando al algodón lo metés en agua. Ese pequeño algo irradia y empieza a conectarse desde ahí, como un imán, con otros datos que veo, escucho, interpreto. Empiezan a juntarse el imán primero con el segundo, el tercero y toma forma una cierta historia que termino de delinear mientras escribo. Siento que los imanes se atraen entre sí más allá de mí, yo hago el trabajo que viene después y que es solamente ordenarlos.
Alejandro Guyot
Foto: Alejandro Guyot
De Dickens a Silvina Ocampo
-En repetidas ocasiones comentaste las influencias recibidas de Enrique Vila-Matas, quien incluso prologa el libro ¿Qué otros autores sentís cercanos a las motivaciones y preocupaciones que te impulsan a escribir?
-Reconozco que toda la literatura que de algún modo está vinculada, o tiene cierta influencia, del absurdo, el grotesco, el existencialismo, me atrajo durante años hasta que me di cuenta. No hay una corriente que los una salvo mi lectura. Kierkegaard, Dickens, Camus, Duras, Beckett, Queneau, Perec, Unamuno, Cortázar, Moravia, Kafka, Bernhard, Silvina Ocampo, Lispector, Guinzburg, por nombrar solo alguno/as. Más acá, Vila-Matas, Roald Dahl, Stephen Dixon. De lo más contemporáneo me están interesando mucho las mujeres por la forma de escribir y por las temáticas.
Sin planes
-En una de las reseñas sobre tu libro, dice “después de leer este libro, imposible no ver historias en cada persona que crucemos”. ¿Fue, en parte, un objetivo que te trazaste?
-Conscientemente no me propuse nada, mi sensación es que uno escribe lo que puede y lo más atractivo es ver lo que va saliendo cuando el trabajo está en marcha, cosas que te sorprenden y te desvían. Es muy difícil plantearse un objetivo, temática o mensaje que va a contener el relato, sea cuento o novela. Soy muy constante para escribir pero nada organizada para trazar planes en la escritura.
Personaje persistente
-¿Sobre qué temáticas te interesa escribir en el futuro?
-Sigo con uno de los personajes de “Una casa llena de gente”, la hija, Charo. Y en paralelo tengo otra novela empezada y aparcada que también tiene como protagonista a una mujer mayor que hace un cambio radical en su vida.