En la década de 1930 y principios de la de 1940, la "lucha anticomunista" se confundía y matizaba arteramente con la deliberada intención de identificar judaísmo y comunismo. En ese sentido, la Comisión de Actividades Anticomunistas del Senado Nacional, que presidía Matías Sánchez Sorondo, se ensañó también con las escuelas laicas y obreras judías (las "arbetern shuln"), hasta lograr clausurarlas y allanarlas (1). La defensa y el descargo de esa acción antijudía y anticomunista ha sido documentada por los mismos establecimientos educativos judíos progresistas, pertenecientes al Bund, el Poalei Zion Smol, la Zhitlowsky y otras entidades representativas de la comunidad judía de Argentina (2).
En aquella ocasión, también el Comité Popular contra el Antisemitismo salió al cruce de esa campaña simultáneamente antijudía y anticomunista, que impulsaban los sectores nacionalistas, filofascistas y ultras. Un caso resonante, en tal sentido, fue la brillante réplica de Marcos Meeroff contra un informe tendencioso de la Jefatura de la Policía Federal en 1936, tal cual puede apreciarse en la página 4 de la edición de Mundo Israelita del 28 de Marzo de aquel año. Toda la actividad de las organizaciones antifascistas era seguida detalladamente por las embajadas de Italia y Alemania.
Mirá tambiénSantafesinos en los congresos contra el racismo y el antisemitismo, años 1938 y 1939 (Parte I)En dicho contexto, la embajada italiana "percibió como relevante la formación del Grupo Israelita Liberación que en esos últimos meses había difundido folletos y una revista mensual, aparecida en febrero, denominada Rol". A partir de sus actividades, dicho grupo se esforzó por diferenciarse del comunismo, repudiando las teorías 'disolventes' y defendiendo la propiedad, la familia y la religión. Se invitaba, además, a toda la colectividad judía para que tome la decisión de "(...) aislar a los elementos extremistas judíos porque representan focos de infección peligrosísimos de los cuales se sirven los enemigos de los israelitas para fomentar las persecuciones contra una raza laboriosa y honesta", según informa en la carta de la Embajada de Italia al Ministerio del Exterior y al Ministerio del Interior (3).
"Como consecuencia de la acción de este grupo en el Congreso Nacional de las Instituciones Israelitas, celebrado en la capital argentina para socorrer a las víctimas de Polonia, se expulsó, después de enfrentamientos y de la intervención de la policía, al grupo de judíos comunistas. El mismo estaba representado por Marcos Meeroff, secretario de la Organización Popular contra el Antisemitismo. Cada fisura que se abría en el frente antifascista era registrada, cada papel propagandístico cuidadosamente relevado y enviado a Roma" (4).
A la luz del fortalecimiento de la presencia nazi en Argentina y en el continente, de los cambios que introdujo el gobierno argentino respecto de su política inmigratoria que restringían de modo extremo la llegada de inmigrantes de origen judío, surge la idea de una convocatoria a un congreso para sostener los principios de la libertad y la democracia y en contra del racismo y el antisemitismo.
Mirá tambiénSantafesinos en los Congresos contra el racismo y el antisemitismo, años 1938-1939 (Parte II)El Congreso contra el Racismo y el Antisemitismo, presidido por Emilio Troise, se realizó entre el 6 y 7 de agosto de 1938 en la sede del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires. A este encuentro fueron invitadas a participar diversas instituciones políticas, sindicales, estudiantiles, sociales y culturales, entre ellas, la antes citada Organización Popular Contra el Antisemitismo, así como también delegaciones de Chile, Uruguay, Brasil y Perú.
En ese gran evento, Meeroff expresó: "(…) Es para la Organización Popular contra el Antisemitismo una gran satisfacción ver con cuanto éxito se cumple la labor a cuya realización siempre hemos tendido: la creación de un amplio frente de lucha antirracista, con la participación de los más vastos sectores de la población argentina".
Para lograrlo, aclara Meeroff: "(…) Hemos trabajado intensa y ardientemente, seguros de dos cosas. Primero, que apenas los acontecimientos se agravaran, el pueblo comprendería lo que tras el antisemitismo se oculta. Segundo, que la tradición nacional de fraternidad y simpatía por todos los pueblos, de respeto a todas las creencias, nos conduciría a la larga pro el camino exacto y justo de la defensa de las preciosas conquistas logradas por el país en sus 128 años de independencia".
Y para completar su concepto agrega: "Este no es solamente un congreso 'contra' el que realizamos; no, es también, y muy principalmente, un congreso 'pro', para bregar por los básicos postulados de libertad, igualdad y justicia, fraternidad entre los pueblos y solidaridad entre las razas, (…) porque todo esto significa combatir contra el odio de razas y la persecución antisemita" (5).
La vida en la ciudad de Santa Fe
Hacia 1938, Santa Fe era una localidad relativamente pequeña del interior del país, pero se insertaba cada vez más en un profundo y progresivo proceso de modernización urbana y edilicia. A la provincia la gobernaba Manuel María de Iriondo ("Manucho", hijo de Simón de Iriondo), un dirigente político conservador y radical antipersonalista, mientras que el intendente de la ciudad capital era Francisco Bobbio, que había sido designado –justamente- por el gobierno provincial. Este último era un empresario inmobiliario, rematador de loteos y martillero público de diversos bancos.
Santa Fe era una ciudad predominantemente de casas bajas. Sin embargo, la imagen de la misma estaba mutando de su perfil pueblerino al de una "urbe moderna", de "ritmo populoso". En especial con las transformaciones de las plazas y los paseos en el centro (Parque Alberdi, Plaza Colón y El Palomar, Parque Garay) y los parques suburbanos (Plaza de las Banderas, Escalante, Jardín Botánico), sumados a la modernización técnica dentro de los bulevares (servicios y equipamientos).
Mirá tambiénSantafesinos en los congresos contra el racismo y el antisemitismo, años 1938-1939 (Parte III)A comienzos de los años 30, una ordenanza municipal señalaba que aquellas construcciones que se hicieran en la calle Av. 7 Jefes debían ser estilo chalets y tener verjas artísticas. Por esos días, la Municipalidad de Santa Fe había otorgado 380 permisos de construcción de casas altas y bajas (que eran la gran mayoría), 236 para galpones y 133 para salones, muchos de ellos para destinar en teoría al comercio minorista.
Había 53 buzones, de los cuales solo tres no estaban en la zona centro-sur. Estaban ubicados en Villa Calcagno (al oeste del Puente Negro de Aristóbulo del Valle y al sur de la avenida Presidente Roca), María Selva y Saavedra y Primer Pasaje. Asimismo, había solo tres estaciones sanitarias: en barrio Candioti, Guadalupe- Sargento Cabral y Alto Verde-Rincón. La vida social, política, económica y cultural se desenvolvía hacia el este y hacia el sur, en el marco determinado por los límites a los bulevares Pellegrini y Gálvez y Av. Freyre. La ciudad se extendía hacia el norte y muy levemente hacia el oeste.
Referencias
(1) Senado de la Nación, Proyecto de Ley, Informes y Antecedentes, Represión del Comunismo. Senador Matías Sánchez Sorondo. Tomo II, páginas 319-434, Buenos Aires, 1940.
(2) "La Verdad sobre los allanamientos de nuestras escuelas". Asociación de Escuelas Populares Israelitas de la República Argentina, Buenos Aires, 1937. Incluye la interpelación del diputado radical Ernesto Sammartino al ministro del Interior.
(3) Telespresso Nº 1763/823, del 22 de mayo de 1940.
(4) Ver: "Redes intelectuales ante el fascismo: polémicas culturales y políticas acerca de las leyes raciales italianas y los exilios en Argentina", de Leticia Prislei, páginas 107-109. En "Emigración y fascismo en el mundo latino: un sueño de la política imperialista mussoliniana". Pasado y Memoria, Revista de Historia Contemporánea Nº 11, año 2012. Universidad de Alicante, España.
(5) Actas del Primer Congreso Contra el Racismo y el Antisemitismo, Buenos Aires, 1938 (páginas 45 y 46).
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