Volver a la guerra en tren: 13 horas de oscuridad y nieve rumbo a Kyiv
El Litoral llegó a la capital de Ucrania en medio de una de las situaciones más críticas desde que comenzó la invasión militar rusa en ese territorio. Crónica del regreso al teatro de operaciones y la conversación con una pareja ucraniana que vuelve a su hogar.
A un año de la invasión rusa, El Litoral vuelve a territorio ucraniano.
Llegamos a Przemysl (Polonia) en tren, desde Cracovia, luego de un viaje que tomó poco más de tres horas. Los vagones eran modernos, con sistema eléctrico de primer nivel y todo relativamente nuevo. En ese trajín conoció a Oksana y su esposo, Sergiy. Él la acompañaba hasta la frontera con Ucrania para que ella regresara a casa, en la capital. "Es hora de volver", dijeron. Él se quedaría en Polonia por motivos laborales. La oportunidad sirvió para intercambiar algunos mensajes y, con la ayuda del traductor, conocer un poco de su historia.
Nacidos en Kyiv, Sergiy comenzó a trabajar en el extranjero en 2014, el único hijo que tienen se fue a Alemania tiempo atrás, pero Oksana recién en enero dejó el país por temor a los ataques rusos y alquilaron un departamento en Polonia para estar más tranquilos. Si bien no perdieron familiares, sí tienen conocidos que no sobrevivieron a la invasión.
Ellos aseguran que "lo peor fue al comienzo de la guerra" y que "ahora la situación es muy difícil pero está controlada". Por eso, y porque tiene padres muy ancianos, Oksana vuelve a casa mientras acepta que alguna vez imaginaron la posibilidad de ser invadidos pero que pensaban que "triunfaría el sentido común y eso jamás sucedería". La principal consecuencia en las relaciones entre ambas naciones, aseguran, es que la "hermandad" nunca volverá porque "los rusos destruyeron nuestro país y mataron a muchos ucranianos".
"Esta es una guerra con Ucrania y con Occidente" responden respecto a si el conflicto es unilateral o es entre Estados Unidos, a la cabeza, y Rusia-China. En ese último sentido, apuntan a Rusia como un "vasallo" del gigante asiático. Agregan firmemente que "Ucrania es el primer paso" de una guerra más grande, por lo que "el mundo debe entender que hoy es Ucrania y mañana los demás países" y "el mal debe ser castigado". Al pedirles que definan si "el mal" es el gobierno o toda la población rusa, aclaran que esta última "ahora es cómplice" de lo dictaminado tiempo atrás por el Kremlin.
"Esperamos que lo peor haya quedado atrás, pero aún quedan muchos sacrificios humanos y esfuerzos de liberación por delante" dicen los interlocutores, para luego reconocer el rol de Zelensky. Piensan que otro presidente podría haber escapada en una situación así, como lo hizo Yanukovych "cuando nada lo amenazaba".
Mucho frío en la jornada en la que el enviado especial de El Litoral arribó al país de Europa del Este.
Tras una escala en Przemysl y trámites migratorios polacos, el tren salió a horario. El compartimiento del autor era compartido con Alessandra, Tanyska y su hija adolescente. Rápidamente entendieron que el idioma sería una limitación, pero el poco tiempo previo a la desaparición de internet permitió intercambiar algunos mensajes. Habían estado fuera de su país por trabajo y vacaciones, respectivamente. Ahora estaban en un tren bastante antiguo, sin servicio eléctrico para cargar los aparatos pero con una calefacción y hospitalidad de la tripulación sobresaliente. Incluso hacia los periodistas extranjeros. "El trabajo de la prensa es muy importante para nosotros", dijeron varias veces.
El viajé duró poco más de 13 horas en una noche cerrada por la nieve hasta llegar, a horario, 09.30, a la capital ucraniana. Para llegar a estar a menos de 300 kilómetros de la frontera con Rusia, hubo que recorrer un paisaje que dejó en evidencia algunas consideraciones de las comunidades que atraviesa esa línea de ferrocarril: el servicio eléctrico funciona, los hogares tenían algunas luces encendidas y lo mismo ocurría con la iluminación pública de las calles. Por otra parte, grandes grúas permitían entender que la mayoría de las obras en construcción (más que nada, grandes edificios) siguen construyéndose pese a la guerra. La vida continúa.
Lo que se presumía en el párrafo anterior quedó ratificado al poner un pie en Kyiv. En medio de la emoción del reencuentro de varias familias, el recibimiento del productor local de El Litoral dejó ver el movimiento social alrededor: muchos vehículos circulando, todos los servicios y comercios funcionando. A simple vista, no hay guerra. Hurgando aparece. Pero es motivo para discurrir en próximas líneas.
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