“Soy Juan Spano. Compositor y arreglador. Hago música original para obras de teatro, danza y audiovisuales”. Eso dice el músico en su perfil.
“Intersección” es una experiencia de música en vivo, sonido envolvente, visuales y diseño lumínico. Los sonidos de tres compositores confluyen en un universo onírico y atemporal. El compositor Juan Spano interviene piezas de Spinetta y Piazzolla, llevándolas a su particular lenguaje compositivo e instrumental, combinándolas con su propia música.
“Soy Juan Spano. Compositor y arreglador. Hago música original para obras de teatro, danza y audiovisuales”. Eso dice el músico en su perfil.
Su espectáculo de este año (temporada 2021/22) en la sala de Cuatro Elementos, uno de los mejores espacios independientes con ofertas creativas todo el año, con una vara alta para aceptar grupos, artistas, trabajos y ofertarlos se define así: “‘Intersección’ es una experiencia de música en vivo, sonido envolvente, visuales y diseño lumínico. Los sonidos de tres compositores confluyen en un universo onírico y atemporal. El compositor Juan Spano interviene piezas de Spinetta y Piazzolla, llevándolas a su particular lenguaje compositivo e instrumental, combinándolas con su propia música, creando una experiencia integral que añade las proyecciones y visuales de Denisse Laub, el diseño lumínico de Gustavo Martincic, la realización de objetos escénicos de Eduardo Bracco, la actuación de Lucila Medjurechan y un ensamble de excelentes músicos en vivo”. Emma Chacón Oribe en violoncello. Oriana Savino en violín. Lupita Rodríguez en percusión. Jazmín Chandía en arpa. Juan Spano en piano.
Los músicos, de una calidad que debe destacarse, arremetieron contra pasajes de Piazzolla, en otras de sus intervenciones avanzaron sobre Spinetta y, en determinadas ocasiones, sobre trabajos que se indica que eran del pianista y arreglador: Spano. Allí desconozco si eran fragmentos o el total de la obra. Con Spinetta y Piazzolla si era posible, prestando atención, encontrar aquello conocido. No son “estéreo compatibles” Piazzolla y Spinetta... o sí. Cuestión de oír y estimar.
Resulta extraño, al menos eso; extraño, que determinados compases, un juego de vana melodía, deja sin final, esto es textual, sin final los pasajes de los dos autores conocidos ¿Es una copa de oro el espinillo ?, se pregunta Nalé Roxlo. Los arreglos de Spano no apuntan a completar, se pierden las propuestas en un capricho: oigan qué hacemos con esto que ustedes conocían. Crear sobre lo creado es difícil y lleva a una pregunta: ¿para qué?
En el escenario, parte posterior, una pantalla proyecta imágenes de una bella mujer, filmada mientras camina sobre una casa derruida y abandonada; el todo conforma un complejo audiovisual donde los efectos de computadora (lluvias, crujidos, indeterminados sonidos envolventes) terminan por dificultar los pasajes musicales y remiten a un punto de pregunta ya realizada: ¿para qué? Imagino la respuesta: porque es lo que me gusta y los músicos acompañaron... porque les gusta.
En el sitio, Cuatro Elementos, una vez escuché un fenomenal trabajo de una pianista y compositora: Calena, que desafiaba a Williams, ofertaba piezas que eran bellísimos intentos de oberturas para películas. Originales. Lindo, grato sonido, excelentes músicos (12 instrumentistas en aquella ocasión) y el final que contestaba Calena: esto es lo que me gusta componer...
En ése mismo espacio un octeto vocal (Arsis Nova) ha presentado trabajos temáticos y genéricos. Un artista o una etapa del folklore. Gustaba mucho, poco, nada, tenían definido el por qué y el para que, al cabo el mismo: porque nos gusta, contestaba la señora Véspoli, directora y auditora de los arreglos de Juan Carlos Cuacci para esos trabajos.
Mar del Plata, al igual que La Plata y Rosario, en este último caso antes, ahora con menor profusión, pone músicos en la vereda de los sitios de estudios. Concluidos los estudios o por ahí. No importa, provocan un fenómeno. Dan un nivel de “oidores” que quita espacio a los truchos, falsarios, orejeros y aventureros. Se constituyen en la resistencia final, la última barricada para los dos tonos y el recitado monocorde de octosílabos pareados que avanzan sobre la historia de la música y su desarrollo.
Debemos, desde el punto actual de la lucha, que es permanente y donde todos participamos por ausencia o presencia, asumir en que ejército revistamos.
Conrado Nalé Roxlo ayuda en la tarea del reclutamiento. “Música porque sí, música vana / como la vana música del grillo; / mi corazón eglógico y sencillo / se ha despertado grillo esta mañana. / ¿Es este cielo azul de porcelana? / ¿Es una copa de oro el espinillo?/ ¿O es que en mi nueva condición de grillo / veo todo a lo grillo esta mañana?/ ¡Que bien suena la flauta de la rana!... / Pero no es son de flauta: en un platillo/ de vibrante cristal de a dos desgrana / gotas de agua sonora. ¿Qué sencillo/ es a quién tiene corazón de grillo/ interpretar la vida esta mañana!”. Es un soneto. Era conocido.
Aclaremos. Es un soneto, acomodado a una redacción en prosa. Piazzolla y el flaco Spinetta querían que los interpretasen, que su música siguiese sonando. La crónica podría titularse: Piazzolla y “el Flaco” bancan todo.
Spano, es evidente, tiene el mandato, la fuerza interna que acompaña a este pianista con esa pulsión, esa condición de grillo. Hay muchos grillos en los espectáculos de los artistas marplatenses. Son pocos para tantos tontos elegantes que azotan, desde todos los parlantes de los autos en las avenidas y las calles pero ay, ay, la pelea de los grillos define: estamos con ellos, sin saber explicar bien el porqué.