"El presidente Trump ha dejado claro que Estados Unidos no va a quedarse mirando mientras Venezuela se derrumba", advirtió Mike Pence el 7 de mayo en la Organización de Estados Americanos (OEA), en el primer discurso allí de un vicepresidente de Estados Unidos desde 1994.
Es difícil predecir, no obstante, lo que Trump y su nuevo equipo de seguridad nacional, compuesto por halcones, harán después de las elecciones. El embargo petrolero a Venezuela ha sido una de las opciones sobre la mesa desde que el Gobierno republicano comenzó a presionar a Maduro según avanzaba este en un rumbo autoritario.
En Washington corre además el rumor de una posible prohibición de las exportaciones a Venezuela. Y no hay que olvidar que Trump advirtió a Maduro en agosto pasado de una posible opción armada.
"Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesaria". La amenaza fue inmediatamente condenada en la región, pero Washington no la retiró.
Michael Camilleri, analista del Diálogo Americano, un "think tank" (centro de análisis) de Washington, ha creído siempre improbable la alternativa militar, entre otras cosas por la oposición en la cúpula del Ejército estadounidense. Pero la llegada de dos halcones al Gobierno -el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, y el nuevo asesor de Seguridad Nacional, John Bolton- da peso a la línea dura.
"Dado el deseo de Bolton por defender un cambio de régimen en Irán y otros lugares, es concebible que la política estadounidense pudiera evolucionar hacia llamadas explícitas a un derrocamiento de Maduro y acciones en apoyo de esa política", dijo Camilleri a dpa.
Estados Unidos se ha arrogado el liderazgo de la presión internacional sobre Maduro que antes ejerció el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y ha trabajado por convencer a la región y a la Unión Europea de que sigan sus pasos.
"Ahora es el momento de hacer más, mucho más. Cada nación libre reunida aquí debe tomar medidas más enérgicas para ponerse de pie con el pueblo de Venezuela y enfrentar a sus opresores", instó el vicepresidente Pence en la OEA.
Washington ha vuelto a impulsar allí el tema venezolano en las semanas previas a las elecciones, después de que desapareciera de la organización desde el fracaso de la Asamblea General de hace un año en México. La OEA fue entonces incapaz de aprobar una sola línea de condena a Maduro, por el bloqueo de países del Caribe que reciben petróleo venezolano a bajo coste.
Fue entonces cuando nació el Grupo de Lima, integrado ahora por 14 naciones americanas críticas con Maduro en busca de salidas a la crisis. Estados Unidos no está en él pero lo impulsa. Pompeo tomó parte por videoconferencia en su reunión de esta semana en México, en la que se habló de una "enérgica respuesta regional" a Maduro tras los comicios, según el Departamento de Estado.
En su discurso en la OEA, Pence pidió expulsar a Venezuela de la organización, algo simbólico porque Estados Unidos no tiene los votos y porque Caracas inició en abril de 2017 los trámites para dejarla en 2019. Pero el impacto mediático de la petición fue elevado. El 4 y 5 de junio, dos semanas tras las elecciones, la OEA celebra su Asamblea General en Washington y Estados Unidos no quiere que Venezuela esté. Además buscará aprobar una condena a Maduro.
Trump ha hecho de Venezuela el punto central de su política latinaomericana y en ello ha desempeñado un papel fundamental el senador republicano por Florida, Marco Rubio, de origen cubano.
Estuvo detrás de que el presidente recibiera a Lilian Tintori, la mujer de Leopoldo López, el político preso más conocido de América Latina, al poco de llegar a la Casa Blanca. Y ha estado detrás de las sanciones, entre las que también ha habido medidas para dificultar la financiación de Maduro y el veto de operar con el petro, la criptomoneda lanzada por Venezuela.
Rubio, anticastristra y detractor del acercamiento de Barack Obama a La Habana, ve el tema venezolano y el cubano relacionados y dirige la agenda de Trump hacia Caracas, dice a dpa Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano. "Venezuela da también a Trump oportunidad de mostrar fuerza y usar una retórica dura en un problema cercano a casa. Con quienes lo acusan de no preocuparse de la democracia y ser agradable con Putin, podrá esgrimir su línea dura contra Maduro".
Rubio ha llamado a los militares venezolanos a deponer al mandatario. "El mundo apoyaría a las Fuerzas Armadas de Venezuela si decidieran proteger al pueblo y restaurar la democracia quitando a un dictador", instó en febrero.
A finales de abril fue ya un miembro de la administración Trump quien hizo el emplazamiento. "Instamos a los militares a respetar el juramento que tomaron para llevar a cabo sus funciones", dijo Juan Cruz, director para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional.