Viernes 26.11.2021
/Última actualización 13:24
El documental “Ilse Fuskova”, recorrido por la vida y obra de la destacada activista lesbofeminista, celebra su tercera semana en salas con su arribo al Cine América de Santa Fe: será este viernes a las 20 y el domingo a las 20.15. Este jueves la cinta dirigida por Liliana Furió y Lucas Santa Ana arribó también a la sección estrenos de la plataforma Cine.ar.
El Litoral pudo conversar con Santa Ana (director del documental “El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui”, y de la ficción “Yo, adolescente”, sobre libro de Zabo) para conocer más sobre una travesía de autodescubrimiento y cambio social.
-¿Cómo surgió esta idea de entre los dos hacer un documental sobre Ilse?
-Nace por dos lados distintos: Por un lado la historia de Liliana que tiene por su conocimiento de Ilse, por haber salido del clóset en cierto momento. En el 2015 ella va a un evento donde se presentaban las cosas de Mitominas, en Tierra Violeta. Cuándo se acerca a charlar con ella le pregunta si hay un documental sobre su vida, porque le gustaría profundizar, e Ilse le dice que no; con lo cual automáticamente ella sintió la necesidad de hacer el documental. Se empezó a juntar con Ilse a tomar el té, a charlar, a que le contara un poco más de su historia; y en esos encuentros llevaba su cámara, junto con su esposa.
En paralelo, yo estaba haciendo el documental sobre Carlos Jáuregui y tuve la oportunidad de entrevistar a Ilse para ese trabajo. Con Gustavo Pecoraro teníamos la idea de eventualmente hacer un documental sobre Ilse y una serie sobre los históricos del movimiento LGBT. Cuando le comento esto a Alberto Masliah, el productor de mi documental, me dice: “Me acaba de llamar Liliana Furió, hace poquito tiempo, que también quiere hacer un documental sobre Ilse. Así que charlen a ver si lo hace ella, si lo hacés vos, o lo hacen juntos”.
Ahí fue que nos juntamos Liliana y yo, y empezamos a charlar: ver la posibilidad de hacerlo juntos. Por un lado ella la conocía mucho más, porque había estado en contacto y conocía la historia de primera mano; entonces nos parecía que estaba bueno que ella pudiera manejar la cuestión más del contenido, de la historia, que estuviera adelante de cámara con Ilse. Aprovechando además que tienen una relación personal, y que podía sacarle más jugo estando ella adelante. Además se pegaba más con el material que ya ella venía grabando, con lo cual se podía utilizar lo grabado en la parte de investigación.
Primero nos juntamos con Adriana Suárez para que escribiera el guión para hacer la presentación en el Instituto. Tuvimos que reescribirlo, lo volvimos a presentar y lo aprobaron. Ahí ya empezamos a hacer el rodaje más fuerte con la productora atrás.
-No habían trabajado juntos hasta que los juntó este proyecto.
-Claro. La conocía, conocía su filmografía: había visto “Tango Queerido”, que es su documental anterior. Ella sí había trabajado con Alberto en algunos proyectos de él.
Gentileza Santa Cine / Sombracine Salir a la luz: Ilse junto a Carlos Jáuregui (ambos al centro), junto a Claudina Marek (pareja de Fuskova durante 22 años) y Marcelo Ferreyra (por entonces compañero de César Cigliutti).Salir a la luz: Ilse junto a Carlos Jáuregui (ambos al centro), junto a Claudina Marek (pareja de Fuskova durante 22 años) y Marcelo Ferreyra (por entonces compañero de César Cigliutti).Foto: Gentileza Santa Cine / Sombracine
-¿Cuánto mutó de la idea que ella venía trabajando libremente, cuando entraste vos, y cuando el proyecto tomó más forma? ¿Hacia dónde quisieron apuntarlo?
-No sé si hubo un gran cambio en cuanto a rumbo; lo que si tal vez yo puse más de mi mirada más técnica: yo vengo más del estudio del cine, soy egresado de la Escuela Nacional de Cine del Incaa. Ella es más de “cine de guerrilla”: va, pone la cámara, filma; lo que más le importa es el contenido y no tanto la forma. Entonces cuando empezamos a trabajar juntos metí más la parte técnica, dándole también el espacio que ella manejara lo que más tenía conocimiento, que era la importancia del contenido, de qué es lo que se cuenta. Yo con la mirada más puesta en la narrativa, en cómo contarla, de hacer la puesta de cámara, que fuera más formal.
Nos complementamos: yo soy muy estructurado, obsesivo, ordenado; ella es más caótica en algunas cuestiones. En las entrevistas iba y venía sobre los temas, entonces yo tenía que estar a veces trayéndola de vuelta, “vamos de vuelta por esto”, “esto quedó inconcluso”, “continuemos con esto otro”. Tratar de darle más de orden a una mirada más caótica.
Lo mismo pasó también en la postproducción: soy muy ordenado, trabajo muchísimo la estructura narrativa, cómo se van desarrollando los temas; ella es mucho más sensible y emotiva sobre la edición, entonces es más de ir y venir. Finalmente logramos encontrar la forma de trabajo y la forma a la película, que es lo que terminó quedando.
-La protagonista es una figura con una vida muy particular, con etapas muy diferentes: estuvo casada durante muchos años, tuvo hijos; se desarrolló como feminista, después se declaró lesbiana luego de un congreso. En un momento se convirtió en una cara visible del movimiento LGBT, que es la etapa más documentada, o de mayor exposición pública. ¿Qué cosas los sorprendieron de la vida de ella durante la investigación, o que no tenían tan presente?
-Como bien decís, ella fue muy visible en cierto momento de su vida, entre los 90 y los 2000, con lo cual hay una mirada muy encasillante y etiquetante de Ilse sobre su activismo lésbico y feminista; más en el lésbico, porque fue donde ella marcó camino: le dio visibilidad a una problemática de las mujeres de esa época a la que nadie le estaba dando bola. Se empezaba a hablar de la homosexualidad como una entelequia, más vinculada hacia lo masculino, por la presencia de Carlos Jáuregui y de otros activistas que estaban dándole visibilidad a la problemática de los hombres gays.
Cuando se conocen con Carlos hacen una dupla fabulosa, también con las chicas travestis y trans que estaban en ese momento trabajando. Con ellos empezaron a darle visibilidad a una cuestión más colectiva del movimiento LGBT y no solamente hacia lo gay masculino cis.
Entonces había algo ahí que estaba bueno, que es lo visible de ella. Pero Ilse, al tener una vida y un recorrido enorme, porque hoy tiene 92 años, su recorrido no es solamente ese extracto que es conocido. Al hacer una biografía, uno abre un camino hacia otras cuestiones y otros intereses que ella tenía también en contar. Cuando uno agarra el personaje de Carlos Jáuregui, por ejemplo, se centra en la parte más conocida, puede tener algunos elementos que a uno le interesen sobre otras partes de su biografía; pero también es la biografía de un hombre de 40 años: la de Ilse es más del doble de vida.
Entonces había que encontrar qué otras cosas, qué otros elementos había no solamente para nosotros, sino interesantes y atractivos para transmitir al público, para que no se quedaran solamente con la idea de “es una mujer lesbiana feminista, solamente activista sobre eso”. No, también tiene una vida muy rica, y de autodescubrimiento: no es que es lesbiana desde siempre; tal vez sí, pero no se reconocía como tal ni se había descubierto a sí misma como lesbiana antes de tiempo.
Ella está casada 30 años, tiene hijos, una vida heterosexual-patriarcal en la cual está metida. Termina divorciándose porque eso no le funciona a ella, pero no sabiendo ya de antemano “me gustan las mujeres, quiero estar con una mujer”: eso lo descubre después, con el tiempo. Descubre el lesbianismo, descubre su propia necesidad lésbica; descubre que una mujer es la que le mueve el piso, le genera cosas.
Dentro de una de las entrevistas ella habla de Empar Pineda, y cuenta que lo que le pasa es que la piel se le abre de otra forma: hay una cuestión física distinta a lo que era con un hombre, que no le había pasado nunca antes y que la fascina. Y descubre que eso es lo que quiere en su vida: ahí descubre su lesbianismo. Entonces hay una cosa de autodescubrimiento que para nosotros era necesario poder contar: por eso se cuenta tanta historia previa sobre ella; porque es una mujer que a los 50 años descubre que su vida era otra.
Gentileza Santa Cine / Sombracine Liliana Furió entrevistando a la Ilse de hoy, a los 92 años.Liliana Furió entrevistando a la Ilse de hoy, a los 92 años.Foto: Gentileza Santa Cine / Sombracine
-En esos 92 años está la historia del siglo en cuanto a la sexualidad, a ciertas aperturas de la sociedad.
-Sí, no solamente desde ese lugar: ella también es artista plástica, fotógrafa, periodista, azafata. Hay un cúmulo de cosas que la enriquecen como mujer, más allá del activismo. Su activismo lésbicos está cruzado por la fotografía: para Mitominas, una exposición sobre temáticas de mujer, ellas proponen una cuestión que tienen que ver con lo lésbico desde una performance fotográfica. O cuando no le permiten presentar las fotografías, porque hay una censura propia del mismo grupo de Mitominas, van y hacen un happening en la misma exposición sobre la misma temática: van con tampones con ketchup y los ponen como si fueran canapés, para descolocar a la gente.
No se queda solamente en la idea de lo que piensa, encerrada en su casa con sus compañeras; no, “esto hay que hablarlo, hay que salir a la calle”. Ella siempre lo tuvo en claro, incluso desde antes de definir su lesbianismo: en el momento del feminismo decía: “Hay que salir a la calle, tenemos que ser visibles con nuestras problemáticas; no podemos acá encerradas charlando, no vamos a cambiar el mundo encerradas”.
-Tampoco es solo la señora que iba al programa de Mirtha Legrand; que de todos modos ese momento fue de una visibilidad muy importante.
-Claro, ir a ese programa es revolucionario. Por un lado que el programa en esa época le abra las puertas a ese tipo de temáticas, que si bien “estaban de moda” (porque en todos los programas se estaba hablando de eso), lo estaban porque era una necesidad social: había todo un grupo de gente (gays hombres, mujeres lesbianas, chicas travestis) que necesitaban visibilizar sus problemáticas. Al empezar a ser visibles (estar en la calle, hacer la marcha) la televisión no podía mirar al costado. Entonces empiezan a darles lugar para que puedan expresar su descontento y empezar el camino hacia conseguir las leyes que hoy tenemos.
-Dirigiste “El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui”. En los 80, también por una corriente que venía desde los 70, desde San Francisco, y como aditamento la cuestión del Sida, la homosexualidad masculina estaba muy en discusión, y Carlos fue el frontman de un movimiento. Pero ahí estaba Ilse, también estaba Lohana Berkins.
-Te voy a corregir: hubo muchas otras antes de Lohana, que llegó más tarde al movimiento. Antes hubo otras chicas, las primeras que se presentaron a dar visibilidad al problema de las travestis, que son Karina Urbina, Patricia Gauna, Sandy González y Kenny de Michelis: son las cuatro primeras, las pioneras. Después entran al movimiento Lohana, María Belén Correa, Diana Sacayán, y muchas otras chicas que fueron entrando después. Pero hay otras que son primigenias, previas, pero no tan conocidas.
-¿Qué similitudes y diferencias ves en el rol público de Carlos y de Ilse?
-La gran similitud que tienen es el coraje y el valor de haber dado la cara y haber puesto el cuerpo en una lucha que recién empezaba, y que traía aparejada muchísima discriminación por parte de las familias, del trabajo. Por ejemplo Carlos con la tapa de Siete Días perdió su trabajo como docente y no lo recuperó nunca: dio clases particulares, pero nunca lo volvieron a contratar en una universidad. Por su lado Ilse tuvo discriminación de parte de la familia: arranca su militancia con el apellido de casada, Kornreich, y luego la familia del ex marido se lo quita. Vuelve al apellido Wunsche, el apellido familiar; le quitan ese y termina utilizando el de su madre, que es Fuskova (que es el nombre con el cual se la conoce. Su similitud tiene que ver con esa discriminación y una gran pérdida de espacios personales, en detrimento propio pero en ganancia con respecto a la visibilidad de un movimiento que era necesario.
En cuanto a diferencias cada cual tenía su manera de pensar en cuanto a cómo hacer el activismo: los dos tenían esta idea de “hay que salir a la calle”, pero no había que salir de cualquier manera: había que encontrar la manera más creativa. Y ahí creo que Ilse ganaba más, porque era más artista en ese sentido. Entonces muchas de las salidas a la calle son salidas artísticas.
Por ejemplo: cuando el Ministerio de Defensa dice “los homosexuales no pueden estar en la milicia”, estos van y les dicen que los grandes generales de la historia antigua eran reconocidos como homosexuales, y se les paran en la puerta disfrazados y hacen una marcha: no era ir solamente con pancartas: era ir con pancartas y con una manera creativa para generar visibilidad.
Lo mismo en la primera Marcha del Orgullo Lésbico-Gay: esa gran discusión de cuál es el nombre que va primero, los hombres o las mujeres, iba a ir cambiando año a año. La discusión la ganó Ilse: incluso cuando se habla de la comunidad o del movimiento LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) eso es una batalla ganada.
-¿Cómo eligieron a las personas que dieron testimonios? Hay mucha gente que no está, pero sí otra que fue inspirada por su figura.
-Fue gente que quiso estar, gente que no quiso estar, gente que Liliana quiso que estuviera, y gente que me parecía a mí que tenía que estar. No hubo grandes discusiones al respecto. Sí me hubiese gustado que hubiera algunas otras voces del movimiento lésbico que prefirieron no estar, que está bien, respeto la decisión de no estar en el documental de Ilse. Más que nada porque tal vez tienen una mirada opuesta en cierto del movimiento: se habla en el documental con respecto a las lesbianas más separatistas, que estaban al otro lado, o que eran más jóvenes y no veían bien a las lesbianas “viejas”. Y prefirieron no estar en el documental, porque tienen una mirada distinta, contraria.
-Participa la filósofa Diana Maffía. ¿Cuál fue la idea a la hora de convocarla?
-Diana la conocía a Ilse, tuvieron en cuanto a la construcción del movimiento feminista; nos parecía que su mirada, que era más académica, podía hacer una reflexión que no fuera solamente emotiva, subjetiva, desde la historia personal: Ilse es una historia biográfica que modifica nuestra sociedad, la historia del país. Entonces hay que mirar también desde un lugar académico qué significa la aparición de una persona como Ilse en ese momento y contexto histórico.
Por eso también está la mirada de Amanda Alma, que es la mirada desde las jóvenes de hoy hacia atrás, a las históricas del movimiento; y comprendiendo que no es solamente la ganancia de hoy por las chicas de ahora, sino también porque hubo otra gente en el movimiento antiguo. Y que no había otra mujer a la que fueran a invitar a lo de Mirtha Legrand: Ilse era el estereotipo de la mujer que podía ir a ese programa porque era rubia, alta, alemana, bien hablada, de familia de alta alcurnia, de clase media alta. Había toda una cuestión de cosas que eran socialmente aceptables para que estuviera ella sentada con Mirtha Legrand: no iban a llamar, como se decía, a un “bombero” (risas).
-Pasaba los anticuerpos del sistema.
-Lo mismo que se vivía con Carlos: era rubio, bien parecido, flaco, bien hablado, docente, con título universitario; no iban a llamar a cualquiera. Los propios medios se cuidan de no mostrar todo: “Te vamos a mostrar esto, pero lo socialmente aceptable de esto”; no invitaban a una mariquita a charlar al programa (risas). O las travestis que iban estaban bien vestidas, no invitaban a las prostitutas que estaban en la calle mal vistas.
-El mundo trans no entró a Mirtha Legrand hasta Cris Miró, y todavía vemos los videos donde le dice “¿Cómo te llamo? Señorita, señor...”.
-Igual hubo alguna invitación a algunas chicas trans antes de Cris, pero sí, las chicas entraron un poquito después, más desde el 91, 92. La primera que entró en televisión fue Karina Urbina, que fue a sentarse con (Mariano) Grondona a hablar de las problemáticas de la identidad de género. Sandy González iba a hablar del tema de la prostitución, Kenny de Michelis también: se sentaron con Susana (Giménez), por ejemplo.
-Fabián Polosecki había hecho algunas cosas antes.
-Pero sin la repercusión de estos otros programas.
-La mayor audiencia eran Grondona, (Bernardo) Neustadt, Mirtha y Mauro Viale. Y los cuatro abrieron sus programas para que se hablara de estas temáticas. Neustadt con toda la problemática con (el arzobispo Antonio) Quarracino, por ejemplo: hizo dos o tres programas especiales al respecto.
-La famosa “isla” de Quarracino.
-Sí, la famosa “isla”: espantosa idea de segregación.