Este jueves llega a los cines “El último zombi”, un film argentino. Durante décadas, los muertos vivientes se usaron desde el cine para dialogar con la realidad. El colonialismo, la discriminación racial, la sociedad de consumo y el impacto de la tecnología fueron problemáticas cuestionadas. Un repaso por los hitos de este subgénero.
Columbia Pictures El amanecer de los muertos , de 1978, es una de las piezas más logradas dentro de la vasta obra de George Romero. Para algunos, es la película de zombis definitiva.
“El último zombi” es el título de la película de Martín Basterretche que se estrenará este jueves 7 de abril. Se entronca en una tradición vinculada con una figura (el “muerto viviente”) a la que el cine recurrió en numerosas oportunidades, en especial en el último medio siglo. Esta película, de origen argentino, se pregunta qué pasaría si en pocas horas una infección zombi arrasara el planeta entero. Pero lo hace desde el reducido espacio de la hostería de un balneario apartado. Esto anticipa que, a la arista del terror se suma otra de corte filosófico-existencial. Y demuestra, una vez más, la ductilidad del “zombi” para erigirse como un disparador a partir del cual es factible referirse a temáticas diversas.
Lo concreto, como señalan Xavier Brito Alvarado y Saudia Levoyer Salas, es que “el zombi ha dejado de ser la estrella de películas de bajo presupuesto y se ha convertido en un concepto científico (biológico, social, económico y tecnológico), en una metáfora para la reflexión de las diversas problemáticas sociales, es un ente que ha pasado de humano a lo poshumano, hasta llegar a ser un antisujeto. El zombi causa temor en dos direcciones: la primera, en ser devorado por este y la segunda, en convertirse en uno. Su posicionamiento ontológico lo ubica entre el sujeto y el objeto, rompiendo los modelos duales, no importa el género, la condición socioeconómica, ni la geografía, por ello es la metáfora ideal para el análisis social contemporáneo”.
Lo curioso de los zombis es que todo el tiempo logran una resignificación, según las demandas del contexto. Si a fines de los ‘60 era posible leer en ellos a los ex combatientes de Vietnam, en los ‘80 no era difícil trazar un nexo entre los muertos vivientes y el creciente consumismo, mientras que en los últimos años el paralelismo puede plantearse respecto al excesivo uso de las nuevas tecnologías de la información. En el fondo, los zombis son un espejo donde mirarse. “La figura del muerto viviente se ha convertido en una especie de carcasa pútrida, de contenedor metafórico tambaleante. En definitiva, de un etiqueta cultural, que podemos invocar cuando nos sea necesario”, indica Alex del Olmo Ramón en su tesis doctoral “El eterno retorno del no-muerto como arquetipo fílmico: Una aproximación a la figura del zombi en la cultura popular contemporánea”.
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"El amanecer de los muertos". Foto: Laurel Group
Si es posible encontrar un germen de este subgénero cinematográfico en “White Zombie” (1932) de Victor Halperin, el primer film de terror que trató el tema de los “no-muertos”, “I Walked with a Zombie” (1943) es el punto el quiebre. Entre las películas que produjo Val Lewton en los ‘40, que elevaron el listón de la clase B, las de Jacques Tourneur fueron las más logradas. En especial esta en la cual se utilizan elementos folclóricos relacionados con el vudú, los zombies y la magia negra en la inquietante ambientación de una isla caribeña. Todo eso combinado para exponer, a través del choque entre los nativos y los visitantes, una crítica al colonialismo, que poco o nada entiende sobre las culturas con las que se topa.
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"White Zombie". Foto: Victor & Edward Halperin Productions
El padre de las criaturas
“La noche de los muertos vivos” (1968), el debut cinematográfico de George A. Romero (el cineasta que sentó las bases del “zombi” en la cultura popular) es significativo en varios sentidos. No sólo redefinió el género del terror a partir de los profundos cambios sociales de su tiempo, sino que estableció a los “no muertos” como símbolos capaces de aludir a muchas cosas. En este caso, reflejan las tensiones de la Guerra Fría con sus riesgos atómicos, la sensación de malestar que produjo el conflicto bélico en Vietnam y la desintegración de un tipo de sociedad y de idea de familia que provenía de las décadas anteriores. Todo eso y más a través de un film realizado con escasísimos recursos. Una de las frases que mejor sintetizan al film lo pronuncia uno de los sobrevivientes: “¿Deberíamos arriesgar la vida por alguien estando en un sitio seguro?”.
Image Ten, Laurel Group, Market Square Productions, Off Color Films D.R
"La noche de los muertos vivientes". Foto: Image Ten, Laurel Group, Market Square Productions, Off Color Films
Si a Romero se lo reconoce como a un maestro, es porque sus criaturas (sin variar demasiado en términos formales) le sirvieron para establecer una visión crítica sobre las diversas etapas de Estados Unidos. Cómo dice Alex del Olmo Ramón, “su cine ha ido evolucionando con la sociedad y su muerto viviente ha sido la metáfora perfecta para enseñarnos su visión ácida e implacable del mundo en que vivimos”. Si en los ‘60 le servían para cuestionar la guerra en Vietnam, entre otras cosas, en 1978 dirigió “El amanecer de los muertos”, que ya establece una mirada dura sobre el consumismo (no es casual que los protagonistas se refugien en un centro comercial), el racismo, el individualismo y el sexismo.
Aunque volvería varias veces al subgénero (la última vez fue en 2009 a través de “La reencarnación de los muertos”) podría decirse que la última gran obra de Romero en relación a los zombis es “Land of the Dead” (2005), donde aparecen influencias de otros filmes que, a principios del siglo XXI, se acercaron a la temática como “Exterminio”, de Danny Boyle o “Resident Evil” de Paul W.S. Anderson. En “Land of the Dead”, los muertos vivientes ocupan una vasta porción de tierra desértica, mientras los humanos habitan ciudades-fortalezas donde desarrollan nuevos formatos sociales para recuperar cierta “normalidad” que, no obstante, reproducen las desigualdades anteriores. Otra vez la visión es pesimista pero el director introduce un elemento poco transitado, el de la humanidad de los zombis. “Intentan ser como nosotros”, señala uno de los personajes. Y otro le responde: “es que eran como nosotros, y ahora aprenden a ser como antes”.
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"Tierra de los muertos". Foto: Universal Pictures
Hacia la comedia
El legado de Romero se encuentra hoy muy vivo gracias a productos como “The Walking Dead”. Sin embargo, en los últimos años dentro de la industria cinematográfica el fenómeno zombi derivó hacia otros terrenos como la comedia. Así, emergieron trabajos como “Zombieland” (2009) de Ruben Fleischer, que desarrolla una inteligente burla del apocalíptico mundo que muestra. “Siempre fui un poco solitario. He evitado a la gente como si fueran zombis, incluso antes de que lo fueran. Y ahora que son zombis como que extraño a la gente”, dice uno de los personajes. En la misma línea se coloca “Los muertos no mueren” (2019) escrita y dirigida por Jim Jarmusch. Aquí la búsqueda de la veta cómica (no del todo lograda, pese a ciertos tramos donde el humor negro logra prevalecer) comienza por la elección de su figura central, Bill Murray.
Columbia Pictures, Relativity Studios, Pariah D.R
"Zombieland". Foto: Columbia Pictures, Relativity Studios, Pariah
Habrá que ver hacia dónde se orienta la película de Basterretche, pero claro está que tiene un universo complejo y variado del que asirse. Al que debe hacer honor.