Luciano Andreychuk
[email protected]
Twitter: @landreychuk
Fueron afectados 1.018 nichos y quedan 76 por retirar.
Luciano Andreychuk
[email protected]
Twitter: @landreychuk
Al 11 de enero de 2015 la ciudad lo tendrá marcado en su calendario de dolorosos recuerdos. Durante la madrugada de ese día se derrumbó una sección del Cementerio Municipal, la ya tristemente célebre 126, afectando otros dos pabellones contiguos: el 127 y 128 (
El derrumbe afectó más de mil nichos. Es decir, más de mil memorias. En mayo de 2014, el intendente Corral había anunciado un plan de recuperación edilicia y financiera de la Necrópolis, dado su mal estado. Pero después llegó el 11/1, y con desmoronamiento todo se complicó. Un amplio sector del ala sur fue vallado y sigue así. A siete meses de aquel episodio, aún no se terminaron de retirar todos los restos de los féretros perjudicados.
Según los datos oficiales, entre las tres secciones (126, 127 y 128) se vieron afectados 1.018 nichos por el derrumbe. De ese total, fueron a cremación o reducción 498 restos, por haber transcurrido 20 años, según establece la ordenanza N° 12.065 (ver Normativa). Y fueron trasladados y reubicados (a tierra o nicho) 401 restos, en otros sectores disponibles del Cementerio.
Aún quedan 76 féretros por extraer, que son los que están ubicados en la planta baja de la sección 126 y quedaron abajo de los escombros. De éstos, 44 están vencidos pues pasaron las dos décadas (irán a cremación o reducción), y 32 sí serán trasladados y reubicados. Hoy se realizan trabajos de retiro de escombros, para poder llegar a esos nichos.
El subsecretario de Ambiente del Municipio, Roberto Celano, explicó a El Litoral que el proceso de extracción de cada uno de los restos afectados por el derrumbe ha sido “lento, difícil y traumático”. Pero el funcionario se mostró optimista: “Estamos en un 93 % de desocupación. Sólo quedan 76 nichos. Esta semana terminaremos con la extracción”.
“Debe entenderse que debimos seguir un procedimiento legal: la convocatoria a los familiares del fallecido y testigos, el reconocimiento de cada resto ante personal municipal. Y luego la reubicación. Fuimos caso por caso, porque no nos podíamos equivocar”, justificó Celano.
Qué se hizo hasta hoy
Las secciones 127 y 128 ya fueron demolidas por completo. Allí sólo queda el piso. Y de la 126 se demolió la parte de arriba y aún queda el sector bajo, donde están los 76 nichos por remover. Desde hace cuatro meses, con taladros para demolición y grúas, los operarios trabajan en la demolición de lo que queda y el retiro de escombros, para terminar con la extracción de féretros.
En todo el proceso, se convocó a los familiares para que decidan qué deseaban hacer con los restos que estaban en condiciones de ser reubicados. “La mayoría optó por la cremación. Otros por mantener el resto del familiar dentro el Cementerio”, dijo Celano. Estos restos fueron ubicados en nichos disponibles en distintos lugares de la Necrópolis, con la correspondiente identificación del fallecido.
Otros restos removidos fueron sepultados en tierra en un sector específico (ver Infografía), porque aún no se han acercado los familiares para reconocerlos. Un escribano público certificó con su firma la identidad de los restos que descansan en cada fosa, hasta tanto se definan sus destinos finales.
Y una vez que se extraigan los últimos 76 restos, finalmente se quitarán los escombros y la zona quedará liberada. Allí no se construirá nada. Se habilitará en una parte del sector del ala sur vallado -por seguridad- para el ingreso de personas que tienen familiares fallecidos.
Primer estudio de la UTN
“Le encargamos al Cecovi (UTN Santa Fe) un estudio sobre el estado estructural de todas las zonas del Cementerio en donde hay construcciones similares a las que se derrumbaron”, explicó Celano. Un primer estudio -ya está entregado el informe preliminar, y demandó tres meses de realización- se hizo sobre las construcciones que se encuentran en el extremo del ala sur-este de la Necrópolis, cerca de la morgue (ver Infografía).
En ese informe se hace una serie de recomendaciones de trabajos “que ya comenzaron a realizarse”, aseguró el funcionario. “Según el estudio, en algunos sectores se deben hacer algunos apuntalamientos para brindar la seguridad y evitar nuevos desmoronamientos”.
Normativa
Según la Ordenanza Nº 12.065 (Ordenanza Tributaria Municipal Anual), Capítulo III (Derechos de Cementerio), en su artículo 19 -inc. i- se establece: “Las renovaciones de arrendamientos de nichos, urnarios y columbarios se podrán efectuar hasta cumplirse el plazo máximo de ocupación de 20 años. Posteriormente será obligatoria la reducción de los cadáveres (como cremación) (...)”. El reglamento General del Cementerio Municipal es la Ordenanza N° 8.478/83 y sus modificatorias.
Cómo quedó la zona
Florencia Arri
@florarri_
Quienes visitan a sus deudos en el Panteón de Lourdes, lindero a la zona derruida, son testigos de la mutación del paisaje. De cómo quedan las secciones desnudas, como cuadrículas, cuando se vacían los nichos en forma progresiva.
Al quitar las tapas, los nichos son cubiertos con un nylon negro hasta quedar vacíos.
La demolición, sin embargo, es cuando menos desprolija. Está permitido el acceso a las secciones 133, 134 y 135, ubicadas detrás de las demolidas, pero el paso se vuelve difícil al esquivar restos de mármol; viejas manijas de estilo que se desprendieron de ataúdes y quedaron en el piso; y hasta crucifijos, placas recordatorias y fotografías que alguna vez evocaron a alguien.
Difieren en la identidad de los restos de Visconti
De los 401 féretros que se trasladaron hasta la fecha de las secciones 126, 127 y 128 del Cementerio para su reubicación por demolición, el de Pedro Visconti fue el único no reconocido por los familiares. Estaban ubicados en el nicho 565 de la sección 126, que se derrumbó el 11 de enero y fueron trasladados al Cuadro 7 hasta que sus familiares decidieran un nuevo último destino.
Una vez degradada la madera de los féretros, la identidad del fallecido se verifica con sus datos, grabados en una placa metálica adherida al ataúd. En el caso de Pedro Visconti, sus familiares sostienen que estaban sueltos y que el cofre no era el correcto. “Nos dieron un ataúd de 1,5 metros en el que mi abuelo no entraba”, contó su nieta María José.
La imagen del sepelio quedó grabada en el recuerdo: “El ataúd de mi abuelo es ovalado en los extremos de cabecera y pies; la tapa era de chapa del torso para abajo y arriba era de vidrio para que pudiéramos verlo, era un féretro de nogal de 2 metros modelo París tapa cofre”, aseguró María José.
La familia Visconti realizó una denuncia en Defensoría del Pueblo y el consecuente reclamo en la Municipalidad. “Hicimos una gestión de buenos oficios: consultamos al municipio por el caso y pedimos que se investigue mediante sumario administrativo”, explicó Liliana Campomanes, directora de Gestión de la Defensoría.
Exhumaciones
Desde marzo y hasta la fecha, en nombre de Pedro Visconti se realizaron dos exhumaciones. En ninguna de ellas la familia reconoció el féretro de Pedro. En la segunda, el ataúd presentado fue de 2,20 metros, ubicado en la misma fosa donde estaba el anterior y con la misma placa con los datos, suelta.
La familia dice que estos restos no son de Visconti y pide que se realice un análisis de ADN para determinar su identidad, lo que coincide con una solicitud “de buenos oficios” realizado por la Defensoría al municipio para esclarecer el caso. Pero la respuesta municipal fue negativa. Para el Cementerio, su paradero es certero: cuadro 7, fosa 47.
La explicación de Roberto Celano, subsecretario de Ambiente del municipio, se refirió sólo a la segunda exhumación y difirió en su paradero. “Citamos a los familiares, hicimos descubrir el féretro que había sido trasladado a tierra y lo medimos en presencia de un escribano y de los familiares: el largo del féretro era de 2,10 metros y estaba identificado con la placa de la persona fallecida, Pedro Visconti. A nuestro entender, el procedimiento fue correcto”, concluyó el funcionario.
Pide información
Papeles en mano, Roberto Pérez fue a visitar los restos de sus padres, Celina y Ángel, ubicados en la Sección 145, que está vallada porque es lindera a la zona demolida pero no sufrió destrozos. Roberto dice que el cementerio no lo puso al tanto del estado de los restos y pide poder trasladarlos. “Quiero saber cómo están pero no encuentro a nadie que me responda, como vengo me voy”, sostuvo Roberto.