Los líderes del partido Demócrata y la Cancillería mexicana criticaron este jueves al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, después de que este miércoles, en una reunión en California, calificara de "animales" a inmigrantes ilegales a su país.
Anoche, Trump estaba reunido en un encuentro con dirigentes californianos contrarios a la decisión de ese Estado de ofrecerse como "santuario" para recibir a inmigrantes indocumentados, en desafío a la política de deportaciones que promueve la Casa Blanca.
Cuando un jefe de policía local se quejó por las pandillas que, comentó, actúan en su jurisdicción, Trump respondió: "Hay gente que entra o está tratando de entrar al país, y estamos parando a un montón. Ni se imaginan lo mala que es esa gente. No son gente. Son animales".
Este jueves, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, replicó que "cuando nuestros tatarabuelos llegaron a Estados Unidos, no eran 'animales' y esta gente tampoco lo es".
La senadora por California Dianne Feinstein, la más antigua legisladora demócrata en el Congreso, acusó este miércoles mismo a Trump de "volver a tratar de dividir a los californianos y a todos los estadounidenses".
Feinstein aseguró en una declaración escrita que la decisión de organizar el encuentro busca "impulsar el miedo a los inmigrantes y convertir comunidades enteras en chivos expiatorios", informó el Los Angeles Times.
En otro tramo de la reunión, Trump aseguró que los funcionarios participantes habían "resistido con coraje las letales e inconstitucionales leyes de santuario del estado de California".
Agregó que esa legislación abre las puertas de "narcotraficantes, pandilleros y depredadores violentos", además de ofrecer un "refugio seguro a algunos de los delincuentes más crueles y violentos de la Tierra".
El gobernador demócrata de California, Jerry Brown, tuiteó que "@realDonaldTrump mintió sobre inmigración, mintió sobre el crimen y mintió sobre las leyes" californianas.
Agregó luego, descalificando el encuentro, que "a nosotros, los ciudadanos de la quinta economía más grande del mundo, no nos impresiona" que "meta por la ventana una docena de políticos republicanos que lo alaben y elogien sus imprudentes políticas".
Desde América Latina, México y Bolivia respondieron en idéntico sentido aunque con carga ideológica diferenciada.
El canciller mexicano, Luis Videgaray, calificó las palabras de Trump de "absolutamente inaceptables", y anunció que su país enviará este juevesa la Casa Blanca una comunicación formal de su desacuerdo, a través de su embajada en Washington.
"Es una declaración grave, que en opinión del Gobierno de México parece absolutamente inaceptable", declaró el diplomático en una entrevista con Radio Fórmula.
Para Videgaray, la declaración implica el no reconocimiento de derechos humanos y atenta "de esta manera contra el principio fundamental del Estado de derecho", lo que la hace "extraordinariamente peligrosa", informó la agencia de noticias EFE.
Videgaray recalcó que los derechos humanos de una persona deben ser reconocidos, incluso "si pertenece a una banda criminal".
Videgaray además vinculó con la renegociación en curso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) las palabras de Trump, al subrayar que no son un "jueguito en el que vamos a caer", y que México seguirá negociando "sin miedo" y con "seriedad" en defensa de sus intereses.
Mucho más directo fue el repudio del presidente de Bolivia, Evo Morales, menos comprometido por restricciones comerciales, de proximidad geográfica o de origen de los afectados.
También en un mensaje a la red Twitter, Morales condenó "la prepotencia de Trump por ofender y tratar a los inmigrantes latinos llamándolos 'animales', llevando el odio racista al extremo".
"Todas las personas somos iguales y merecemos consideración y respeto. Nuestra solidaridad y apoyo con las víctimas de políticas racistas", añadió el primer mandatario boliviano.
El Partido Republicano está cortejando el voto más conservador con miras a las elecciones de medio término, y las declaraciones de Trump van en el mismo sentido que la carrera de los precandidatos republicanos del estado de Georgia por ganar esos votantes, en una maratón en el que cada uno se presenta como más derechista que el otro.