Por Emilio Grande (h)
Por Emilio Grande (h)
A cinco kilómetros de la localidad de Nono, en el valle de Traslasierra, al oeste de la provincia de Córdoba, se encuentra el museo polifacético Rocsen, uno de los pocos de su tipo en el mundo. Al llegar, el visitante queda inevitablemente sorprendido por la heterogeneidad de las 60.000 piezas con las que cuenta distribuidas en 13 salas, mientras que otras 5.000 están atesoradas en el depósito.
Fue fundado el 6 de enero de 1969 por el francés Juan Santiago Bouchon, quien había realizado estudios de Antropología, Bellas Artes Superior y Artes Aplicadas a la Industria en París. En 1950 llega a la Argentina y en 1959 se radica en Nono. Al finalizar la recorrida por el museo, hay una frase para reflexionar de su fundador -que falleció en 2019 a los 90 años- "Creo que únicamente la cultura, la paz y el amor podrán acabar con el dolor humano".
La "Fundación Museo Rocsen", creada en 2018, tiene por objetivo contribuir a la educación cultural y científica de la comunidad, haciendo hincapié en el acrecentamiento y divulgación del patrimonio tangible e intangible, de características polifacéticas, a través del recupero, restauración y conservación en el tiempo de obras, elementos de valor relacionados con la ciencia y el arte y todo aquel objeto culturalmente importante para el desarrollo del conocimiento humano, para que -mediante su exhibición y comunicación a los visitantes- se logre afianzar la identidad cultural como servicio a la comunidad.
Actualmente, este museo está a cargo de Pedro Bouchon, hijo de Juan Santiago, quien también preside la comisión directiva de la Fundación (accedió a ese cargo luego de la muerte de su padre). Con él hablamos gentilmente para El Litoral.
-¿Cómo surgió este museo polifacético?
-La idea de este museo fue de mi padre, quien se interesaba por todos los temas porque consideraba que todo tiene que ver con todo. Si hablamos de los visitantes, hay un público que llega con una preferencia por una temática determinada dentro del museo y, a la vez, descubre otros temas.
Por ejemplo, cuando hablamos de los minerales, podemos preguntarnos -como hacía mi padre- cuántos minerales tenemos en nuestro cuerpo, entender que toda esa materia fue procesada en las estrellas y que se encuentra en las gemas, minerales y rocas, que se encuentran en la Tierra, y de esa manera, adquirir una visión sobre el universo.
A cada tema lo empezó con una pieza y con el tiempo algunas temáticas llegaron a tener miles de piezas relacionadas, lo que obligó a agrandar el museo y a diversificar las materias; actualmente son 116 temas. Además del público general, el museo tiene una finalidad educativa y los establecimientos educativos de todos los niveles ingresan en forma gratuita.
La fachada tiene 49 estatuas y cada personaje representa una disciplina humana, que está dentro del museo. No solamente se trata del objeto sino también lo que se puede extraer del mismo, la historia de dónde viene, quién lo hizo, la acumulación de técnicas para llegar a una máquina determinada, observándose su evolución a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, en la telecomunicación desde la primera radio a galena hasta las radios a transistores, pasando por las radios de válvulas, dan cuenta de la evolución de una idea. Una de las frases de mi padre, desde una mirada antropológica, era: "desearía que en mi museo se encuentre todo el hombre para todos los hombres", lo que significa el bagaje cultural plasmado en los objetos tridimensionales, tanto lo tangible como lo intangible.
-¿Cuántos objetos hay aproximadamente y de qué lugares provienen?
-Una parte fue traída por mi abuelo y mi padre de Europa, que constituyó la primera sala del museo, pero en la actualidad en exposición hay más de 60.000 piezas, sumado a lo que hay de relevamiento en el depósito, que no está en la exposición, que son más 5.000 piezas. En la mayor parte hay objetos que tienen que ver con temas de América, Europa, Asia, África y de otros lugares.
-¿Los objetos fueron donados y comprados?
-Dentro de la familia de mi padre hay varias generaciones que trajeron cosas de Europa en la década de 1950 y también de otros países. Además, mi padre intercambió mucho con otros coleccionistas y, sobre todo, tuvo una gran gama de donantes, que son unos 1.600, en algunos casos con colecciones completas en entomología, minerales y mecánica.
-¿Cuántos visitantes hubo en más de 53 años?
-Calculamos que en el transcurso de los 53 años del Museo contando a los menores que concurrieron con las escuelas, llegamos a una cifra de alrededor de 2.120.000 personas, con un promedio anual de unos 40.000 visitantes en las épocas fuertes. Obviamente no podemos tener en cuenta el período del covid, pero hubo años en los que recibimos muchos contingentes escolares que venían a diario.
-¿Cuánto m2 tiene el museo?
-Lo que está expuesto en la actualidad en las 13 salas más los ambientes particulares, suman 2.700 m2, más el taller, un depósito y 2 galpones que suman 800 m2, totalizando 3.500 m2.
-En su tipo polifacético, ¿hay pocos en el mundo?
-Cada museo tiene su ADN particular, el Rocsen tiene el suyo como museo polifacético. A través de su fachada, emite un mensaje de paz, a través de sus 49 estatuas, teniendo su propia marca registrada con la creación de la palabra "polifacético" acuñada por mi padre. Pero hay grandes museos en el mundo -a veces son más orientados a las ciencias naturales, a la antropología o a la arqueología- que abarcan varios temas; está el museo Bisogna en Estados Unidos, el museo del hombre en París, el museo británico, el gran museo en El Cairo (Egipto), en Alemania también hay un museo con una exposición muy amplia en su temática, el museo en La Plata orientado hacia las ciencias naturales, entre otros.
-¿La Fundación recibe algún subsidio o se sostiene solamente con el ingreso de las entradas?
-La Fundación se creó a partir de 2018, cuando mi padre trasladó el patrimonio cultural del museo, el edificio y las tierras. La que percibe los ingresos para afrontar los gastos es la Fundación. No recibimos ningún subsidio, tampoco es una cuestión de filantropía, mi padre no tenía ninguna empresa grande por detrás que solvente la Fundación. El visitante es el gran protagonista con la contribución de la entrada, que ayudó al crecimiento y mantenimiento de la obra y, sobre todo, en su aspecto social con mano de obra de la localidad de Nono y alrededores, siendo importante como fuente laboral.
-¿Cómo viviste tu relación familiar con el Museo?
-Yo estaba presente con 7 años cuando se cavó el primer cimiento en 1968 y también cuando se creó la primera sala de 100 m2, donde se expusieron cosas que le habían regalado en el país de mi padre y que trajo con mi abuelo desde Europa. Conozco el museo desde su nacimiento físico, y fui testigo de los esfuerzos realizados para trasladar los objetos a otro país, a pesar de todo lo que había pasado con la guerra. Soy el segundo hijo de Santiago, en total somos 6 hermanos. Con su muerte, producida el 1 de febrero de 2019, junto a 4 hermanos más y su última mujer, nos tocó manejar el museo, teniendo casi 40 años ininterrumpidos de trabajo en el mismo.