Astérix: el galo que resistió a Julio César y le ganó al paso del tiempo
“La hija de Vercingetorix” está disponible en las librerías argentinas. Es la última aventura del guerrero de bigotes amarillos y casco alado. Por primera vez, una joven adolescente, Adrenalina, protagoniza una aventura de los habitantes de la aldea que resiste a los invasores romanos. El dibujante santafesino Ignacio Yunis, apasionado lector de Astérix, cuenta porque el personaje es imperecedero.
Les Éditions Albert René / Libros del Zorzal A través del personaje de Adrenalina, una adolescente inconformista, el guionista y el dibujante que llevaron a Astérix al siglo XXI e intentaron reivindicar el rol de la mujer , tal como ellos mismos destacaron.
En octubre de 1959 vio la luz un personaje de historieta que estaría destinado a convertirse en uno de los más populares de la segunda mitad del siglo XX. Como nuestro “Patoruzú”, pero con acento francés, se ganó el cariño de los lectores por sus aventuras con sabor a clásicos, plagadas de humor. Capaces de atraer a los más jóvenes con sus gags y a los adultos con sus referencias culturales (algunas inclusive difíciles de desentrañar), sus elaborados juegos de palabras y sus dibujos de altísima calidad.
Astérix, el guerrero rubio con casco alado, se convirtió en un aliado para el regocijo de varias generaciones. Vendió alrededor de 380 millones de ejemplares de sus 39 álbumes y sus andanzas fueron traducidas a más de cien idiomas y dialectos. Desde “Astérix, el galo”, su presentación en sociedad, hasta “Le menhir D'or”, de 2020, jamás perdió vigencia.
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Foto: Les Éditions Albert René / Libros del Zorzal
Hasta el punto que la reciente llegada a la Argentina de “La hija de Vercingetorix” (a través de Libros del Zorzal) repercutió entre los amantes del género, siempre ávidos por reencontrarse con los irreductibles galos que, en el año 50 A.C., se obstinan por mantener a raya al ejército romano desde un pueblito armoricano. Este álbum, publicado en su francés original en 2019 introduce una serie de innovaciones que ponen a Astérix y a sus compueblanos a tono con estos tiempos cambiantes.
Didier Conrad y Jean-Yves Ferri, quienes tomaron la posta hace menos de una década, proponen por primera vez a una mujer (Adrenalina) cómo protagonista. Además, la trama toca un tema pocas veces visto en Astérix: los conflictos intergeneracionales. Cierta insinuación hacia la temática de las diferencias generacionales había sido introducida en “Astérix y los normandos”, publicada originalmente en 1966. Allí Gudurix, un joven citadino, representa a la juventud rebelde de aquella década, que entra en conflicto con los habitantes de la aldea, mucho más apegados a la tradición.
Sin embargo esta es la primera vez (con las salvedades de “Astérix, la rosa y la espada”, que juega con la idea de la guerra de los sexos desde una óptica hoy caduca y “Astérix y Cleopatra” que incorpora a la reina egipcia más como un catalizador de las acciones que como un personaje con gravitación propia) en que una mujer ocupa un papel central dentro del universo asterixiano.
El humor de un genio
Más allá de la coyuntura, la pregunta se cae de madura: ¿Cuáles son las claves para explicar la vigencia que tiene Astérix a más de seis décadas de su creación? El dibujante y diseñador gráfico santafesino Ignacio Yunis, seguidor de Astérix desde hace muchos años, señala que la figura de René Goscinny, cocreador de la historieta, era un escritor todoterreno. “Creo que realmente fue un genio, cada obra que hacía cumplía con todo”, afirma.
Para Yunis, mucho del espíritu de Astérix se relaciona con la revista Mad Magazine, que también llegó a la Argentina en su momento. “Ese humor medio absurdo está muy presente. Goscinny vivió varios años en Estados Unidos junto a otros autores. Se nutrieron de todo eso y lo trasladaron a la historieta franco-belga, que hasta entonces era más educativa y hasta sosa, falta de picardía”, apunta.
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Foto: Les Éditions Albert René / Libros del Zorzal
“Para mí Astérix es una lectura siempre agradable. Se puede leer a cualquier edad, la pueden disfrutar grandes y chicos, esa es una gran virtud. Muchas obras caducan, Astérix no”, añade.
Etapas
Para Yunis, de las tres etapas en que se puede dividir la historia de Astérix (la que se desarrolló hasta la muerte de Goscinny en 1977, la de Uderzo en soledad y la actual) la primera, que incluye unos 25 álbumes publicados hasta fines de los ‘70 es la más lograda. “Allí, Astérix y Obélix recorren prácticamente los cinco continentes. Incluso llegan junto con los vikingos a lo que actualmente es Norteamérica. Toda esa etapa se apoya muchísimo en el humor, en los chistes y los autores hacen lo que se podría llamar ficción histórica, es decir toman hechos o personajes históricos y los utilizan según su conveniencia”, indica.
Otro aspecto que, según Yunis, vale la pena reivindicar, tiene que ver con el uso creativo del lenguaje que propone Goscinny, quien era adepto a los juegos de palabras. “Los álbumes de Astérix están llenos de máximas latinas, que suelen estar en boca de Julio César y de alguno de los piratas con los que suelen encontrarse los galos”, asegura.
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Foto: Les Éditions Albert René / Libros del Zorzal
La realidad desde el humor
Recorrer los casi cuarenta álbumes de Astérix equivale a encontrar decenas referencias y guiños a la cultura popular. En “La Hoz de Oro” contiene guiños divertidos al policial negro. “Astérix y Cleopatra” alude, desde su misma portada, al famoso film que protagonizaron Elizabeth Taylor y Richard Burton en 1963.
“Astérix gladiador” remite al mismo universo en el cual se introduce Stanley Kubrick en “Espartaco” (1960). “La Odisea de Astérix", además de incorporar una caricatura de Sean Connery en su personificación de James Bond es una parodia de la Guerra Fría y de la crisis del petróleo de los ‘70. Y “Obélix y compañía”, publicado en 1976, funciona como parodia del sistema de libre comercio y del capitalismo.
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Foto: Les Éditions Albert René / Libros del Zorzal
Todo indica que Astérix seguirá presente en los años venideros. Es que, cómo dijo Didier Conrad quien hoy tiene la responsabilidad de insuflar vida a los dibujos: “es un mito”.