La madrugada del sábado al domingo vuelve a cambiarse la hora para adaptarse al horario de invierno vigente hasta el próximo mes de marzo. Aunque con los smatphones podemos permitirnos el lujo de olvidarnos de que a las 3 serán nuevamente las 2, hay ciertos lugares en los que esta posibilidad no se contempla ni de forma remota. Es, por ejemplo, en el Castillo de Windsor donde se conservan 400 relojes de la Royal Collection Trust, joyas con hasta nueve siglos de antigüedad, a las que el actual conservador de relojería, Fjodor van den Broek, deberá cambiarles la hora uno por uno y con sumo cuidado. Porque son piezas históricas y porque es la primera vez que esta tarea le corresponde a Fjodor en su reciente nueva responsabilidad. Según le ha contado a la BBC, el cuarto relojero interno de Windsor desde finales de los 70, durante este fin de semana invertirá alrededor de 16 horas en poner en hora los 400 relojes de Windsor.
Pero no a todos les pondrá la misma hora este hombre satisfecho de haber logrado un trabajo tan especial en cuyo puesto su predecesor estuvo 20 años y su predecesor unos 30. Le queda la vida por delante de estos relojes tan imponentes. "La gente todavía se sorprende de que en el Castillo de Windsor y en el Palacio de Buckingham haya una pequeña zona horaria en las cocinas, donde los relojes siempre se adelantan cinco minutos. Esto es para que la comida llegue a tiempo... Es un recordatorio constante de que es importante". La puntualidad británica llega a la mesa antes que a cualquier sitio.
El trabajo de Fjodor, que vive ahora uno de esos días destacados, incluye pasar una jornada completa a la semana dando cuerda a los relojes para mantener sus péndulos en movimiento. Según él mismo explica, su contador de pasos registra cada día unos 16.000 camino a la supervisión de todos los relojes de cuerda del castillo. Porque aunque sean valiosísimas piezas y estén tratadas con tanto mimo como merecen, a veces no todo está en su sitio preciso. De ahí que este experto “vigile constantemente” cada reloj de todas las estancias donde la reina Isabel II recibe a jefes de estado, realiza investiduras o entrega condecoraciones antes de que alguna de esas visitas pueda observar que un reloj se ha adelantado o atrasado aunque solo sean unos segundos. Cosa que puede suceder a pesar de la precisión de estas máquinas.
Entre los relojes más espectaculares de Windsor está uno francés situado en el Comedor de Estado regalo del rey Luis Felipe de Francia en 1844 a la reina Victoria tras el que cuelga precisamente un retrato de la monarca. En el anverso se encuentra el primer reloj astronómico del Ayuntamiento de Padua, Italia, en 1364. En el lado izquierdo se representa al físico holandés Christian Huyghens mostrando el primer reloj de péndulo que inventó en 1656; y en el derecho, un senador romano sosteniendo un reloj de agua. El resto de la caja está decorada con coronas de hojas, medallones y figuras de relojeros realizadas en porcelana de Sèvres.
Hay piezas muy especiales, como un reloj de casi dos metros de altura fabricado por Charles Clay a mediados del siglo XVIII que toca melodías de Hendel, cuatro de las cuales fueron compuestas para este reloj órgano.
Uno de los favoritos del relojero es un reloj que cuenta con una representación en bronce sobre base de mármol dos figuras mitológicas griegas con la guadaña del dios del tiempo apuntando a la hora dibujada en una bola del mundo giratoria. Pesa unos 90 kilos.