Casa Tía y sus letras al rojo vivo, un ícono de la peatonal santafesina
Un centro comercial que supo ofrecer confort vendiendo productos deseados por los santafesinos. La imagen de aquel frente de dieciocho metros, en el corazón de la peatonal San Martín, su cartel y sus letras al rojo vivo.
Archivo El Litoral
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Como afirma el investigador argentino-mexicano García Canclini (1995) en su libro “Consumidores y Ciudadanos”, la forma en que se producen los bienes culturales y de consumo, además de los mecanismos de apropiación de los mismos, nos lleva a re-interpretar la realidad de la vida cotidiana en las ciudades. Reflexionando lo propuesto por el autor: “la identidad es una construcción que se relata”, por lo tanto, al momento de analizar las identidades colectivas debemos acercarnos a sus “puestas en escena”.
Para muchos santafesinos, el local comercial “Casa Tía” fue un lugar de encuentro, en el medio de un paseo peatonal, de sociabilidad en un contexto de marcada tendencia globalizadora y que se territorializaba en el centro comercial de nuestra ciudad. Las identidades se reconstruían al calor de las nuevas condiciones históricas, sociales, políticas y económicas que impone el proceso de globalización. Una identidad nacional, identidad localista e identidad global coexisten en un mismo individuo dependiendo de las relaciones sociales que establezca en cada contexto determinado.
El recuerdo de los comparadores, empleados y visitantes de Casa Tía esta todavía a flor de piel. El local comercial abrió sus puertas un 30 de julio de 1957, con un staff de 130 empleados, revolucionando el sistema de compras en Santa Fe. Dos días antes se habían llevado adelante las elecciones nacionales para convencionales constituyentes, convocada por el gobierno dictatorial de 1955 y que derogaría el texto constitucional de 1949.
Casa Tía fue el primer autoservicio de este tipo que abría sus puertas en la ciudad. Caramelos de toda clase, chocolatines, alfajores, hebillas, medias, el jugo de naranja exprimido, la navidad, la época de venta escolar, el vendedor de cubanitos en la puerta y los “hot-dog” que miles de niños y no tan niños disfrutaban en aquella máquina expendedora de salchichas giratorias. Un sinfín de objetos, colores y aromas moldean, en la memoria colectiva, la imagen de ese lugar.
En el año 2001, Casa Tía cierra sus puertas. La crisis económica y política que atravesó el país fue la causa de este desenlace, 19 empleados quedaron sin trabajo, muchos de ellos con más de 30 años de labor. Así, la ciudad cerro un capítulo de su historia comercial.
Los invitamos a ver la galería de fotos que desde el archivo de diario El Litoral compartimos. Seguramente será motivo de anécdotas y recuerdos con aquellos que no pudieron conocerlo.