Lunes 28.8.2023
/Última actualización 16:40
El Cirque du Soleil está cerrando la etapa rosarina de “Messi10”, el espectáculo creado como celebración de la carrera del astro nacido justamente en el sur provincial. En esta, su segunda producción basada en un fenómeno cultural argentino (después de “Sép7imo día”, dedicado a Soda Stereo; en ambos casos en colaboración con Pop Art Music), la compañía de origen canadiense deconstruye el fenómeno de la pasión futbolística y la vida del jugador, recurriendo a diferentes técnicas acrobática que se reparten a lo largo de 90 minutos, la duración de un partido; sin contar el entretiempo y las adiciones discrecionales de los árbitros, obviamente.
Hablando de árbitros, es un clown español caracterizado de “referee” de antaño quien ejerce el rol bufo, conecta con el público y organiza buena parte de la narrativa, conectando los diferentes actos y liderando los pases de comedia: con el exhibicionista que cruza desnudándose, el “lesionado” contorsionista que sigue descoyuntándose ante la impericia de los camilleros, o dando pie al que quiere subir a buscar la pelota desde su habilidad como equilibrista (destacando el “Balance” como concepto). Su contraparte actoral, minimalista y silenciosa en su actuación, es la figura cargada de balones, como quien lleva el peso de sueños y responsabilidades, para convertirse en trapecista en el segmento de “Familia”.
Trapecio y telas para el segmento “Family”. Foto: Gentileza Dosdosuno Prensa / Cirque du SoleilEn ese contexto, bajo la consigna “Hay un 10 en cada uno de nosotros”, en cada número alguien lleva esa camiseta como protagónico para contar los comienzos por el gusto de jugar (con un freestyler haciendo jueguitos hasta colgado de un arnés), el “pensar más rápido” (interacción con pantallas), la dureza del entrenamiento (a través de acrobacia en sogas), la dureza de los rivales a la hora de llegar al arco (con el “combate” entre los banquine porters y los ágiles banquine flyers), el corazón del balón” (probablemente el mejor número de diávolo del mundo), o la fiesta del vestuario (acrobacia en parejas y freestyle de jueguitos).
Creado en 2019 y retomado este año, incorpora la victoria en el último Mundial, tanto en las imágenes en las pantallas como en el homenaje a los hinchas, que (al menos en su paso argentino) se conecta por un instante con el omnipresente “Muchachos”.
El despliegue no se detiene en las imágenes: todo el escenario remeda un campo de fútbol con su círculo central, en una planta escénica mecanizada con segmentos giratorios, plataformas y trampillas, como las que sirven de base para los “relatores” (con el césped integrado en sus trajes). Pero el momento tecnológico preponderante es el de “Messi contra la máquina”: en la alegoría del fútbol-gaming, uno de los performers con el 10 en la espalda realiza un destacado número junto a un brazo robótico industrial. Aferrado al extremo del mismo, el artista pasa de equilibrista a pole dancer, de gimnasta a trapecista, reaccionando a los movimientos que la máquina le dicta y marcando la superioridad de la mente y el músculo por sobre la mecánica.
Humano y brazo robótico en el acto “Gaming”. Foto: Gentileza Dosdosuno Prensa / Cirque du SoleilEse es el fuerte del show: recrear la biomecánica privilegiada de un deportista de élite por medio de la disposición acrobática del bios escénico de performers de las más variadas disciplinas, que “hacen parecer fácil lo difícil”, como el propio Lionel Messi. La puesta se completa con un vestuario que recupera la estética de la indumentaria deportiva para llevarla al mundo fantástico del circo, con fluorescencias y algún brillo, y la música, que combina creaciones originales con reversiones de temas preexistentes (lugar destacado para la versión “adagio aflamencado” de “Tu sin mí”, de Dread Mar I).
En síntesis: la mística de la excelencia, expresada en la excelencia de acróbatas y deportista reclutados por la compañía que se animó a dar un paso más.
Contorsionista en el segmento “Unbalance”. Foto: Gentileza Dosdosuno Prensa / Cirque du SoleilDesde adentro
Esteban Mascó es uno de los dos argentinos en el equipo, especialista en banquina y generalista en “Messi10”. Comenzó representando al país como gimnasta para luego incursionar en el mundo del espectáculo: su primer trabajo con Cirque du Soleil fue en “Sep7imo día - No descansaré” donde se especializaba en tumbling, luego participó de programas de entrenamiento en Canadá, incorporando así nuevas habilidades.
En la previa de una jornada de doble función (sábado 24), conversó con El Litoral sobre sus vivencias en la compañía fundada en 1984 por Gilles Ste-Croix y Guy Laliberté.
-¿En qué parte del proceso te sumaste a la compañía para “Messi10”?
-Trabajo en Cirque du Soleil desde 2017, que fue mi primer contrato. A partir de ahí tuve varios contratos: el año pasado me fui a Montreal a entrenar con ellos cinco meses. Con “Messi10” estoy desde mayo, desde esta reapertura: ellos empezaron en 2019, en la creación no estuve.
-Viviste el proceso pospandémico. el re arranque. ¿Cómo fue el proceso de montaje y cuánto tiempo llevó?
-Las creaciones son intensas: normalmente una creación desde cero es de aproximadamente seis meses. Acá cómo fue una recreación, el show ya estaba armado, se tardó más o menos dos meses en volver a rearmarlo todo. Es mucho más fácil porque la idea ya está puesta, ya están los números, solamente hay que volver a encontrarle un poquito esa magia y entrenar las cosas para que el acto sea igual. Es básicamente el mismo show, con los mismos actos que se crearon en 2019, con algunos cambios para estas locaciones.
-¿Cómo se recluta la gente, y cómo se ensaya? Se tiene que ensayar ya en un lugar con todas las instalaciones.
-Sí: viajamos con todas nuestras instalaciones. Siempre que vamos a una locación no nos cambia demasiado, porque nuestro gimnasio, nuestra área de entrenamiento, nuestra área de trabajo, nuestro dress room; imagínense que viaja como en una cajita; ellos lo único que hacen es depositarlo en un lugar. Para nosotros siempre termina siendo un poco lo mismo: siempre tenemos los mismos elementos. Eso es súper cómodo, porque es muy importante no tener que andar pensando que nos tenemos que estar acostumbrando todo el tiempo a nuevas locaciones: para nosotros sería como la misma locación.
-¿Cómo fueron esos dos meses de preparación? ¿Hubo alguna locación especial?
-Hubo una locación especial en Buenos Aires: hicimos toda la recreación en Spantech, que es donde también vamos a estar ahora cuando volvamos a hacer los shows. Es una gran carpa gigante que tiene lugar tanto para el show en sí como para nuestra área de entrenamiento.
-¿Cómo está compuesta la compañía en esta etapa?
-Somos 32 artistas, pero somos más de 50 en el equipo, contando a técnicos, artística, wardrobe, todos los que viajamos. Artistas somos 32, pero somos sólo tres somos latinoamericanos: somos dos argentinos, y Cata, la freestyler, que es chilena. Tenemos un grupo súper variado de gente: desde rusos, bielorrusos, ucranianos, estadounidenses, canadienses, etíopes, españoles, franceses. Hay de todas partes del mundo.
Esteban Mascó, gimnasta argentino devenido en artista de la compañía. Foto: IAADisciplina
-Empezaste como gimnasta. ¿Cómo deviniste en performer?
-Estuve primero en la selección de gimnasia artística de Argentina, después me pasé a la selección de gimnasia acrobática. En 2015 estaba compitiendo en Dinamarca, representando a Argentina, y ahí fue la primera vez que el Soleil me invitó a participar de sus shows. En ese momento dije que no, porque quería seguir compitiendo; y finalmente en 2017 acepté una propuesta que me hicieron y me uní.
-¿Cómo se maneja la energía y la preparación para hacer dos funciones, en una que es tan desgastante, tan física? ¿Cómo se trabaja tanto lo individual y lo grupal?
-El grupo siempre es muy importante: en esta familia que tenemos de “Messi10” creo que estamos todos muy de acuerdo en que tenemos gente muy buena onda. Tenemos una familia, una crew de artistas, que somos todos muy buenos y muy respetuosos entre todos; y eso es súper importante a la hora de manejar energías.
Los días suelen ser largos: cuando hay una sola función solemos empezar a la una, dos de la tarde, que tenemos entrenamientos o cosas, y después tenemos la función de las nueve; cuando es doble función normalmente no se entrena o se entrena entre funciones, pero se viene al venue más o menos entre las dos, tres de la tarde. Uno se empieza a maquillar tranquilo, hay un tiempo de entrada en calor para el primer show; después hay un corte donde como decía quizás algunos entrenan, otros simplemente descansan. Normalmente todos cenamos y después hacemos el segundo show.
Los días son largos, pero ya el cuerpo de alguna que otra manera se empieza a acostumbrar. Hay dos mundos: está el mundo propiamente del circo y está el de los deportistas que se unen al circo. Lo que todos tenemos en común es que tenemos esta disciplina metida en la cabeza, en donde sabemos que más allá de estar cansados o no tenemos que venir acá y dar lo mejor. Así que solemos ser muy conscientes a la hora de volver a casa, irnos a dormir las ocho horas, despertarse, comer bien, descansar.
-¿Cómo se vive el momento previo a arrancar la función?
-Siempre hay un poquito de nervios; eso me parece que es lo lindo que tiene esto: que vos salís a hacer un show que hiciste mil veces y siempre es un show nuevo. Tenemos un grupo tan lindo que nuestros comienzos siempre son casi todos entrando en calor, cada uno en sus disciplinas, poniendo música hasta que nos llaman a posiciones (siempre hay alguien que nos llama posición cinco minutos antes): ahí es donde se corta la música y cada uno va.
Experto en diávolo en el acto “Heart of the Ball”. Foto: Gentileza Dosdosuno Prensa / Cirque du SoleilEvolución
-Estuviste también en “Sép7imo día”. ¿Qué sentís de diferente de ese show a este?
-Antes era más chico: “Sép7imo día” lo hice con 23, 24 años; ahora tengo 29. Es otra la experiencia; lo vivo desde otro lugar en general. Creo que antes no me daba cuenta lo que estaba viviendo, y de repente ahora puedo estar más involucrado. También en “Sép7imo día” hacía tumbling, era otra disciplina; ahora viré a ser banquine flyer, que es algo más grupal: pasé hacer de hacer algo un poco más solo (si bien estaba en un grupo) a algo en compañía, en crew.
Banquine flyers somos los que volamos; están los banquine porters, que son la gente grande (risas), y después los banquine flyers que somos cuatro: somos los que nos tiran.
-El tumbling tenía más que ver con tu experiencia con la gimnasia.
-Exacto. De hecho cuando fui a la selección de acrobática me especialicé en tumbling, y ahí es donde el Soleil me vio; ahí vinieron a reclutarme para hacer justamente tumbling, airtrack, fastrack; de a poco fui virando a diferentes cosas hasta terminar en banquine flyer.
-En esto de seguir formándote con ellos.
-Sí, siempre formándome con ellos: siempre me dieron oportunidades súper lindas, siempre me tuvieron presente. Ellos agarran muchos gimnastas, porque solemos ser bastante versátiles.
Familia
-Hasta noviembre está anunciado en Buenos Aires. ¿Cómo sigue después el proyecto y como sigue tu actividad?
-Sí, esperamos anunciar más: estamos muy contentos con toda esta gira nacional que estamos haciendo. El año que viene ya está anunciado que empieza la gira por Latinoamérica, el primer país es República Dominicana, si no me equivoco, Santo Domingo. Sé que se están tratando más ciudades de Latinoamérica, así que estamos a la espera de eso. Y yo también: creo que todos en la crew estamos muy a la espera de ver cómo sigue este tour.
-Sí, todos queremos seguir, todos estamos muy emocionados. Te soy sincero, y vuelvo quizás a lo mismo: el grupo es muy lindo, estamos todos muy contentos trabajando. A veces es difícil encontrar un grupo lindo, y este grupo es muy hermoso.
-Si no, no se podría hacer.
-Obvio, total: vivimos las 24 horas, así que somos realmente una familia. Eso que dicen de “familia de circo” es real.
Últimas funciones
“Messi10” se despedirá de Rosario el viernes 1 y sábado 2 de septiembre, a las 21. Más información en Turboentrada.com.