Ilham Alíyev fue reelegido este miércoles 7 de febrero como presidente de la República de Azerbaiyán por quinto mandato consecutivo, que en esta ocasión extiende el período de cinco a siete años.
Con un 92% se impuso ante otros dos candidatos y se mantendrá en el cargo en medio de acusaciones de fraude y medidas autoritarias. El poder heredado por su padre y la guerra como campaña.
Ilham Alíyev fue reelegido este miércoles 7 de febrero como presidente de la República de Azerbaiyán por quinto mandato consecutivo, que en esta ocasión extiende el período de cinco a siete años.
En lo que no presentó sorpresas para los bajos niveles de transparencia de los comicios y lo indicado por la mayoría de las encuestas, Alíyev obtuvo el 92,1% de los votos con un 76% del total de 6 478 840 habilitados.
Dejando al segundo, Zahid Oruj, con tan sólo el 2,19%, las cifras resultan aún más exorbitantes que las del propio Nayib Bukele en El Salvador, quien se impuso esta semana con un 85%.
Los otros candidatos eran Fazil Mustafa, Líder del partido Gran Orden y diputado de la Asamblea Nacional desde 2005; Fuad Aliyev, independiente y presidente del Partido Liberal Democrático de Azerbaiyán; Elşad Musayev, nominado del Gran Partido de Azerbaiyán; Gudrat Hasanguliyev, nominado del Partido Frente Popular de todo Azerbaiyán; y Razi Nurullayev, analista político y nominado por el Partido Frente Nacional. Todos ellos en algún momento manifestaron su apoyo al presidente.
Este es el primero de una serie de puntos que pone en duda la transparencia de los comicios, tal como lo han denunciado figuras opositoras como Ali Kerimli, líder del partido Frente Popular de Azerbaiyán.
Diversos organismos de revisión internacional ubican a Azerbaiyán como uno de los países con índices más bajos del planeta. El instituto sueco V-Dem le pone un 0.08 en escala de 1 a 10, mientras que la organización Freedom House lo califica como “lo peor de lo peor”.
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) no fue incluída dentro de la lista de 500 organizaciones que fueron invitadas a supervisar el acto electoral, algo que fue calificado desde el Frente Popular como “intenciones de las autoridades de Azerbaiyán de falsificar una vez más las elecciones”.
El propio Freedom House denunció en su momento la represión de la oposición, torturas en las cárceles, detenciones arbitrarias y acusaciones rechazadas por las autoridades oficialistas.
Dentro de otros datos, el Índice de Percepción de la Corrupción 2022 de la Organización de Transparencia Internacional ubica a Azerbaiyán 157° en el mundo.
Existen además dos cambios previos en la Constitución azerí que facilitaron la permanencia en el poder del partido Nuevo Azerbaiyán. En 2009 (ya estaba Ilham Alíyev), se realizó la primera extensión del máximo de períodos presidenciales, mientras que en 2016 se ampliaron los años de cada gestión y se otorgaron facultades extraordinarias. Estos cambios, dentro de una extensa lista, fueron facilitados por una modificación del 2002, cuando el padre del actual mandatario logró adoptar un sistema electoral mayoritario puro para la Asamblea y la sustitución del Presidente del Parlamento por el Primer Ministro.
Azerbaiyán es una república presidencialista con el presidente como el jefe de Estado desde 1991, posterior a la disolución de la Unión Soviética. Durante los primeros dos años pasaron cinco autoridades y una sóla, Abulfaz Elchibey, se sostuvo en el cargo más de 12 meses.
Su sucesor el 1 de septiembre de 1993 fue Heydar Alíyev, padre del actual presidente, quien gobernó durante 10 años, 1 mes y 30 días. El 31 de octubre de 2003 lo reemplazó, Ilham Alíyev, su hijo, que lleva 20 años, 3 meses y 8 días. Técnicamente, la nación del mar Caspio no tuvo en su historia moderna una gestión fuera de esta familia.
Con 62 años, Ilham, no presenta indicios de dejar el poder y en caso de ser posible, se perpetuará hasta la muerte como su predecesor. En dicho caso, la cancha ya está preparada para Mehriban Aliyeva, su esposa y primera vicepresidenta de la República de Azerbaiyán en la historia desde 2017, cargo creado por su marido.
Las suspicacias y acusaciones en torno a la estructura de gobierno no se detienen, las elecciones de este 7 de febrero en realidad debían realizarse a fines de 2025, pero fueron adelantadas por el presidente vía decreto.
La aceleración del proceso, a pesar de las evidentes alteraciones, se debe a cierto apoyo social (o al menos silencio de las masas) existente ante el crecimiento económico del país de Eurasia durante los últimos años, potenciado por la explotación de hidrocarburos y reflejada en un fortalecimiento militar y el sport washing.
Lo otro que también creció y es la razón principal, es su territorio. Desde la disolución formal de la República de Arstaj el 1 de enero de 2024, el conflictivo territorio de Nagorno-Karabaj pasó a manos de Azerbaiyán.
Una operación relámpago le dio el triunfo a los de Bakú y resolvió a su favor una discusión de tres décadas que un par de años antes había tenido su última guerra. Las consecuencias económicas, sociales y éticas de los azeríes fueron ínfimas, lo que le brindó un pequeño impulso a Alíyev.
Su posicionamiento estratégico a nivel geográfico y comercial también colaboraron. La poca extensión en el tiempo y el escaso interés del caso a nivel global permitió que la imagen del presidente no se desmantelara como en el caso de Vladimir Putin, ni se pusieran en tela de juicio cada uno de sus movimientos como con Volodimir Zelensky o Benjamin Netanyahu.
Quienes sí sufrieron fueron los miembros de la comunidad armenia del territorio con reconocimiento limitado que estuvo en disputa. El propio gobierno de Armenia, quien no intervino directamente en el conflicto para evitar un baño de sangre mayor, denunció que existió una “limpieza étnica”.
Su rol clave como exportador de gas para Occidente influye para mantener estáticas las críticas, la cual se ve anclada a la estrecha relación con Turquía, fomentada en parte por el rechazo xenófobo hacia los armenios.
A nivel mundial también pisa firmemente. Fue sede la última cumbre del Movimiento de los Países No Alineados (NOAL) y albergará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024.
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