De la Redacción de El Litoral
[email protected]
DPA - EFE
Mientras Benedicto XVI reflexiona sobre la vida después de su pontificado, el Vaticano estará ocupado pensando en algo más urgente: las próximas tres semanas y más allá.
La renuncia de un Papa es casi inaudita ya que desde hace casi 600 años los papas se han muerto en el cargo. El trabajo ha sido considerado como una vocación de por vida y a pesar de la creciente fragilidad del Papa, muchos católicos no pudieron tolerar el lunes la idea de un retiro.
Para complicar las cosas es la temporada de cuaresma, que termina en la fiesta de la Pascua el 31 de marzo. Eso significa que en uno de los momentos más intensos del calendario católico, la Iglesia debe hacerse cargo de una inesperada tormenta.
Puesto que no hay memoria viva de un retiro papal, nadie está realmente seguro de lo que puede implicar su ceremonia de despedida, señala Kampling. Y el Vaticano tendrá muy poco tiempo para resolver la cuestión, ya que Benedicto había mantenido su decisión en secreto.
“Lo que me sorprendió es el corto plazo que dio”, dijo Christian Weisner de la organización de católicos críticos Somos Iglesia. “La reina Beatriz de Holanda, por ejemplo, anunció su dimisión en enero y fijó su fecha de retirada para el 30 de abril. Y ya se sabía el sucesor”, agregó.
Marco Politi, vaticanista del diario Il Fatto Quotidiano, considera que Benedicto XVI quiere salir de un “modo sencillo y silencioso”.
Sin embargo, añade que eso no significa que el Vaticano no haga algún tipo de evento el día de su partida. Pero qué forma tendrá esa celebración aún está por verse.
Tras la marcha de Joseph Ratzinger, el Vaticano convocará un cónclave para elegir un nuevo Papa entre sus cardenales.
Sin embargo, esos cónclaves por lo general han sido convocados en el caso de una muerte papal y no está claro si habrá una sensación de torpeza en la elección de un sucesor, mientras el último Papa está aún vivo, aunque sólo esté su presencia espiritual.
Pero al no tener que organizar un funeral, los cardenales podrán concentrarse plenamente en su elección, apunta Politi.
Tampoco existe una manera clara de referirse a un ex papa. Benedicto XVI volverá a ser conocido simplemente por su antiguo nombre: Joseph Ratzinger. “Ya no será el Papa. Será el ex obispo de Roma”, agrega el teólogo alemán.
Hoy se informó que “el anillo del pescador”, que simbolizan el poder pontificio y lleva el Papa, será destruido probablemente tras el 28 de febrero, afirmó hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
El anillo del Papa se destruye cuando muere el Pontífice, pero en esta ocasión, señaló Lombardi, la situación es diferente, “inédita”, ya que el Papa sigue vivo y expertos vaticanos están estudiando la normativa.
Lombardi subrayó, no obstante, que los objetos relacionados directamente con el ministerio petrino “tienen que ser destruidos”.
Hasta ahora, tras la muerte de un Papa, el cardenal camarlengo, que gestiona la Iglesia durante el interregno entre un Pontífice y el sucesor, es el encargado de verificar la muerte y de retirarle del dedo el “anillo del pescador”, símbolo del poder pontificio, que es la señal de que el reinado ha concluido.
El anillo es inmediatamente machacado para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.
Lombardi, por otro lado, confirmó que Benedicto XVI fue sometido recientemente a una ligera intervención para cambiar las pilas del marcapasos “que lleva desde hace tiempo”.
“No se trató de una intervención complicada, más al contrario, absolutamente normal, de rutina”, afirmó Lombardi, confirmando la información publicada por un diario italiano de que Benedicto XVI fue sometido hace unos tres meses a una operación en una clínica vaticana para sustituirle el marcapasos.
Lombardi insistió en que la renuncia del papa Ratzinger no tiene nada que ver con la salud, sino con su avanzada edad y reiteró que el pontífice “no tiene enfermedades específicas”.