El jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Mark Rutte, marcó el tono de las prioridades para 2025 en un discurso que puso de relieve lo cerca que está la guerra de las puertas de la alianza atlántica.
La Alianza del Atlántico Norte analiza cómo fortalecer y reconsiderar sus defensas ante la permanente amenaza rusa y el doble juego de Beijing, sin dejar de apoyar a Kiev de la mejor manera posible. A la vez tienen muy en cuenta la necesidad de lidiar con las decisiones que pueda tomar un "impredecible" y muchas veces "volátil" futuro presidente estadounidense.
El jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Mark Rutte, marcó el tono de las prioridades para 2025 en un discurso que puso de relieve lo cerca que está la guerra de las puertas de la alianza atlántica.
"Desde Bruselas, se tarda un día en llegar en auto a Ucrania", dijo Rutte en un discurso en diciembre, en el centro de estudios Carnegie Europe. "Así de cerca caen las bombas rusas. Así de cerca vuelan los drones iraníes. Y no tan lejos, los soldados norcoreanos están luchando", agregó.
Rutte pidió apoyo público al aumento del gasto y la inversión gubernamental en defensa, no sólo para fortalecer la seguridad europea, sino también para ayudar a Ucrania y disuadir a Rusia de seguir expandiéndose.
Los aumentos del gasto en defensa por parte de los miembros europeos de la OTAN probablemente también ayudarían a la alianza a enfrentar el desafío de lidiar con un presidente estadounidense impredecible, Donald Trump.
Si bien todos los presidentes estadounidenses recientes han pedido a las naciones europeas que gasten más en su defensa, Trump es el único que ha amenazado con abandonar a los miembros de la alianza que no contribuyan.
En un intento por ganarse a Trump, muchos Estados europeos cumplieron su promesa de gastar el 2 por ciento de su producto interno bruto en defensa en 2024. Ahora, mientras Trump se prepara para asumir el cargo en un segundo mandato, hay quienes sugieren que la OTAN podría aumentar su objetivo de gasto al 3 o incluso del 4 por ciento del PIB.
"Necesitaremos más tiempo para consultar entre los aliados cuál debería ser exactamente el nuevo nivel. Pero es considerablemente más del 2 por ciento", confirmó Rutte.
"Si solo se quiere gastar más y no gastar mejor, hay que ir, al menos, al 4 por ciento", insistió. Los expertos han dicho que Trump probablemente presionará por un 4 por ciento y que los aliados europeos harían bien en ofrecer acuerdos que él considere favorables.
"Los europeos deben ofrecer un buen trato a Estados Unidos", dijo Gesine Weber, miembro del Fondo Marshall Alemán, en una declaración escrita.
"Un modelo en el que Estados Unidos solo pudiera ser un 'respaldo' o un 'defensor de último recurso', mientras que los europeos aseguraran la mayor parte de la defensa convencional europea, podría cumplir este criterio", expresó Weber.
Existe consenso entre los miembros europeos de la OTAN en cuanto a que deben hacer más por su propia defensa, retomando la producción de material de defensa rezagada y cerrando las brechas logísticas.
En 2024, la OTAN celebró el "Steadfast Defender", su mayor ejercicio militar desde la Guerra Fría. En diciembre, decidió revisar su estrategia de guerra híbrida de 2015, ya que en los últimos años han aumentado los actos de presunto sabotaje por parte de Moscú.
También ha habido un esfuerzo concertado para aumentar el despliegue de tropas en las fronteras de la OTAN. Alemania, por ejemplo, ha decidido enviar 5.000 soldados a Lituania de aquí a 2027.
Los miembros europeos de la OTAN enfrentan una desventaja particular cuando se trata de capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, como satélites, o helicópteros que pueden transportar grandes equipos de defensa y tropas a larga distancia.
Se prevén mejoras en este sector para el próximo año, pero los expertos creen que se tardará más de una década en desarrollar capacidades como las estadounidenses, de las que los europeos dependen actualmente.
"Los europeos tienen pocos satélites y llenar este vacío puede llevar entre 10 y 15 años", comentó Rafael Loss, experto en seguridad y defensa en la zona euroatlántica del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Pero el primer desafío para los Estados europeos es desembolsar el dinero que requieren tales proyectos, añadió.
Los miembros europeos de la OTAN argumentan que la alianza no sólo garantiza la seguridad y la prosperidad en ambos lados del Atlántico sino que también fortalece la respuesta de Washington a Beijing en la región del Indo-Pacífico.
Los aliados han mejorado los vínculos con sus cuatro socios asiáticos-oceánicos, el llamado AP-4, que está integrado por Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón, para combatir de la mejor manera posible la asociación "sin límites" entre China y Rusia.
En dicho contexto, se espera que la cooperación OTAN-AP-4 crezca durante el año 2025 con un mayor intercambio de inteligencia. "Los miembros europeos de la OTAN están tratando de decirles a los halcones de Donald Trump que abandonar la OTAN les hará mucho más difícil confrontar a China", remarcó el experto Rafael Loss.
A medida que se acerca el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero, los líderes europeos han reiterado su apoyo a Kiev, pero no se hacen ilusiones de poder cubrir el faltante si Estados Unidos corta la ayuda con la nueva presidencia de Donald Trump.
Los déficits presupuestarios internos han hecho que los Estados europeos más ricos se muestren reticentes a hacer promesas a Ucrania, sobre todo sin saber si se mantendrá el apoyo de Estados Unidos, el mayor respaldo financiero y militar que ha tenido y todavía tiene Kiev.
Al margen de lo anterior, se sabe que el ingreso de Ucrania en la OTAN será también "un importante punto de fricción dentro de la alianza", como declaró Kristine Berzina, directora gerente del think tank GMF Geostrategy North, con sede en Washington.
Los miembros europeos de la OTAN apoyan en general la adhesión de Ucrania a la alianza -con Alemania como excepción-, pero ese compromiso se quedaría en mera palabrería si la venidera administración Trump se opone a ello, según Gesine Weber.
Por su parte, Berzina afirmó que "el presidente ucraniano Volodimir Zelenski está siendo muy claro en que el futuro de Ucrania tiene que estar en la OTAN". Pero añadió que el vicepresidente entrante de Estados Unidos, JD Vance, "ha expresado dudas sobre este proceso".
El presidente francés, Emmanuel Macron, recibió a Trump y a Zelenski en la reapertura de la catedral de Notre Dame en diciembre último. Según los expertos, el objetivo era suavizar la postura de Trump sobre Ucrania e influir en su política a favor de Kiev. Pero nadie sabe cómo procederá Trump, porque, como dijo Rafael Loss, "esa es la gran incógnita".
(*) Informe original de Anchal Vohra, adaptado para su publicación en El Litoral.
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