El Litoral | Infobae
De visita a la Argentina, en 1987 el actor mexicano participó de una emisión de La Noticia Rebelde, el inolvidable programa de Abrevaya y Jorge Guinzburg. Eran los tiempos donde en nuestro país las familias disfrutaban con El Chavo del 8.
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En aquel entonces, plena década del 80, los niños querían ser como Superman, el hombre de acero. O como He-Man, ese guerrero que adquiría poderes sobrehumanos alzando su espada frente al Castillo Grayskull. Pero pocos querían ser como El Chapulín Colorado. Y para su creador, Roberto Gómez Bolaños, eso era casi una desilusión.
"Superman y He-Man no son héroes. Héroe es el Chapulín Colorado", respondía Chespirito -como todos lo conocían- a la consulta de Carlos Abrevaya. Y de inmediato levantaba el dedo índice para advertir: "Esto es serio". Sin dudas que lo era.
De visita a la Argentina, en 1987 el actor mexicano participó de una emisión de La Noticia Rebelde, el inolvidable programa de Abrevaya y Jorge Guinzburg. Eran los tiempos donde en nuestro país -y en gran parte de América Latina- las familias disfrutaban con El Chavo del 8. Y las aventuras de ese ¿antihéroe? que portaba un gran martillo de plástico al que llamaba Chipote Chillón, y que aparecía justo cuando más lo necesitaban: "Oh, y ahora, ¿quién podrá defendernos?"; "¡Yo!"; "¡El Chapulín Colorado!".
Y entonces, en aquel reportaje, Gómez Bolaños esgrimía sus argumentos ante Abrevaya y Guinzburg.
"El heroísmo no consiste en carecer de miedo, sino en superarlo. Aquellos no tienen miedo: Batman, Superman son todopoderosos, no pueden tener miedo". Pero en cambio, su personaje sí. Y lejos de ser su punto débil, es aquella su gran virtud. "El Chapulín Colorado se muere de miedo: es torpe, débil, tonto, etcétera", enumeraba Chespirito.
Por algo en sus historias se lo presentaba como "más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón…". "Y consciente de esas deficiencias -destacaba el humorista mexicano-, se enfrenta al problema: ese es un héroe".
Hay una última reivindicación para aquel personaje que, aún muerto de miedo, se encargaba de la situación aportando tranquilidad: "¡Que no cunda el pánico!", decía. Porque Gómez Bolaños advierte que el Chapulín Colorado se codeaba con el fracaso, con la derrota, con la desazón. "Pierde -decía-. Otra características de los héroes: pierden muchas veces. Después sus ideas triunfan, pero mientras tanto el héore… ¿Cuántos fusilados conocemos?".
Al concluir Chespirito su breve exposición, sus entrevistadores guardan un instante de silencio. Hasta que Guinzburg le dice, asombrado: "Es filosófico eso. Yo pensé que era un autor cualquiera y (usted) es un filósofo". El remate de Abrevaya es brillante: "¡No contaban con su astucia!".