Martes 15.3.2022
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¿Cómo es posible que un film estrenado en la década del ‘70, sobre el cual los productores tenían pocas expectativas, haya calado tan profundo en el imaginario colectivo hasta el punto de que su reposición en los cines argentinos, medio siglo después, le gane la pulseada en taquilla a una de las nominadas al Oscar 2022? Cómo todo fenómeno cultural, no existe una respuesta única ni cerrada. Pero lo irrefutable es que “El padrino”, la obra de Francis Ford Coppola que se proyectó por primera vez en los cines el 15 de marzo de 1972 hace 50 años, no ha envejecido. Y sus personajes principales (los integrantes de la familia Corleone) adquieren vibrante actualidad cuando se los enfrenta a los nuevos contextos.
Se podrían llenar cientos de páginas con las diferentes alternativas que tuvo el film en la instancia de preproducción, durante su rodaje y en el momento de su estreno. Lo significativo es que un film que tenía todas las chances de convertirse en un fracaso, gracias a la constancia y creatividad de un conjunto de artistas llegó a integrar, en cambio, una cadena (también formada por trabajos de Peter Bogdanovich, Brian De Palma, Martin Scorsese y otros) que acabó por modificar las pautas del quehacer cinematográfico.
¿Por qué desde Paramount, el estudio que tenía los derechos para adaptar la novela de Mario Puzo creían que “El padrino” podría haber terminado en un fiasco? No confiaban en la decisión de Coppola de que fuera un film de época, ambientado en los ‘40, sino que pretendían que la acción transcurriese en el presente. Menos aún, algo increíble visto en perspectiva, en Marlon Brando, actor al que veían inadecuado para el papel de Vito Corleone. Y temían que las tres horas del corte ideado por el director fueran demasiadas para el público. Sin embargo, estos contratiempos son anecdóticos. Lo que importa es que “El padrino” impactó en diversos planos. En lo formal, Coppola tomó elementos de distintos géneros clásicos y los mezcló con pericia. Y su historia épica, a través de la indagación en los lazos familiares de los Corleone, busca claves para comprender a un país como Estados Unidos.
“El padrino” tiene muchas capas. Es, desde su superficie, un policial negro sobre el enfrentamiento territorial de los grupos criminales neoyorquinos en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Pero, en su núcleo, es la historia de un hombre (Michael Corleone, magnética labor de Al Pacino), que se mantiene al márgen de los negocios de su familia relacionada con el crimen organizado, hasta que el patriarca Vito Corleone es baleado. Y tras un proceso de autodescubrimiento, ocupa el lugar que la sangre le demanda. Lo que muestra Coppola en pantalla tiene que ver con la paradoja del ser humano. Es que las decisiones que toma Michael, obligado por la necesidad de sostener el honor de la familia (algo que no comprende su atribulada esposa WASP, que interpreta Diane Keaton) lo corrompen, pero al mismo tiempo lo llevan a cumplir su destino. Tras vengar a su padre y exiliarse en Sicilia, descubre facetas que no había previsto.
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Además de su descripción de la familia, “El padrino” es, como señaló el crítico Vincent Canby en The New York Times, “una de las crónicas más brutales y conmovedoras de la vida americana que se haya diseñado nunca dentro de los límites del entretenimiento popular”. Algo que Coppola expone desde la secuencia inicial, que abre con Amerigo Bonasera y su famoso “I believe in America” (“Yo creo en América”). El sepulturero italiano ha hecho fortuna gracias al sistema de Estados Unidos, pero cuando su hija es golpeada brutalmente y los policías y los jueces no le dan una respuesta adecuada, acude a Don Vito Corleone y le pide: “Dame justicia”. Es decir, acepta que tiene que recurrir a la mafia (que en su origen era una agrupación para la protección y el ejercicio autónomo de la ley) porque no encuentra amparo en los pilares que sostienen el American Way of Life.
En similar sentido, como sostiene David Oubiña, “El padrino” se integra a una filmografía que, a principios de los ‘70, refleja de manera indirecta la crisis de la sociedad norteamericana en tiempos de Richard Nixon. “A la sombra de Watergate, muchos films manifiestan la creciente desilusión ante la Justicia y el sistema democrático, la falta de confianza en las instituciones y la paranoia del hombre espiado o invadido en su intimidad”, dice Oubiña. Desde esta perspectiva, “El padrino” podría leerse como un llamado de atención sobre la corrupción.
Paramount Pictures D.REl nivel de detalle con que están esbozados los personajes es notable, y en esto tiene que ver tanto la dirección de Coppola como el compromiso de actores y actrices. Esa cuidadosa construcción está presente incluso en la cuidada incorporación de las frases que pronuncia cada uno de ellos, algunas de las cuales todavía son citadas hoy. Desde la recordada “Deja el arma, toma los cannoli” de Peter Clemenza, tras asesinar a un hombre, hasta “Le haré una oferta que no podrá rechazar” del propio Vito Corleone, hablan tanto de los personajes como su forma de vestirse, su tono de voz y sus gestos.
Paramount Pictures D.REn 2020, con motivo de la presentación de una versión restaurada de “El padrino III” el crítico Leandro Arteaga señaló en una entrevista con este medio una clave que permite explicar la vigencia de la obra de 1972: “lo genial es que el director se apropia de la película y lo hace a la manera de los grandes realizadores del cine norteamericano. Es decir, es un proyecto de estudio en un momento en que el sistema de estudios está en decadencia. Coppola hace la película que, de alguna manera, los ejecutivos le piden, pero también busca la película que lo satisfaga como autor”. Y que, sin duda, satisfizo también a varias generaciones de amantes del cine.