En el corazón de Inglaterra, las históricas termas romanas de Bath, conocidas desde la antigüedad por sus beneficios terapéuticos, se encuentran en el centro de una investigación que podría llegar a ser revolucionaria.
En las termas que los romanos construyeron en la actual Inglaterra hay microorganismos con potencial para crear nuevos antibióticos.
En el corazón de Inglaterra, las históricas termas romanas de Bath, conocidas desde la antigüedad por sus beneficios terapéuticos, se encuentran en el centro de una investigación que podría llegar a ser revolucionaria.
Este estudio, llevado a cabo por la Universidad de Plymouth en colaboración con el personal del sitio, ha descubierto una amplia gama de microorganismos capaces de aportar a la creación de nuevos tratamientos antibióticos.
Este hallazgo es crucial dado que la resistencia a los antimicrobianos representa una amenaza global que actualmente causa aproximadamente 1,27 millones de muertes al año y podría escalar a 10 millones para 2050, de acuerdo con investigaciones anteriores.
Conocidas en la época romana como Aquae Sulis, las termas de Bath se construyeron sobre tres fuentes termales naturales con temperaturas que varían entre 40 y 45°C, calentadas por actividad geotérmica.
El agua de lluvia, filtrada a través de la roca caliza de las colinas de Mendip y el valle del Avon, se calienta a grandes profundidades antes de emerger a la superficie. Esta agua ha sido históricamente considerada por sus propiedades curativas, una creencia que ahora podría tener un respaldo científico.
El estudio, publicado en la revista The Microbe, es el primero en proporcionar un examen detallado de las comunidades bacterianas y arqueas en las aguas de esta popular atracción turística.
Utilizando tecnologías de secuenciación avanzadas, los investigadores analizaron muestras de agua, sedimentos y biopelículas de las fuentes termales del complejo, incluyendo el Manantial del Rey, donde las aguas alcanzan unos 45ºC, y el Gran Baño, con temperaturas cercanas a los 30ºC.
Este exhaustivo análisis permitió aislar alrededor de 300 tipos distintos de bacterias, destacando grupos como Actinobacteria y Myxococcota, conocidos por su capacidad para producir antibióticos.
De estos organismos, 92 mostraron actividad antibiótica inicial contra patógenos comunes como E. coli y Staphylococcus aureus. Más impresionante aún, 15 de estos microorganismos exhibieron "actividad de amplio espectro" contra al menos tres de las bacterias del grupo ESKAPE, identificado por la Organización Mundial de la Salud como prioritario en la necesidad de nuevos antibióticos.
"Este estudio ha demostrado por primera vez algunos de los microorganismos presentes en las Termas Romanas, revelándolas como una fuente potencial de descubrimiento de nuevos antimicrobianos", afirmó el Dr. Lee Hutt, líder de la investigación.
"Es irónico que las aguas hayan sido consideradas por sus propiedades medicinales durante siglos y ahora podríamos estar a punto de descubrir que había una base científica en esas creencias antiguas", agregó.
Aunque aún es necesario más investigación para convertir estos hallazgos en tratamientos efectivos, el potencial de las termas romanas como fuente de nuevos antimicrobianos es grande. Sin embargo, este descubrimiento no solo inicia un nuevo capítulo en la búsqueda de antibióticos naturales, sino que también resalta la importancia de preservar y estudiar los ecosistemas únicos de nuestro planeta.
El legado de las termas de Bath podría estar a punto de enriquecerse con un nuevo capítulo, esta vez dentro de la ciencia médica moderna, ofreciendo renovadas esperanzas en la lucha contra una de las mayores amenazas para la salud mundial.