Jeremías ama la danza y sus padres
venderán el auto para que vaya al Colón
Tiene 13 años y su vocación apareció cuando era muy pequeño. Fue aceptado para continuar su formación en el prestigioso teatro porteño a partir de 2023. “Cuando subo al escenario y empieza la música, siento calma”, dijo para describir sus sentimientos respecto a la disciplina que eligió. Se formó con Bety Sture y hoy es alumno de Larisa Fanlo.
Jeremías Azvalinsky tiene su vocación tan definida como su objetivo: dedicarse de lleno a la danza. Aquí, en acción durante la puesta “Pasiones Argentinas” de Larisa Fanlo. Foto: Leonardo Gregoret
Aunque todavía se está escribiendo, hasta el momento la historia de Jeremías Azvalinsky se parece a la de Billy Elliot en la película homónima del año 2000. Es que este bailarín santafesino, nacido en una familia cuya relación con la danza era nula, mostró desde muy chico un amor por esa disciplina que ahora, a los 13 años, lo llevará a continuar su formación en el Teatro Colón en 2023. Para eso sus padres, Pablo Azvalinsky y Gabriela Serpentiello, harán un gran esfuerzo. Inclusive, contaron que ya pusieron en venta el auto. “Él va a ir”, afirmaron ambos.
Jeremías Azvalinsky en el Teatro Municipal. Foto: Leonardo Gregoret
La historia de amor entre Jeremías (o Jere, como lo llaman sus familiares y amigos) y la danza arrancó hace varios años, en un ambiente donde lo que prevalecía era la inclinación por el fútbol y el boxeo. A los 2 años, Jere ya tenía una preferencia por el movimiento. Su mamá, docente de nivel inicial, se dio cuenta y le regaló una cinta de gimnasia (esos palitos que tienen una cinta de distintos colores adherida a uno de sus extremos). Y él empezó a hacer sus primeras demostraciones de que estaba profundamente conectado con la música. Pablo, el papá, recuerda esos días con nitidez. “Jere se movía y bailaba con una coordinación fuera de lo normal, ya que los chicos se suelen enredar con esa cinta”, contó.
Suite de Ballet en el Municipal. Foto: Juan Martín Alfieri
Otra postal que dejó la primera niñez de Jere asociada a su vocación, son las visitas a la casa del abuelo paterno Marcos, una persona amante de la música. “Él ponía Tchaikovsky y Jere se enloquecía. Nos parecía sorprendente porque nosotros escuchábamos Los Redondos y Soda Stereo”, recordó Gabriela. Cuando se dieron cuenta de que el pequeño poseía evidentes condiciones para el movimiento corporal, decidieron enviarlo al Liceo Municipal, donde estuvo un año bajo la tutela de Emilse Pais. Jere tenía 4 años.
Bety, su base en la disciplina
En los años siguientes, Jere reafirmó su pasión por el baile. Veía videos de Maximiliano Guerra y Julio Bocca y quedaba “flasheado”. Sin embargo, empezó a reprimir en parte su felicidad por la música en medios sociales como la salita escolar o las fiestas de cumpleaños y no quería asistir a clases de danza por miedo a que se le rieran. Cuando cumplió 7 años, Gabriela le propuso probar con la danza clásica en el Seminario Provincial de Ballet, que por entonces dirigía la fallecida maestra Bety Sture. “El me dijo que sí, pero que no quería que se entere nadie. Jere hacía telas acrobáticas y la profesora conocía a Bety Sture. Le comentó que tenía un alumno con muchas condiciones, lo filmó y le mostró el video. Cuando llegamos con Jere, Bety ya lo estaba esperando. Ella fue su base en la disciplina”, explicó Gabriela.
El joven santafesino en el salón Impulsos. Foto: Leonardo Gregoret
Pese a que continuaba sus estudios con tesón, Jere mantuvo el secreto casi un año, no quería que sus compañeros de la escuela lo supieran. Pero, al final del segundo grado, pasó algo muy lindo: durante una clase en que hablaban sobre los gustos, se levantó de su pupitre y dijo: “hago danza clásica y me encanta”. Todos aplaudieron. “Fue una revelación para él. A partir de ese día, no se escondió más y le contó a todo el mundo que hacía danza”, evocó su mamá con orgullo.
Jere durante una prueba de escenario en el Municipal. Foto: Leonardo Gregoret
Con el tiempo, Jere empezó a ganar becas. Cuando llegó la pandemia, de todas maneras tuvo la posibilidad de acceder a clases con maestros de distintos lugares del mundo. “Tiene becas ganadas en Brasil, Italia y Estados Unidos, pero para nosotros resulta inaccesible. Incluso, en Brasil nos preguntaron cómo veíamos la posibilidad de mudarnos como familia allá. pero nos resultaba imposible”, señaló Pablo. A esta incertidumbre por no saber cómo continuar, se sumó el fallecimiento de Bety, en enero de 2022.
Foto: Leonardo Gregoret
La maestra Larisa
Fue entonces cuando apareció en la vida del niño la profesora Larisa Fanlo. “La conocimos y nos pareció un ser fantástico, que se conectó enseguida con Jere. Su trayectoria nos dejó muy tranquilos. A partir de ahí vimos un gran crecimiento de Jere y un empeño de Larisa por explotar todo lo que él trae ya de cuna. Porque en la danza podés tener condiciones, pero si no hay constancia y trabajo, no se llega a ningún lado”, afirmó Gabriela. Y mencionó que desde el momento en que su hijo eligió este camino, también tuvo que dejar de lado muchas cosas que otros chicos hacen normalmente. Jere no fue a muchos cumpleaños de sus amigos y también se perdió el viaje de séptimo grado porque tenía miedo de lastimarse, ya que a la semana siguiente tenía que rendir para el ingreso al Colón. El sueño por el cual dejó de lado todo.
Jere con la maestra Larisa Fanlo. Foto: Leonardo Gregoret
El cielo de los bailarines
Para poder entrar al prestigioso teatro porteño, Jere primero tuvo que presentar un video que preparó junto a su maestra. Una vez que el jurado lo aprobó, hubo una segunda instancia presencial, donde compitieron los mejores. En el caso de Jere, eran 28, 5 varones y 23 mujeres. Jere, por la edad, entró a tercer año. “Tiene un lugar reservado en el Colón, como alumno regular. Será un esfuerzo, una movida grande porque los dos somos empleados. Pero de alguna manera lo va hacer. Él va a ir. Vamos a vender el auto para que él lo logre”, afirmó Pablo. “Desde chico ya sabe lo que va a hacer toda su vida. Siente calma y pasión por hacer algo ante lo que a la mayoría de las personas les haría temblar las rodillas”. Para Jere y para toda la familia se viene un tiempo de cambios y aventuras, pero ellos serán fieles al lema que eligieron desde hace tiempo: “Juntos, siempre se puede”.